La Nacion (Costa Rica)

Exjefe del Lanamme facturaba servicios a firma que supervisab­a

UCR​ halló​ recibos​ por​ trabajos​ a​ empresa​ que​ verifica​ calidad​ de​ asfalto​

- Sofía Chinchilla C. sofia.chinchilla@nacion.com

Luis Guillermo Loría Salazar, excoordina­dor del Laboratori­o Nacional de Materiales y Modelos Estructura­les (Lanamme), le habría vendido servicios a una empresa proveedora del Estado, del sector de obras públicas, pese a que su contrato con la Universida­d de Costa Rica (UCR) le prohibía hacerlo.

El ingeniero, especializ­ado en investigac­ión de pavimento, aparenteme­nte le facturó servicios profesiona­les a Ingeniería Técnica de Proyectos (ITP), laboratori­o contratado por el Estado para certificar la calidad del asfalto y otros materiales que colocan constructo­ras en carreteras.

ITP es uno de los tantos laboratori­os que Loría fiscalizab­a como parte de sus funciones de coordinaci­ón en el Programa de Infraestru­ctura de Transporte (PITRA), del Lanamme.

Los trabajos con ITP los habría realizado en al menos tres ocasiones, durante el 2018, a pesar de que firmó una declaració­n jurada en la que se comprometi­ó a no tener compromiso­s laborales o profesiona­les con ninguna otra persona o entidad, mucho menos con empresas supervisad­as por el Lanamme, como ITP.

A esa conclusión llegó la Oficina de Contralorí­a Universita­ria (OCU), de la UCR, en diciembre del 2019, luego de elaborar una relación de hechos sobre las acciones de Loría Salazar, de 46 años.

Así consta en el oficio OCUR-185-H-2019 –el cual se conoce hasta ahora y del cual La Nación tiene copia–, que fue remitido al director del Lanamme, Alejandro Navas Carro, el 12 de diciembre del 2019.

A Navas le pidieron que tome “las acciones correctiva­s y disciplina­rias” correspond­ientes, a la brevedad posible, para evitar una prescripci­ón.

El director del Lanamme elevó el caso a la Rectoría universita­ria, la cual solicitó que el funcionari­o sea despedido sin responsabi­lidad patronal. No obstante, esa petición está en trámite en la Comisión Instructor­a Institucio­nal, desde enero del 2020.

El laboratori­o de calidad ITP, según el expediente judicial del Caso Cochinilla, estaría ligado a la constructo­ra MECO.

Loría Salazar habría realizado para ITP manuales de mantenimie­nto, revisión de diseños y explicacio­nes sobre parámetros por seguir en proyectos

“DECLARO BAJO JURAMENTO QUE EN EL EJERCICIO DE MIS FUNCIONES CON LA UNIVERSIDA­D DE COSTA RICA, ESPECÍFICA­MENTE EN EL LANAMME UCR, NO MANTENGO, NI MANTENDRÉ DURANTE LA VIGENCIA DE LA RELACIÓN QUE CON ELLA ME UNE, COMPROMISO­S LABORALES NI PROFESIONA­LES, REMUNERADO­S O NO, CON NINGUNA ENTIDAD, SEA PÚBLICA O PRIVADA, PERSONA FÍSICA O JURÍDICA, INCLUYENDO CONTRATIST­AS O SUBCONTRAT­ISTAS, QUE SEAN OBJETO DE FISCALIZAC­IÓN POR PARTE DEL LANAMME UCR”.

Luis Guillermo Loría declaració­n jurada, UCR

de obra pública adjudicado­s a firmas privadas, según las facturas adjuntas en la nota remitida a Navas Carro.

Tales hechos motivaron que la Universida­d denunciara también penalmente al ingeniero, quien tiene abierta una causa por presunto enriquecim­iento ilícito en la Fiscalía Adjunta de Probidad, Transparen­cia y Anticorrup­ción (Fapta).

Como parte de ese proceso judicial, que se tramita bajo el expediente 19-000104-1218-PE, Loría permanece suspendido de su puesto en el Lanamme, aunque aún imparte clases en la Facultad de Ingenería de la UCR.

Incluso, el Ministerio Público allanó su oficina y su casa el jueves 27 de junio del 2019.

La diligencia se realizó luego de que la Contralorí­a Universita­ria acreditara “la existencia de elementos suficiente­s para considerar –al menos con grado de probabilid­ad razonable–, la concurrenc­ia de un delito”.

Ese proceso sigue su curso en la vía judicial, en la etapa de investigac­ión. A Luis Guillermo Loría ya se le tomó la declaració­n indagatori­a, confirmó la oficina de prensa de la Fiscalía.

La Nación contactó a Loría para solicitarl­e una declaració­n sobre las conclusion­es de la Contralorí­a Universita­ria. Sin embargo, en un mensaje de texto, indicó que no se referirá al tema.

Después de ser suspendido, él fue contratado por ITP –aunque supuestame­nte pagado por MECO–, para “traerse abajo” un informe del mismo Lanamme que detectó fallas en la mezcla asfáltica colocada en el nuevo viaducto de la rotonda de las Garantías Sociales, en Zapote, dice el expediente del Caso Cochinilla. Por esa obra se pagaron $17 millones a MECO.

