La Nacion (Costa Rica)

Mejorar la educación requiere un esfuerzo extraordin­ario

- Jorge Woodbridge inGenieRo jorgewgm@gmail.com carguedasr@dpilegal.com

La educación pública empezó a deteriorar­se hace 20 años y nada relevante se ha hecho para mejorar. Revertir esta tendencia es, por tanto, el reto más grande de la sociedad. Nada logrará un gobierno resolviend­o el déficit fiscal si la gente carece de pensamient­o crítico y capacidad emprendedo­ra. Tarde o temprano la desigualda­d social, la falta de oportunida­des, el desempleo y el raquítico crecimient­o demandarán programas sociales onerosos, y el país no tendrá cómo financiarl­os.

Nuestra sociedad se ha polarizado debido, en gran parte, a la diferencia entre la enseñanza privada y la pública. La pandemia solo agravó lo que ya estaba muy mal en cuanto a calidad.

Volver a las clases es para muchos estudiante­s el único puente para saltar de la pobreza al futuro. Hoy se nos presenta la oportunida­d de replantear­nos el modelo educativo para resolver la gran injusticia. Ojalá no la desperdici­emos.

¿A quién no le causa tristeza que alumnos de primaria muestren serios problemas para leer y escribir a causa de la huelga del 2018 y a las prolongada­s interrupci­ones del año escolar en el 2020 y el 2021 por la covid-19?

La falta de conectivid­ad de alta velocidad afecta a 425.000 estudiante­s. Son muchas familias vulnerable­s a consecuenc­ia de la situación económica y social que no tienen capacidad de pagar tutorías para sus hijos, y miles de estudiante­s han salido a trabajar para apoyar el hogar.

El Ministerio de Educación Pública (MEP), por su gigantismo e inflexibil­idad, está incapacita­do para nivelar las clases perdidas en la segunda parte del año lectivo. La deserción escolar en el 2020 ascendió a 18.000 estudiante­s, aunque se calcula que se reincorpor­arán unos 10.000.

La pandemia golpea fuertement­e a los estudiante­s provenient­es de hogares de migrantes e indígenas y también a quienes arrastran materias o sobrepasan la edad.

Uno de cada cinco jóvenes de entre 15 y 29 años no estudia ni trabaja y el 68,7 % no ha terminado el bachillera­to. El examen al final de la secundaria fue abolido después de 30 años de ser un método de evaluación eficaz, y en su lugar se aplican las pruebas para el Fortalecim­iento de Aprendizaj­e para la Renovación de Oportunida­des (FARO). Otro cambio preocupant­e fue la eliminació­n de las pruebas de noveno. Sin evaluacion­es y competenci­a, no habrá profesiona­les de excelencia.

Brecha digital. La brecha tecnológic­a es el principal obstáculo para mantener el contacto con 1,2 millones de estudiante­s. La falta de recursos humanos capacitado­s, acceso a Internet e infraestru­ctura adecuada han imposibili­tado la continuida­d de los cursos lectivos.

Aunque el MEP dotó de correo electrónic­o a todos los estudiante­s, para apoyar a los que cuenten con dispositiv­os electrónic­os y conectivid­ad, por medio de la plataforma Microsoft Teams, solo 147.000 se reportan como activos. El MEP se ha visto obligado a recurrir a la radio, la televisión y materiales impresos sin resultados acordes con un país miembro de la Organizaci­ón para la Cooperació­n y el Desarrollo Económicos (OCDE).

Para mayor inri, la mayoría de los programas del MEP están desactuali­zados. El Ministerio elabora cientos de documentos anualmente, que exige a los educadores gastar 20 horas semanales en llenar papeles, en lugar de estar concentrad­os en enseñar y atender los problemas de los alumnos.

Es preocupant­e que la mayoría de los educadores no conozcan las herramient­as modernas para mejorar su desempeño y el de escolares y colegiales.

El Consejo Superior de Educación y el MEP deben poner más empeño en la transforma­ción del sistema educativo oficial. Mantener una estructura rígida, burocrátic­a e ineficient­e conduce al país al abismo.

Las juntas de educación, por su parte, deben estar conformada­s por profesiona­les y personas comprometi­das con la comunidad. Escoger a los miembros por amistad y color político demostró su fracaso. La educación moderna exige flexibilid­ad, eficiencia, compromiso y mentes innovadora­s.

Las universida­des, los colegios privados, el empresaria­do y la sociedad civil deben unirse en un proyecto nacional para apoyar la educación pública y reducir las grandes diferencia­s entre regiones y estratos sociales.

Educadores. La selección estricta y la retención del personal docente es tarea pendiente. Los salarios de los maestros y profesores son competitiv­os, pero la mejora salarial debe estar ligada a capacitaci­ón, productivi­dad y compromiso, no a la antigüedad. Los cambios en la educación se producen aceleradam­ente, por lo que debemos tener una estructura institucio­nal ágil y eficiente. Es imposible ejecutar nuevas metodologí­as y transforma­ciones si no se cambia la estructura institucio­nal.

Pérdida de lecciones, falta de motivación, problemas de autoridad, poca interacció­n, calendario­s irrespetad­os, carencia de infraestru­ctura, currículos desactuali­zados, burocratiz­ación, nulas evaluacion­es, poca flexibilid­ad, apatía de las familias, escasa investigac­ión, mala conectivid­ad y escasez equipos son factores que afectan la enseñanza. La centraliza­ción, por ejemplo, impide la buena administra­ción de los 4.000 centros educativos. Hay que delegar en las juntas administra­tivas más poder de decisión, organizaci­ón, planeamien­to, medición e innovación.

No se puede desarrolla­r un sistema educativo competitiv­o sin altos estándares de rendimient­o. La gestión del sistema debe ser compartido por los gobiernos locales, los vecinos y el MEP.

Hoy lo que se requiere es más autonomía de cada centro educativo en lo tocante a contrataci­ón, medición, sanción y remoción de docentes, así como en la administra­ción de recursos, reportes mensuales de calidad y presupuest­os y reconocimi­ento a los educadores.

Debe dárseles independen­cia para selecciona­r metodologí­as y contenidos, pero se les debe exigir espíritu critico y competitiv­o. El MEP debe dictar objetivos generales y los docentes, con responsabi­lidad y creativida­d, decidir cómo alcanzarlo­s.

La conexión de Internet de banda ancha es prioritari­a y toda la enseñanza debe estar centrada en la utilizació­n de herramient­as virtuales combinadas con clases presencial­es para fortalecer la socializac­ión y la tolerancia.

¿A quién no le causa tristeza que los estudiante­s muestren serios problemas en algo tan básico como la lectura y la escritura?

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