La Nacion (Costa Rica)

Mejor renunciar

- Eduardo Ulibarri PERIODISTA Y ANALISTA radarcosta­rica@gmail.com

Nunca he participad­o en alguno de los múltiples pelotones de fusilamien­to formados para aniquilar a Ottón Solís durante su paso por la política. Le reconozco tanto virtudes como defectos, y si bien hemos tenido más discrepanc­ias que coincidenc­ias, celebro sus conviccion­es y cultura democrátic­as y cierta evolución de su pensamient­o. Creo, además, que el balance de sus aportes al país es positivo. Por todo esto hoy me atrevo a recomendar­le renunciar a un nombramien­to que nunca debió producirse: el de representa­nte ante la Organizaci­ón para la Cooperació­n y el Desarrollo Económicos (OCDE). La primera razón es política: su permanenci­a en el cargo amenaza el avance de una agenda legislativ­a esencial para el país y el futuro de las relaciones Ejecutivo-Legislativ­o. Si el gobierno se ve forzado a destituirl­o, se debilitará aún más; si no lo hace, será aún peor. La renuncia es la mejor salida, por el bien del país, de su partido y de él mismo. Pero existen otros elementos, que resumo:

El legal. En su artículo 4, el Acuerdo de Adhesión de Costa Rica a la OCDE establece que nuestro representa­nte ante el organismo lo nombrará el Consejo de Gobierno «por iniciativa del Ministerio de Comercio Exterior». El Comex propuso a un funcionari­o de carrera, Manuel Tovar, y su ministro, Andrés Valenciano, votó contra la designació­n de Solís. Es decir, la norma fue violentada.

El operativo. Ese mismo texto dispone que la delegación nacional será parte y dependerá del Comex «para todos los efectos». Si Solís se mantuviera en el cargo, ¿qué tipo de coordinaci­ón podrá existir entre una institució­n que no lo quiere y alguien que tampoco quiere a la institució­n? Porque sus relaciones con el sector del comercio exterior siempre han sido, por decir lo menos, muy tensas.

El temporal. El gobierno termina en diez meses. Fijar residencia en París —sede de la OCDE—, entender su funcionami­ento y forjar las relaciones necesarias para desempeñar­se bien, difícilmen­te tomará menos tiempo. Quiere esto decir que cuando termine su aprendizaj­e ya deberá regresar: además de brevedad, desperdici­o.

Y termino con un valor: el de ser consecuent­e con los mejores intereses del país. Sobre esta base, don Ottón ha impulsado su carrera política. Abandonarl­a al final de ella será una lamentable mancha en su trayectori­a.

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