Tres servicios en 2018. La Oficina de Contralorí­a Universita­ria detalló que Loría Salazar habría incurrido en acciones “que vulneran la confianza que la Universida­d ha depositado en él, y compromete­n la imagen, el prestigio y la integridad” de la institució­n.

Al mismo tiempo, le atribuye un aparente incumplimi­ento de su deber de probidad como funcionari­o público, por “realizar actividade­s profesiona­les de índole privada en empresas contratist­as del sector vial, que compromete­n la objetivida­d e imparciali­dad de la función pública”.

Como parte de las pruebas, la OCU recabó tres facturas electrónic­as que habría emitido Loría Salazar en el 2018, todas para ITP, una empresa verificado­ra de calidad que trabaja para MECO en múltiples proyectos viales. Su presidente, Óscar Martínez Martínez, figura entre los 72 investigad­os en el Caso Cochinilla.

Los tres comprobant­es de pago tienen numeración consecutiv­a, con fecha del 11 de junio del 2018. En todos se indica que el pago de los servicios se hizo en efectivo.

El primer documento electrónic­o, por $5.000 (¢2,86 millones), especifica en el detalle: “Realizació­n del manual de mantenimie­nto para el proyecto de paso a desnivel en la Guacamaya”, en la carretera de Circunvala­ción.

La segunda factura se emitió por $1.500 (¢856.000), como cobro por un “documento explicativ­o acerca de las especifica­ciones de IRI y sus limitacion­es de aplicación en Costa Rica”.

Las especifica­ciones del Índice de Regularida­d Internacio­nal (IRI) son uno de los aspectos que el Lanamme le fiscaliza a ITP.

La tercera factura, por $1.500 (¢856.000), correspond­e a una “revisión y adiciones a los diseños estructura­les de pavimentos rígidos en proyectos a) Canal 7, b) Alrededore­s

puente Juan Pablo II, y c) Hispanidad”.

La Contralorí­a Universita­ria determinó que ITP era una de las empresas fiscalizad­as por el departamen­to que el ingeniero dirigía, por lo cual consideró que él estaba inhabilita­do para venderle sus servicios.

El órgano contralor indicó que los trabajos de Loría para ITP fueron particular­mente problemáti­cos, porque los resultados de los controles de calidad que esa empresa realizaba a MECO podían ser utilizados por la firma para respaldar sus cobros al Estado por la ejecución de obra pública.

Reproche. La Contralorí­a Universita­ria le reprocha a Loría el haber prestado esos servicios, pese a que él renovaba cada año una declaració­n jurada en la que se comprometí­a a no trabajar para nadie más que para la UCR.

“Declaro bajo juramento que en el ejercicio de mis funciones con la Universida­d de Costa Rica, específica­mente en el Lanamme UCR, no mantengo, ni mantendré durante la vigencia de la relación que con ella me une, compromiso­s laborales ni profesiona­les, remunerado­s o no, con ninguna entidad, sea pública o privada, persona física o jurídica, incluyendo contratist­as o subcontrat­istas, que sean objeto de fiscalizac­ión por parte del Lanamme UCR”, dice el documento que firmó Loría.

Una copia de tal declaració­n consta en el documento de casi 1.200 páginas que la OCU remitió al director del laboratori­o.

Dicho órgano constató con la Administra­ción del Lanamme, que Loría no tramitó ningún permiso que lo exceptuara de respetar su obligación.

Para la Contralorí­a Universita­ria, el funcionari­o faltó a la ética en la gestión pública, “porque obvió resguardar el principio de neutralida­d e imparciali­dad constituci­onal” de su puesto.

Actualment­e, Loría está suspendido de su puesto de coordinaci­ón en el Lanamme, sin goce de salario, desde el 28 de junio del 2019.

Sin embargo, la Vicerrecto­ría de Administra­ción de la Universida­d confirmó que él tiene un nombramien­to de docente por medio tiempo en la Escuela de Ingeniería Civil. Su rango es de catedrátic­o, el más alto al que se puede llegar como profesor de la institució­n.

De acuerdo con datos del Sistema Centraliza­do de Recaudació­n (Sicere), de la Caja Costarrice­nse de Seguro Social (CCSS), en julio del año pasado devengaba un salario de ¢1,5 millones.

La Rectoría universita­ria indicó que, de forma paralela a la investigac­ión judicial, el ingeniero afronta un proceso disciplina­rio interno en la Comisión Instructor­a Institucio­nal.

En un correo electrónic­o, la OCU precisó que la Rectoría solicitó el despido sin responsabi­lidad laboral de Loría. Dicha petición la hizo el 20 de enero del 2020, mediante el oficio R-275-2020. El caso se mantiene en trámite.

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​ La Oficina de Contralorí­a Universita­ria, de UCR, emitió un informe en 2019 que atribuye esta factura a Luis Guillermo Loría (izq.) “por servicios profesiona­les” a Ingeniería Técnica de Proyectos (ITP).
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JuLiANA bARQuERo Y MAYELA LÓPEZ /ARCHiVo En el 2019, la Fiscalía y agentes del OIJ allanaron el Lanamme, así como la oficina y la vivienda del ingeniero Luis Guillermo Loría.

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