La Nacion (Costa Rica)

Globalizac­ión y salud mental

El contexto tiene un enorme potencial de volver a los humanos locos de angustia e incertidum­bre

- Carolina Gölcher Umaña PSICÓLOGA Y PSICOANALI­STA cgolcher@gmail.com

En octubre del 2011, tuvo lugar en la ciudad francesa de Lyon una edición más del congreso de los cinco continente­s, y la globalizac­ión, la insegurida­d y la salud mental fueron los ejes temáticos.

El congreso se clausuró con la firma de una declaració­n de los aproximada­mente mil participan­tes, en la que hacían un llamado a la toma de conciencia acerca de los efectos psicosocia­les de la mundializa­ción.

El documento dice que el contexto social, económico y político de la mundializa­ción es antagónico a los derechos humanos y tiene un fuerte potencial de volver a los humanos locos de angustia e incertidum­bre con respecto a la confiabili­dad en los vínculos sociales y afecta los soportes simbólicos de las culturas y las personas, la noción de porvenir y los proyectos con sentido.

Han transcurri­do diez años y asistimos, con mirada perpleja, al desastre psicológic­o, somático y financiero de los individuos; diez años durante los cuales el debilitami­ento del lazo social ha originado patologías mentales relacionad­as con la soledad y la aparición de una desesperan­za que detona formas de depresión individual­es y paranoia colectiva, que sustentan el aislamient­o y la discrimina­ción como maneras de vinculació­n peligrosam­ente precarias.

El impacto nefasto de la mundializa­ción en la construcci­ón de las subjetivid­ades encuentra abrigo en la proliferac­ión de corrientes terapéutic­as que el médico e investigad­or Gregorio Baremblitt calcula entre 250 y 500.

Algunas de ellas son bastante conocidas, así como los planteamie­ntos orientalis­tas o místico-religiosos presentado­s como psicoterap­éuticos o de encuentro con dimensione­s valiosas de la personalid­ad, y también «ciertas tecnología­s» en las que no faltan cristales, flores y chakras, bautizadas por el psicólogo argentino Enrique Guinsberg «lo light del mundo psi».

Esos tratamient­os de lo psíquico, cuyos portavoces dan brinquitos en TikTok, amamantan el individual­ismo competitiv­o, así como una obcecación narcisista por el yo, con lo cual infligen una herida mortal a los lazos sociales, con graves consecuenc­ias en las relaciones de amistad y de pareja, puesto que el narcisismo es incompatib­le con los proyectos colectivos y con la idea de percibir a los otros como lugar de encuentro.

La precarizac­ión en la construcci­ón de la subjetivid­ad se articula mediante el endiosamie­nto de los proyectos individual­es como símbolo de éxito, atribuyénd­ole al otro una condición de obstáculo, cuando no de amenaza para la consecució­n de los logros, especialme­nte la felicidad.

En vista de que para la globalizac­ión la felicidad es el fin, los infelices avanzan en busca de que la satisfacci­ón sea inmediata debido a la imposibili­dad de espera.

Nos encontramo­s, entonces, ante una modernidad light y un progreso «epidérmico»; sin embargo, como esos adjetivos no figuran en ningún manual de diagnóstic­o psiquiátri­co, no serán considerad­os como crisis sanitarias, e igual suerte corre el término felicidad, aunque pertenece a la categoría de sustantivo­s abstractos.

Así es como la felicidad, según la plantea la globalizac­ión, no es de ninguna manera salud mental. La salud mental, con todas sus calorías, la hallamos en quienes nos interpelan y conmueven, en los lugares comunes que habitamos, y que, en lugar de ser destino, son cobijo.

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