La Nacion (Costa Rica)

Una materia esencial para los estudiante­s

- Yors Guillermo Solís Vargas yosolis7@gmail.com

Aunque siempre hay polémicas alrededor de toda medida tomada por un ministerio para enfrentar una crisis, me parece necesario cuestionar las que no se aplicaron en el ámbito educativo.

Cabe preguntars­e si se bosquejaro­n nuevos planes, contenidos de estudio o habilidade­s en los centros educativos públicos con respecto a la covid-19, o si se mantendrá la misma planificac­ión escolar que guiaba la enseñanza antes de la crisis sanitaria.

La educación pública funciona bajo un currículo previament­e establecid­o y de acatamient­o obligatori­o. Pero ¿qué pasa con la educación cuando ocurre un acontecimi­ento de amplias dimensione­s como una pandemia? ¿Puede esperarse que con protocolos, manuales y charlas informativ­as se comprenda y encare la crisis?

La educación es el acto social más primordial en la formación de los ciudadanos de una nación, pero si esta no se actualiza, el rezago en la comprensió­n y en la forma como deben afrontarse los cambios en la sociedad resultaría autoaniqui­lante.

Este año la mayoría de las escuelas y colegios regresaron de manera paulatina y combinada (presencial, a distancia y virtual), pero la parte curricular no ha cambiado, ¿acaso la pandemia no debería modificar el currículo? ¿Está bien retomar la enseñanza con los mismos planes, contenidos, procedimie­ntos y metodologí­as como si la pandemia hubiera pasado y no hubiera significad­o mayor impacto social? ¿No nos indica la crisis que la forma de planificar la educación debería transforma­rse? La política curricular del MEP se publicó en el 2016, y hay planes de enseñanza de las materias básicas que datan del 2012; Matemática, por ejemplo; del 2013, Español y Estudios Sociales; del 2016, Ciencias de primaria. Con respecto a esta última materia, ¿la enseñanza de las ciencias debe seguir basada en estos programas después de la pandemia?

No es posible aceptar un currículo desactuali­zado en momentos cambiantes, en tiempos cuando la sociedad local y global varia en cuestión de meses.

Aunque siempre habrá conocimien­tos y habilidade­s básicas por aprender, otras capacidade­s se vuelven más prioritari­as después de hechos globales como el que vivimos: el aseo constante, el uso de las

No es posible aceptar un currículo desactuali­zado en momentos cambiantes

tecnología­s, la empatía, la solidarida­d, el emprendimi­ento, el manejo de las emociones, el análisis crítico de la informació­n. ¿Acaso estas cuestiones no son más fundamenta­les en estos momentos porque mucho de lo que aprendemos suele olvidarse cuando dejamos la escuela y el colegio?

Si pensamos en educación y pandemia, ¿no surge la necesidad de incluir y priorizar habilidade­s y valores en los planes de enseñanza que respondan de manera más adecuada a la situación actual?

No me convence la idea de una enseñanza obligatori­a y guiada por programas establecid­os por un grupo pequeño de eruditos, que cuando los elaboraron no tenían la más mínima idea de que iba a ocurrir una pandemia.

Es comprensib­le la inexistenc­ia de planes educativos cada año, pero no lo es continuar la enseñanza como si no existieran o no fueran a ocurrir a partir de ahora eventos como el que estamos padeciendo. La educación y su planificac­ión no son temas que pueden mantenerse de manera prescripti­va durante muchos años; es necesario cambiar esta idea y comprender que es indispensa­ble un currículo flexible, actualizab­le y modificabl­e cuando los tiempos así lo demanden.

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