Alumna luchadora de Siquirres se labró estudio en el exterior con becas y trabajos
››En el 2002 sobrevivió a atropello que la pudo dejar en silla de ruedas
A doña María de los Ángeles Sánchez se le quebranta la voz cuando recuerda aquella trágica noche del 2002.
Su hija, Silvia Hernández Sánchez, trabajaba de día en un centro de llamadas, y por la noche cursaba la licenciatura en Economía en la Universidad Latina y Portugués en la Universidad de Costa Rica (UCR).
Agotada por la faena, la hoy presidenta del Congreso recuerda que solo soñaba con llegar a su apartamento para poder descansar.
Salió de la UCR y, al cruzar la vía, cerca de la rotonda de la Bandera, en Sabanilla de Montes de Oca, un vehículo la arrolló.
Doña María de los Ángeles relata que, según testigos, su hija voló por los aires y luego cayó de espalda sobre el parabrisas delantero del carro.
“Me hicieron dos operaciones de columna, dos implantes de columna, me quebré las piernas”, recuerda hoy la legisladora del Partido Liberación Nacional (PLN).
“Entre el Hospital Rafael Ángel Calderón Guardia y el Centro Nacional de Rehabilitación (Cenare) pasé seis meses (...). Eso me marcó de valor”, asegura.
Su padre, Freddy Hernández, comenta que no se enteraron de lo ocurrido hasta la madrugada del día siguiente.
Pudo quedar en silla de ruedas, agrega su madre. “Ahí empezó una conexión muy grande con Dios”, dice con notoria emoción.
Sin embargo, mientras se recuperaba, el principal deseo de Hernández era poder aplicar para una beca de maestría en el exterior.
De hecho, la aceptaron en dos, una en España y otra en Holanda. Optó por irse al segundo país, donde cursó un posgrado en Economía del Desarrollo.
“Como quería viajar y no tenía plata, trabajaba el fin de semana en un restaurante español, como salonera, para poder viajar. Se llamaba Sal y Pimienta”, rememora.
Del accidente de tránsito aún sufre secuelas. Confiesa que no puede estar sentada por mucho tiempo en un solo lugar, pues le empieza a doler la espalda.
Becas. Silvia Hernández vivió sus primeros seis años en Turrialba, donde cursó el kínder. Luego, estudió hasta el cuarto año de colegio en el sistema público en Siquirres.
La legisladora se lamenta hoy por la baja calidad de la educación que recibió en aquella época. “La enseñanza de Inglés era casi el abecedario”, señala.
Aun así, su esfuerzo personal le permitió destacar en las aulas. “En los desfiles, ella siempre fue alumna de honor”, resalta doña María de los Ángeles.
Por ser cuadro de honor, dice su mamá, un año podía desfilar de abanderada, al siguiente de bastonera y al tercero en la banda, tocando un tambor.
Eso sí, su inquietud y su energía le costaron algunas llamadas de atención de las maestras.
“Hablaba mucho, siempre le gustó conversar mucho. Eso no hace mal al alumno, solo había que controlarlo”, cuenta su progenitora.
El bachillerato lo terminó en Arkansas, Estados Unidos, por medio del programa de intercambio familiar de la organización AFS.
Combinó el trabajo en el sector privado con estudios en dos universidades. Luego, en Holanda, sacó la maestría en Economía de Desarrollo gracias a una beca en la Universidad Erasmo, de Róterdam.
Su madre recuerda que en una ocasión, cuando le hicieron un homenaje en Siquirres, su hija señaló al auditorio y dijo: “Soy el beneficio de las becas, por eso luché y por eso las obtuve”.
Josefina ‘por accidente’. Aunque su familia vivía en Turrialba, la nueva jerarca del Congreso nació “por accidente” en San José, la madrugada del 21 de noviembre de 1976.
Don Freddy Hernández recuerda que, la noche anterior al nacimiento de la mayor de sus cinco hijos, ellos viajaron a Moravia para asistir a la fiesta de unos amigos.
“En la noche, ella (su esposa) empezó con los dolores y salimos en carrera. Llegamos como a la medianoche, en un taxi, al Hospital México, y como a la 1:25 a. m. ya había nacido”, relató.
