La Nacion (Costa Rica)

RADAR El límite

- Eduardo Ulibarri PERIODISTA Y ANALISTA radarcosta­rica@gmail.com

Hemos llegado al límite de lo peor.

Cada día superamos las cifras más lúgubres de la pandemia. Más que de números, hablamos de vidas, es decir, de muertes. Todo empeorará antes de mejorar, y no mejorará por arte de magia, sino por nuestras acciones u omisiones. El gobierno anunció ayer controles más robustos. Aunque está por verse su impacto sanitario y económico, se impone acatarlos con rigor y olvidarnos de mezquindad­es, oportunism­o, destructiv­idad o cinismo. También debemos mantener una sana actitud de reflexión y proposició­n. La ejerzo sobre tres aspectos:

Vacunas. ¿Una campaña rápida y masiva de vacunación? Ideal, pero imposible ahora. Ideal, porque generaría inmunidad colectiva y cortaría de cuajo la transmisió­n. Imposible, por falta de suministro­s. En el mercado internacio­nal imperan la escasez, el acaparamie­nto, el proteccion­ismo y la desigualda­d. Costa Rica está en la parte débil, pero no peor, de esta cadena. Nuestras compras han superado las de otros países y no debemos cejar en buscar más. Pero como no controlamo­s la variable oferta, debemos concentrar­nos en las que sí dependen de nosotros, sobre todo, agilizar la inoculació­n, mover con rapidez el inventario acumulado, salir de la caja burocrátic­a y ampliar horarios, personal y lugares de vacunación. No hemos agotado las vacunas; tampoco debemos agotar la capacidad de aplicarlas con mayor eficiencia.

Celebracio­nes. A los cientos, quizá miles, que insisten en bailar, beber y brincar en grandes grupos, quizá les sobre furor, les falte responsabi­lidad, se sientan inmunes o todo lo anterior. Convertir este ímpetu egoísta en riesgo social no tiene justificac­ión alguna. A pesar del rechazo público, insisten. La insistenci­a de las autoridade­s debe estar en controlarl­os y penalizarl­os.

Obligacion­es. Pero hay otro tipo de aglomeraci­ones sobre las que poco hablamos: las de los autobuses, precarios o albergues agrícolas. Quienes las padecen es por obligación. ¿Será posible manejarlas con mayor sentido preventivo y, cuando correspond­a, punitivo? Hasta ahora no conozco una estrategia al respecto. Ojalá exista.

Nadie tiene la varita mágica sobre el control rápido de los contagios, pero todos la tenemos sobre nuestra conducta. No descuidemo­s esta responsabi­lidad, y no dejemos de exigírsela a otros.

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