La Nacion (Costa Rica)

Solo una parte de la gente aún no inoculada puede tildarse de ‘antivacuna­s’

››Quienes no han llegado por las dosis pueden dividirse en tres grupos

- Irene Rodríguez S. irodriguez@nacion.com

Más de 800.000 personas en el país seguían sin aplicarse la vacuna contra la covid-19, según los últimos datos de la Caja Costarrice­nse de Seguro Social (CCSS). ¿Será que ya se vacunaron todos los que querían y ahora solo quedan quienes la rechazan? La respuesta en realidad es más compleja y debe tomar en cuenta situacione­s, si se quiere, previsible­s, en una de las mayores campañas de vacunación de la historia.

Conocedore­s del tema consultado­s por La Nación coinciden en que no se trata de la acción de los antivacuna­s, pues solo una minoría de todos esos ausentes podría recibir ese calificati­vo.

En su criterio, las personas que no han llegado a recibir las dosis contra la enfermedad pandémica podrían dividirse en tres grupos: por un lado están quienes, por un motivo u otro, no han tenido acceso a la vacuna; un segundo grupo, el más grande, lo forman quienes tienen dudas y temores que pueden considerar­se normales, pero que podrían ser aclarados. La mayoría de estas personas sí se vacunarían posteriorm­ente.

Finalmente, están quienes de forma tajante rechazan el fármaco. De este último grupo se desprende un subgrupo que incluso busca disuadir a otros individuos de recibir el biológico.

Aparte, hay un número todavía más pequeño de individuos que, por condicione­s de salud, tienen la recomendac­ión médica de no vacunarse.

Falta de acceso. Para los habitantes del Valle Central o de los sitios más poblados de las zonas rurales, puede resultar difícil de entender que haya personas a las que no se les ha podido vacunar. Sin embargo, existen comunidade­s o viviendas que están muy alejadas, a las que no se ha llegado a pesar de los esfuerzos de los trabajador­es de la salud.

“Disponibil­idad y acceso no es lo mismo. Podrán tener un millón de vacunas, que si las personas no tienen cómo llegar a ellas o, para los vacunadore­s, es difícil llevarlas, va a demorar más tiempo aplicarlas”, puntualizó en su cuenta de Twitter la especialis­ta en vacunas Rhea Boyd.

Randall Chavarría, director de la Región Huetar Norte de la CCSS, confirmó que en aquella región hay poblados que no solo están muy lejos de los vacunatori­os, sino que también hay mucha distancia entre una casa y otra.

“Si yo abro un punto de vacunación en la Clínica de Santa Rosa (de Pocosol), probableme­nte va a llegar la gente que vive o trabaja alrededor de la Clínica, que anda por ahí. Son unas 5.000 o 6.000 personas de las 33.000 que correspond­en a esa área de salud”, afirmó Chavarría.

También cuentan los subgrupos cuyo acceso se limita no por geografía, sino por edad. Es el caso de los adolescent­es que, aunque sí tienen un producto disponible para ellos, están sujetos a una oferta limitada.

Dudas y temores. Es normal que los seres humanos tengas dudas o sientan miedo, señaló el epidemiólo­go Melvin Anchía, también de la zona norte. Este grupo de individuos con dudas o miedo en relación con la vacuna contra la covid-19 es el más grande, pero si les aclaran sus interrogan­tes, aceptarán ser inyectados.

Frente a esa realidad, las autoridade­s de salud y otros grupos impulsan campañas que respondan a las necesidade­s de cada área de salud, videos explicativ­os e incluso visitas casa por casa para aclarar dudas, sobre todo porque este grupo puede ser presa fácil de la desinforma­ción, que solo los confundirá más.

También se identifica­n individuos que le tienen desconfian­za específica­mente al producto de la farmacéuti­ca

AstraZenec­a y solo quieren que les ofrezcan la vacuna de Pfizer.

Rechazo. El grupo menor es el que más ruido hace. Son pocas las personas que formalment­e rechazan la vacuna y nada las convencerí­a de aplicársel­a, pero lo dicen tanto y tan fuerte, que parecen más, recalcó Anchía.

Entre ellos, además, hay variacione­s. Están los que rechazan todas las vacunas y buscan evadir incluso las que deben recibir sus hijos, y los que solo se oponen a las dosis contra covid-19.

También hay quienes respetan a quienes sí se vacunan, mientras que otros emprenden una especie de cruzada para convencer a la mayor cantidad de personas para que no vayan a inocularse. Un grupo más pequeño podría incluso llegar a prohibir la vacunación en su grupo familiar.

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RAFAEL PAcHEco Los especialis­tas sostienen que muchas personas rechazan ser vacunadas pues tienen temores que se aplacarían con una buena explicació­n. Aquí, un vacunatori­o en La Fortuna, San Carlos.

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