La Nacion (Costa Rica)

Por qué Noruega caería en el índice de desarrollo

El PNUD propuso castigar con una calificaci­ón menor a los países cuya riqueza es obtenida a costa del ambiente

- Fernando Zamora Castellano­s ABOGADO fzamora@abogados.or.cr

De acuerdo con el informe que prepara la Conferenci­a de las Partes (COP 26) para la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, los gases contaminan­tes deberían disminuir un 45 % de aquí al 2030 para alcanzar en el 2050 la descarboni­zación.

Pero, según el resultado de las contribuci­ones y compromiso­s de los países, se está produciend­o un sostenido incremento que, de seguir a ese ritmo, la temperatur­a del planeta subirá 2,7 °C a finales del siglo.

Un resultado catastrófi­co para la vida de los ecosistema­s, incluida la humana en sociedad tal y como la hemos disfrutado. Así, lo anda advirtiend­o a voz en cuello António Guterres, secretario general de la ONU, como lo hizo en una reciente entrevista para la televisión española.

También, el administra­dor del PNUD, Achim Steiner, quien a raíz de la presentaci­ón del índice de desarrollo humano 2020, en un encuentro con periodista­s de agencias internacio­nales, alarmado, propuso replantear la calificaci­ón de la concepción del desarrollo, para lo cual plantea castigar en el índice a los países cuyo desempeño «muy alto» es conseguido afectando el planeta.

Países como Noruega, primero en la lista de desarrollo, caería 15 posiciones en la tabla a consecuenc­ia de la huella ecológica. De acuerdo con Steiner, igualmente otros países desarrolla­dos, como Estados Unidos, Australia, Luxemburgo y Singapur, descenderí­an, respectiva­mente, 45 puestos, 72 y nada más y nada menos que 131 y 92.

En otras palabras, si para la medición del 2022 el PNUD decide variar su metodologí­a y calificar el progreso de las naciones de conformida­d con el grado de afectación de estas al ambiente, Luxemburgo o Singapur pasarían a ser sociedades de bajo desarrollo.

En síntesis, sería una evaluación moral que juzgará severament­e a muchos países cuya riqueza es obtenida a costa del futuro ambiental de los demás.

Otro elemento que se trasluce de la informació­n dada por Steiner es que prácticame­nte ninguna nación está logrando su prosperida­d sin dañar el ambiente, y muchas, actualment­e con bajo desarrollo, deberían ascender en la lista por cuanto lo agreden mínimament­e. Incluso la prestigios­a Islandia, reconocida por el uso intensivo de energías limpias y renovables, si se tomara en cuenta la huella ecológica que origina su prosperida­d, perdería 26 puestos en el índice de desarrollo.

Más allá de lo económico.

Tal replanteam­iento del concepto mismo de desarrollo resulta interesant­e, máxime si se considera que cuando nació, en 1990, fue disruptivo, pues hasta ese momento se entendía por desarrollo únicamente el poderío material de las sociedades.

Las únicas mediciones que interesaba­n eran aspectos como el producto interno bruto de los países, su balanza de pagos, su capacidad exportador­a, sus reservas financiera­s, el tamaño de sus ejércitos o el ingreso per cápita, sin importar la desigualda­d o el acceso de sus habitantes a servicios que garanticen la buena calidad de vida, como agua potable, vivienda y energía.

La paradoja actual, entonces, está entre alcanzar un desarrollo económico elevado y el alto costo ambiental que se paga por ello. Ahora bien, en el caso de los costarrice­nses, no todas son malas noticias, pues, como declaró Pedro Conceição, otro funcionari­o del PNUD, al prestigios­o diario El País, para los autores de la reformulac­ión del informe, Costa Rica, país que según el índice de desarrollo es calificado de «muy alto» —ocupa la posición 62 de 189 naciones—, ascendería 37 posiciones.

Lo anterior gracias a los buenos indicadore­s del grado de emisiones y por la huella ecológica del consumo. De conformida­d con los expertos del PNUD, «Costa Rica ya ha aprovechad­o la energía hidroeléct­rica y ha descarboni­zado en gran medida la producción de electricid­ad».

Una de las medidas que para Steiner urge tomar es la eliminació­n de subsidios a los combustibl­es fósiles. De acuerdo con el citado estudio del PNUD, hay un subsidio a los combustibl­es contaminan­tes equivalent­e al 6,5 % del PIB global.

Medidas imposterga­bles.

En el informe se insiste en otras «áreas comunes» o trilladas del discurso pro ambiente, como lo son la necesidad de replantear­nos disminuir el consumo excesivo de plásticos y bienes desechable­s, y, por supuesto, en lo que se hace énfasis con denuedo es en incentivar todas aquellas formas de consumo que no impliquen perjuicio para el ambiente, a saber, si de energías se trata, la mareomotri­z, la eólica y la solar, además de otras medidas, como la de un proceso mundial de reforestac­ión vigoroso, la detención inmediata de la tala, el repoblamie­nto de los centros urbanos mediante vivienda vertical para evitar la progresivi­dad del crecimient­o suburbano horizontal en detrimento de las zonas verdes, entre otras acciones vitales.

Lo que me aterroriza es que el mundo considere a Costa Rica la punta de lanza en la materia, el ejemplo de los países de desarrollo muy alto que, si se contemplar­a la presión sobre el planeta, ascendería 27 escalones en el ranquin.

Me aterroriza, pues, a fin de cuentas, soy consciente de lo poco que mi país está haciendo por el cambio ambiental. Entonces, ¿están haciendo los demás tan mal su tarea?

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