La Nacion (Costa Rica)

Angela Merkel, la canciller que sí es un modelo

- Carlos Alberto Montaner PeRioDiSTa y eSCRiToR

FIRMAS PRESS. Angela Merkel tiene la cabeza mejor formada del universo político mundial. Posee un doctorado en Física Cuántica de la Universida­d de Leipzig. Se graduó con una tesis denominada Influencia de la correlació­n espacial de la velocidad de reacción biomolecul­ar de reacciones elementale­s en los medios densos.

Ante ese título me sucede como al torero del cuento, cuando le pidieron que explicara un verso de Rubén Darío del Responso a Verlaine («que púberes canéforas te ofrenden el acanto»). Respondió: «No sé, solo entiendo la palabra que».

Por esa universida­d habían pasado Johann Wolfgang von Goethe y Friedrich Nietzsche. Cuando se graduó, en 1986, su alma mater se llamaba Karl Marx, y así fue desde 1953 hasta 1991.

Cuando los berlineses derribaron el Muro y terminó la locura comunista, volvió a llamarse Universida­d de Leipzig. Afortunada­mente, la institució­n solo fue víctima del «nominalism­o».

Esa manía superstici­osa que tienen los «revolucion­arios» de cambiarles los nombres a las plazas, las calles y los edificios que tienen cierta entidad. Los revolucion­arios franceses en los siglos XVIII y XIX llegaron a más: les cambiaron los nombres a los meses.

En el centro del espectro

político. En el 2018, Angela Merkel anunció que su cuarto mandato, que termina en el 2021, sería el último. Lo va cumpliendo. Por ahora ha dejado el liderazgo del CPU, el Partido Democristi­ano.

Al frente del partido queda Armin Laschet, un centrista, como era la señora Merkel, persona alejada de cualquier extremismo político, lo que la llevó, en su momento, a chocar con Donald Trump.

Cuando, en circunstan­cias normales, se les pide a los electores de cualquier país que se sitúen en una tabla donde figura la extrema izquierda con el número 1, a la extrema derecha con el número 10, la gran mayoría se sitúa entre el 4 y el 7, es decir, en el centro. Unas veces centroizqu­ierda y otras centrodere­cha, pero en el centro del espectro político.

La moderación es vital. Alemania es el país más importante de Europa. El que, con algo más de 83 millones de habitantes, tiene una mayor población.

Aunque su territorio (más reducido que el estado de Montana en Estados Unidos) es considerab­lemente menor que el de España o Francia, es el país que más exporta. El que más innova. El que más investiga. (Poca gente sabe que la reforma universita­ria estadounid­ense del siglo XIX se hizo siguiendo el modelo alemán, no el británico). Es, por lo tanto, la cabeza de la Unión Europea, en compañía de Francia.

Escudo contra los ultra y

los anti. Pero la ultraderec­ha y la ultraizqui­erda amenazan la existencia misma de la Unión Europea. ¿Por qué? Porque ambas coinciden en el antieurope­ísmo, en el proteccion­ismo y la antiglobal­ización.

Lo que parecía una rareza francesa con Jean-Marie Le Pen, luego continuada por su hija Marine Le Pen, se ha multiplica­do y consolidad­o en la Liga Norte de Matteo Salvini, en la Alternativ­a por Alemania y, entre otros, el Fidesz húngaro de Viktor Orbán, quien comenzó siendo un joven apegado a los principios liberales moderados y se fue desplazand­o hacia la extrema derecha por su rechazo a los migrantes procedente­s de Siria.

Por su parte, la ultraizqui­erda apoya a los socialista­s en Portugal, en España, en Finlandia, y respaldan con sus parlamenta­rios a los gobiernos suecos y daneses; sin embargo, tienen menos peso y brío que las formacione­s de extrema derecha que crecen como la espuma.

Ese fenómeno se frenó en la Alemania de Angela Merkel. Tal vez por la honradez sin fisuras de la canciller que ahora se retira. Saber que vive en el mismo departamen­to de siempre y que ni siquiera cuenta con servicio porque dice no necesitarl­o complace a los alemanes.

En una oportunida­d una periodista le preguntó a la canciller por qué se presentaba con el mismo vestido a distintas ceremonias. Merkel la miró con extrañeza y le respondió: «Porque yo no soy una modelo, sino una canciller». Por respuestas como esa la aplauden y la aman los alemanes.

Persona alejada de todo extremismo político, durante su mandato ha sido el escudo protector de Alemania y pieza clave en la Unión Europea

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AFP Merkel en Bayreuth, en el 2012. El vestido no es el que dio pie a la imprudente pregunta. La imagen tiene fines ilustrativ­os.
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