Mejorar la educación requiere un esfuerzo extraordinario
La educación pública empezó a deteriorarse hace 20 años y nada relevante se ha hecho para mejorar. Revertir esta tendencia es, por tanto, el reto más grande de la sociedad. Nada logrará un gobierno resolviendo el déficit fiscal si la gente carece de pensamiento crítico y capacidad emprendedora. Tarde o temprano la desigualdad social, la falta de oportunidades, el desempleo y el raquítico crecimiento demandarán programas sociales onerosos, y el país no tendrá cómo financiarlos.
Nuestra sociedad se ha polarizado debido, en gran parte, a la diferencia entre la enseñanza privada y la pública. La pandemia solo agravó lo que ya estaba muy mal en cuanto a calidad.
Volver a las clases es para muchos estudiantes el único puente para saltar de la pobreza al futuro. Hoy se nos presenta la oportunidad de replantearnos el modelo educativo para resolver la gran injusticia. Ojalá no la desperdiciemos.
¿A quién no le causa tristeza que alumnos de primaria muestren serios problemas para leer y escribir a causa de la huelga del 2018 y a las prolongadas interrupciones del año escolar en el 2020 y el 2021 por la covid-19?
La falta de conectividad de alta velocidad afecta a 425.000 estudiantes. Son muchas familias vulnerables a consecuencia de la situación económica y social que no tienen capacidad de pagar tutorías para sus hijos, y miles de estudiantes han salido a trabajar para apoyar el hogar.
El Ministerio de Educación Pública (MEP), por su gigantismo e inflexibilidad, está incapacitado para nivelar las clases perdidas en la segunda parte del año lectivo. La deserción escolar en el 2020 ascendió a 18.000 estudiantes, aunque se calcula que se reincorporarán unos 10.000.
La pandemia golpea fuertemente a los estudiantes provenientes de hogares de migrantes e indígenas y también a quienes arrastran materias o sobrepasan la edad.
Uno de cada cinco jóvenes de entre 15 y 29 años no estudia ni trabaja y el 68,7 % no ha terminado el bachillerato. El examen al final de la secundaria fue abolido después de 30 años de ser un método de evaluación eficaz, y en su lugar se aplican las pruebas para el Fortalecimiento de Aprendizaje para la Renovación de Oportunidades (FARO). Otro cambio preocupante fue la eliminación de las pruebas de noveno. Sin evaluaciones y competencia, no habrá profesionales de excelencia.
Brecha digital. La brecha tecnológica es el principal obstáculo para mantener el contacto con 1,2 millones de estudiantes. La falta de recursos humanos capacitados, acceso a Internet e infraestructura adecuada han imposibilitado la continuidad de los cursos lectivos.
Aunque el MEP dotó de correo electrónico a todos los estudiantes, para apoyar a los que cuenten con dispositivos electrónicos y conectividad, por medio de la plataforma Microsoft Teams, solo 147.000 se reportan como activos. El MEP se ha visto obligado a recurrir a la radio, la televisión y materiales impresos sin resultados acordes con un país miembro de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).
Para mayor inri, la mayoría de los programas del MEP están desactualizados. El Ministerio elabora cientos de documentos anualmente, que exige a los educadores gastar 20 horas semanales en llenar papeles, en lugar de estar concentrados en enseñar y atender los problemas de los alumnos.
Es preocupante que la mayoría de los educadores no conozcan las herramientas modernas para mejorar su desempeño y el de escolares y colegiales.
El Consejo Superior de Educación y el MEP deben poner más empeño en la transformación del sistema educativo oficial. Mantener una estructura rígida, burocrática e ineficiente conduce al país al abismo.
Las juntas de educación, por su parte, deben estar conformadas por profesionales y personas comprometidas con la comunidad. Escoger a los miembros por amistad y color político demostró su fracaso. La educación moderna exige flexibilidad, eficiencia, compromiso y mentes innovadoras.
Las universidades, los colegios privados, el empresariado y la sociedad civil deben unirse en un proyecto nacional para apoyar la educación pública y reducir las grandes diferencias entre regiones y estratos sociales.
Educadores. La selección estricta y la retención del personal docente es tarea pendiente. Los salarios de los maestros y profesores son competitivos, pero la mejora salarial debe estar ligada a capacitación, productividad y compromiso, no a la antigüedad. Los cambios en la educación se producen aceleradamente, por lo que debemos tener una estructura institucional ágil y eficiente. Es imposible ejecutar nuevas metodologías y transformaciones si no se cambia la estructura institucional.
Pérdida de lecciones, falta de motivación, problemas de autoridad, poca interacción, calendarios irrespetados, carencia de infraestructura, currículos desactualizados, burocratización, nulas evaluaciones, poca flexibilidad, apatía de las familias, escasa investigación, mala conectividad y escasez equipos son factores que afectan la enseñanza. La centralización, por ejemplo, impide la buena administración de los 4.000 centros educativos. Hay que delegar en las juntas administrativas más poder de decisión, organización, planeamiento, medición e innovación.
No se puede desarrollar un sistema educativo competitivo sin altos estándares de rendimiento. La gestión del sistema debe ser compartido por los gobiernos locales, los vecinos y el MEP.
Hoy lo que se requiere es más autonomía de cada centro educativo en lo tocante a contratación, medición, sanción y remoción de docentes, así como en la administración de recursos, reportes mensuales de calidad y presupuestos y reconocimiento a los educadores.
Debe dárseles independencia para seleccionar metodologías y contenidos, pero se les debe exigir espíritu critico y competitivo. El MEP debe dictar objetivos generales y los docentes, con responsabilidad y creatividad, decidir cómo alcanzarlos.
La conexión de Internet de banda ancha es prioritaria y toda la enseñanza debe estar centrada en la utilización de herramientas virtuales combinadas con clases presenciales para fortalecer la socialización y la tolerancia.
¿A quién no le causa tristeza que los estudiantes muestren serios problemas en algo tan básico como la lectura y la escritura?