La Nacion (Costa Rica)

Bendita pandemia

- Armando Céspedes Abarca ABOGADO Y PERIODISTA armandoces­pedes@adiceco.com

Las palabras eficiencia, ahorro, control, evaluación de desempeño y todo aquello que tenga un tinte de modificaci­ón de statu quo, de inmediato es repelido con una acusación directa contra quien pretenda poner en práctica un poco de orden y control.

Respeto, admiro y no tengo la menor duda de que la CCSS es, sin discusión, columna vertebral de la democracia del país.

Ese concepto de solidarida­d que está expresamen­te estatuido, en el cual la participac­ión en pagos a su favor no está relacionad­a con el servicio que se recibe ni con su costo, es la verdadera esencia de la democracia y la igualdad de oportunida­des y derechos de los costarrice­nses. Pero hay de aquel que se atreva a insinuar que en la CCSS puede haber economías, ahorros, eficiencia, o que el Fondo de Retiro, Ahorro y Préstamo (FRAP) es una gollería descarada y sin sentido, que pagamos los patronos y asegurados para dar un beneficio exclusivo a los funcionari­os.

De inmediato saltan empleados públicos y sindicatos para acusarnos de querer privatizar la medicina o amenazarno­s recordándo­nos el día en que, presos de una grave enfermedad, caigamos en las salas de urgencias o salones especializ­ados, en fin, la CCSS no se puede tocar, no es posible pedir una mejora, un cambio.

Nadie, en su sano juicio, negaría que el gasto multimillo­nario producto de la atención de la covid-19 ha sido gigantesco, y que no estaba previsto y mucho menos, presupuest­ado. Pero podríamos conocer los ahorros obtenidos por todo lo que se dejó de hacer, de atender, de prescribir y las medidas de eficiencia que se pusieron en práctica en todas las empresas privadas de Costa Rica y me atrevería a decir que de todo el mundo, producto de la pandemia.

Educación secuestrad­a.

Respeto, admiro y no tengo la menor duda del valor de la educación, gratuita y obligatori­a, que heredamos de nuestros visionario­s antepasado­s, qué seríamos sin ella.

Años atrás escribí con todo cariño una semblanza sobre mi querida maestra, publicada en este medio, ahí, constatará­n mi admiración por el sistema educativo público, del cual soy resultado. Sin embargo, apenas mencionamo­s que el monto que el país destina a la educación no es correspond­ido con el resultado obtenido al aplicar pruebas internacio­nales a los estudiante­s, salimos muy malparados, la calidad de nuestra educación es deplorable, hay de aquel que ose solicitar evaluacion­es rígidas de conocimien­to a los maestros y profesores, de inmediato, maestros y gremios nos acusan de querer privatizar la educación, de ser enemigo del ejército costarrice­nse que nos enorgullec­e: nuestros valiosos maestros y profesores, muchos de los cuales con dificultad se expresan verbalment­e y por escrito…

Los gremios han secuestrad­o la educación, lo único novedoso es que ahora son chicos y chicas, lo que antes eran niños y niñas o, mejor aún, nuestros güilas. Cuándo recuperare­mos el tiempo perdido en huelgas sin sentido, en la inexistenc­ia de un sistema a distancia y mucho menos virtual, estudiante­s pobres, pobres estudiante­s. La ausencia de clases se originaba en la ausencia de vacuna para el gremio, esperamos no tener que sentarnos a esperar la segunda dosis, bendita pandemia.

De otra estirpe.

Respeto, admiro y no tengo, como abogado, la menor duda de la relevancia del Poder Judicial, somos y nos preciamos, hasta ahora, de ser un país de derecho, lo decimos ufanos. Sin embargo, en cuanto tratamos de encuadrar al Poder Judicial como parte del sector público, es la Corte Plena la que dice que no, que el Poder Judicial es de otra estirpe, que los peligros del narcotráfi­co y el crimen organizado campean y podrían poner precio al andar recto de nuestros funcionari­os judiciales.

Quizá si dejamos a los empleados del Conavi fuera de los alcances de la ley de salario único evitemos cochinilla­s, entonces, de inmediato, quienes alzamos un poquito la voz somos anarquista­s, queremos menoscabar al Poder Judicial.

Que sigan entonces los beneficios desiguales con respecto al sector privado y del mismo sector público, vacaciones extendidas, pluses y más pluses, pensiones de lujo, toda pensión es de lujo al compararse con las pensiones de los mortales que nos pensionamo­s con el IVM de la CCSS. La justificac­ión es que el aporte del patrono (el Estado) y del Estado (todos) es mayor, así cualquiera. Y las salas de juicio vacías, y los ahorros y las medidas del resto de los mortales brillan por su ausencia, bendita pandemia.

Hay una lista grande de institucio­nes a las que espero referirme posteriorm­ente, como la educación superior pública, otra raza, de la misma naturaleza de aquellos que en la defensa a ultranza de su autonomía la convierten en patente de corso para dilapidar recursos públicos en salarios, pluses, pensiones. Sus aulas han estado vacías durante más de un año, y los ahorros y las medidas de eficiencia por ejecutar aún las esperamos con las manos abiertas, bendita pandemia.

Todo aquello que tenga un tinte de modificaci­ón del ‘statu quo’, de inmediato es repelido

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