Integridad moral
En Página quince de este jueves, Fernando Zamora Castellanos presenta, en su artículo, estrategias contra la corrupción dignas de ser tomadas en cuenta. Por supuesto, es menester, si queremos combatir ese flagelo que tanto afecta la institucionalidad y carcome nuestros limitados recursos económicos y nuestro sistema democrático, llevar a cabo la descentralización mediante una sana regionalización, que facilite la toma de decisiones y controles, así como la eliminación de manuales y procedimientos que la burocracia se ha inventado para justificar su existencia y que abre amplios espacios de discrecionalidad o tramitomanía que son caldos de cultivo para la corrupción.
Pero por encima de eso, que Fernando Zamora no menciona, está la integridad moral de quien lidere el proceso. Nada ganamos con regionalizar y eliminar trámites innecesarias si ponemos en la cabeza de todo el sistema a personas que han demostrado en diferentes oportunidades que los aspectos morales y éticos no son parte de su esencia.
Aquellos que se han escondido y han desparecido en el momento de dar la cara y demostrar la decencia de sus actos no merecen dirigir este país si aspiramos a corregir nuestro mal mayor, que es la corrupción. De ahí que sí, Zamora, todo está muy bien, pero no debemos poner a los ratones a cuidar el queso.
Freddy Coto Varela
Cartago