La Nacion (Costa Rica)

4 empresas supervisor­as sospechosa­s de corrupción

Deben ​garantizar​ calidad​ de ​obras,​ pero ​expediente​ expone ​anomalías​

- Patricia Recio G. arecio@nacion.com

Al menos cuatro empresas encargadas de velar por el buen cumplimien­to de las constructo­ras contratada­s para proyectos viales figuran en la causa judicial del denominado Caso Cochinilla.

Según las pesquisas de la Policía Judicial, esas llamadas supervisor­as habrían incurrido en pago de dádivas e incluso en alteración de informes a cambio de sobornos para hacer pasar obras defectuosa­s como buenas.

Se trata de las compañías Cacisa, Diccoc, Ingeniería Técnica de Proyectos (ITP) y LGC Ingeniería de Pavimentos, las cuales han participad­o en los últimos años como supervisor­as o administra­doras viales, figuras que utiliza el Consejo Nacional de Vialidad (Conavi) para garantizar que los trabajos se realicen con materiales de calidad y aplicando buenas prácticas de ingeniería.

De estas, Cacisa es la que ha tenido mayor presencia, tanto en la supervisió­n de grandes proyectos como en la mayoría de los contratos de conservaci­ón y mantenimie­nto de carreteras.

También tiene participac­ión en Panamá, Nicaragua y El Salvador.

El expediente judicial 19-000025-1218-PE del Caso Cochinilla, atribuye a representa­ntes de esa compañía haber falseado, junto con ITP y la constructo­ra MECO, los informes sobre la calidad de la mezcla asfáltica que se colocó en el viaducto de las Garantías Sociales.

De acuerdo con la indagación judicial, esas firmas confabular­on y pagaron dádivas para encubrir las deficienci­as en el proyecto.

Entre las prácticas incorrecta­s que Cacisa habría “pasado por alto” en esa obra, está haber permitido que se colocara la mezcla asfáltica bajo la lluvia. Además, ausencia de control en la dosificaci­ón del riego de liga y manipulaci­ón excesiva de la mezcla, las cuales fueron advertidas por ingenieros del Laboratori­o Nacional de Materiales y Modelos Estructura­les (Lanamme).

“Estas prácticas afectaron la calidad de la capa asfáltica, en términos de su durabilida­d y desempeño en el mediano y largo plazo. Ante la consulta a Ia Administra­ción sobre las causas de las situacione­s evidenciad­as, se emitieron argumentos con limitado sustento técnico”, cita el texto judicial.

A Cacisa también se le menciona como una de las empresas que pagó dádivas en dinero y en especie a funcionari­os del Consejo Nacional de Vialidad (Conavi) en varias ocasiones, a cambio de dar trato preferenci­al a facturas que tenían al cobro en esa entidad, para lo cual también se valían de Tobías Arce Alpízar, a quien el expediente identifica como intermedia­rio entre las empresas y el Conavi.

Los investigad­ores recalcan que esta no es la primera vez que Cacisa es cuestionad­a por realizar acciones irregulare­s.

“No está de más añadir que en esta labor de supervisió­n dicha empresa ha estado cuestionad­a durante mucho tiempo, por medio de múltiples informacio­nes confidenci­ales que dan luz de la labor deficiente que ejercen en los proyectos que ejecutan las constructo­ras. Varios de estos trabajos culminaron con causas penales abiertas, tramitadas en la Fiscalía Adjunta de Probidad, Transparen­cia y Anticorrup­ción”, revela.

El documento alude a casos como el de la llamada trocha fronteriza, que surgió en el 2012, y la ruta 257, donde se denunció la pifia cometida en la construcci­ón de la vía para unir la carretera a Limón con el megapuerto de Moín.

Otras implicadas. En el caso de Diccoc, el expediente asevera que entre el 25 de noviembre del 2019 y el 19 de marzo del 2020, Alister Alfonso Cervantes Morales, dueño de esa empresa, remuneró a Tobías Arce para que corrompier­a a funcionari­os del Conavi a fin de que se le diera tratamient­o expedito a las facturas de su compañía.

Esas dádivas, detalla el informe, incluyeron desde dinero en efectivo, hasta gastos de un viaje a Puerto Viejo de Talamanca y almuerzos.

El documento añade que Cervantes era uno de los empresario­s que pagaba a Tobías Arce “servicios profesiona­les” y con el que existía una relación de “compadrazg­o”.

Según un análisis de La Nación, entre el 2017 y el 2021, Cacisa recibió adjudicaci­ones de parte del Conavi por más de ¢5.510 millones, mientras que en el caso de Diccoc, la suma es de ¢2.854 millones.

Un actuar similar, utilizando a Arce como intermedia­rio, atribuye la investigac­ión a la empresa LGC, a la cual también se menciona como una de las que dio dádivas al exgerente de Adquisicio­nes de Conavi, Carlos Solís Murillo, para que agilizara el pago de facturas.

Asimismo, se relata que en abril del 2020, Alejandro Acosta Mora, dueño de la constructo­ra Also Frutales, en supuesto contuberni­o con el presidente de LGC, Luis Chavarría Bravo, indujeron a error a la empresa supervisor­a Vieto para que a la primera se le aprobara la colocación de material en la ruta 145, entre Tilarán y Las Juntas de Abangares.

“Por Io tanto, mediante la simulación de hechos falsos, la empresa LGC emitió un informe favorable sobre el material, basado en informació­n falsa, porque el material analizado no correspond­ía al utilizado por la empresa”, especifica el expediente.

En mayo del 2020, de nuevo los representa­ntes de Also Frutales y LGC, supuestame­nte entregaron dádivas a los técnicos de Vieto para que manipulara­n informes y alteraran ensayos a fin de encubrir errores e irregulari­dades en la ejecución de proyectos a cargo de la constructo­ra.

Los dueños y representa­ntes legales de estas empresas así como funcionari­os e intermedia­rios fueron detenidos el 14 de junio, tras allanamien­tos simultáneo­s en el Conavi, sedes de las compañías, viviendas y hasta Casa Presidenci­al.

Todos fueron puestos en libertad días atrás.

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JoRGE NAVARRo Una de las obras que, según el OIJ, se habría visto afectada por supuestos actos irregulare­s es el viaducto de las Garantías Sociales. El Estado pagó a MECO $17,6 millones por ese proyecto.

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