Una serie de circunstancias familiares, cuentan sus padres, ha forjado el carácter de la mujer que ahora dirigirá el primer poder de la República.
Siendo adolescente, ella tuvo que asumir algunas responsabilidades con sus hermanos menores mientras vivían en una pequeña casa del barrio San Martín de Siquirres.
Cuando los padres no estaban en el hogar, por razones laborales, a Silvia le correspondía velar por que sus hermanos cumplieran con sus tareas de la escuela. “Y colaboraba con las labores de la casa”, recuerda su madre.
Si sus hermanos varones salían a jugar bola y no cumplían con sus tareas, ella les llamaba la atención. “Entraban en conflicto”, dice el papá.
Vena política. Silvia es la única hija del matrimonio Hernández Sánchez que resultó política, aunque su padre viene de una familia calderonista y su madre es verdiblanca de cepa.
Su abuelo se llamó Guillermo Hernández Cordero. “Fue diplomático y diputado” calderonista en el gobierno de Daniel Oduber (1974-1978), cuenta la diputada.
Ella vive ahora en Cartago, pero resultó electa diputada por el PLN en San José. El excandidato Antonio Álvarez le ofreció ocupar la curul.
Don Freddy Hernández menciona que su hija mostraba, desde la etapa colegial, liderazgo y una capacidad especial para argumentar.
Relata que cuando estaba en décimo año en el Colegio Técnico Profesional Agropecuario de Siquirres, Limón, le reclamó a su profesor de Matemáticas por una nota de 89 que consideró baja.
“Yo no puedo obtener una nota tan baja. Lo principal: esa no es mi nota. Mi nota es 94”, dice que fue el comentario de su hija. En el intercambio, ella le demostró a su profesor cómo con su propia revisión lograba un 94 de nota. Su maestro lo admitió y, finalmente, le reconoció un 93.
Esta economista de 44 años está casada desde hace 12 años con el desarrollador inmobiliario Rigoberto Zúñiga, de 51 años. Son padres de Isabella, de siete.
Zúñiga afirma que su cónyuge tiene criterio, pero que siempre escucha a las personas. “No es que tiene una idea y no la mueven de ahí. A veces recibe críticas. La política es de mayorías. Debería haber muchas Silvia en la Asamblea”, resume su esposo.
También, afirma que ella planifica tanto sus objetivos que, durante su embarazo, se planteó hacer natación para que su hija naciera sana, y así lo hizo casi durante los nueve meses.
Zúñiga dice que, pese a las múltiples ocupaciones de su esposa, ella siempre tiene tiempo para dedicarle a su hija y al hogar.
“Ella ve la escuela, las tareas, qué se ha hecho. Yo soy más de ir a dejar a Isabella y traerla de la escuela. Así como es dedicada en el trabajo, es con nuestra hija.
”Los fines de semana tratamos de estar juntos en la casa; a veces salimos a hacer ciclismo”, contó.
Asesora de Casas. Su incursión en la política, así lo considera ella, ocurrió cuando ingresó como asesora del entonces vicepresidente y ministro de Planificación, Kevin Casas, en el 2006, durante la segunda administración de Óscar Arias.
“Yo tengo una estupenda opinión de Silvia. Ella llegó a mi atención, si la memoria no me falla, por una recomendación de don Jorge Cornick, que no sé de dónde la conocía. Yo acababa de llegar al Gobierno y estaba formando un equipo de asesores jóvenes que me acompañara en Mideplán (Ministerio de Planificación Nacional y Política Económica).
“Me hacía falta una economista y Jorge, que en aquel momento me estaba ayudando en muchas cosas, lo sabía. Conversé con ella por teléfono, luego personalmente y me dio la impresión, desde el principio, de ser lo que ha demostrado ser: una persona inteligente, seria, rigurosa, metódica y muy dedicada”, recordó Casas.
Cuando él renunció, en el 2007, Hernández continuó laborando en Mideplán.
Durante el gobierno de Laura Chinchilla, laboró en los ministerios de Ciencia, Tecnología y Telecomunicaciones, y en el de Comunicación. Del 2012 al 2014 fue viceministra de Planificación.