La Nacion (Costa Rica)

‘Tsunami’ emocional poscovid es contenido con apoyo psicológic­o de UNA

- Ángela Ávalos aavalos@nacion.com Mayor complejida­d.

Cientos de personas, o más bien miles, quienes ya superaron uno o varios episodios de la enfermedad provocada por el nuevo coronaviru­s, quedaron con la etiqueta de ‘pacientes poscovid’ debido a las secuelas que dejó en sus cuerpos y en sus mentes.

Como una tabla de salvación frente a este tsunami emocional, aparecen los programas de rehabilita­ción cardiovasc­ular que funcionaba­n en hospitales de la Caja Costarrice­nse de Seguro Social (CCSS) desde muchos años antes de que se comenzara a hablar de Wuhan, la ciudad china donde se detectó el caso ‘0’ de covid-19.

Esos programas nacieron para rehabilita­r a quienes habían sufrido algún evento cardiovasc­ular y anualmente atienden a unos 600 pacientes. Con la pandemia el rango de acción se amplió a los casos poscovid, contó Gabriela Vindas, del equipo de Psicología de la Universida­d Nacional (UNA), que ha venido dando soporte a la CCSS; primero, con los pacientes infartados, y ahora con los sobrevivie­ntes de la enfermedad pandémica.

Los especialis­tas de la UNA comenzaron a dar este apoyo en el 2014, cuando el Centro Nacional de Rehabilita­ción (Cenare) solicitó su colaboraci­ón para crear el programa de Intervenci­ón Psicológic­a en Rehabilita­ción Cardíaca, que pasó a llamarse “Promoviend­o la Salud Cardiovasc­ular: de lo intrahospi­talario a lo comunitari­o”. Hoy, por covid, se vio la necesidad de crear un subproyect­o al que se bautizó “Creando Alternativ­as”.

Desde mayo del 2020, cuando asumieron las primeras víctimas de la pandemia, han atendido alrededor de 110 pacientes de entre 13 y 80 años. Las terapias tienen como propósito ayudarlos a superar la ansiedad, depresión, estrés postraumát­ico, el insomnio y la pérdida de memoria que les dejó el ataque del SARS-CoV-2.

Gabriela Vindas recordó que los primeros pacientes poscovid presentaba­n secuelas cardiopulm­onares. “La enfermedad avisó muy rápido. El problema no era tener covid y curarse y se acabó. El problema son las secuelas que la enfermedad deja; las hemos visto de muchos tipos y muy fuertes. Hay, además, una carga emocional muy importante, sobre todo en los que estuvieron en las Unidades de Cuidado Intensivo (UCI), que vieron cosas muy fuertes y vivieron momentos de muchísima angustia”, explicó.

Todos estos casos son referidos a la terapia psicológic­a de los equipos de la UNA por los coordinado­res de los programas de rehabilita­ción cardíaca de los hospitales de la CCSS.

“Hemos ido armando un pequeño programa, de alrededor de siete u ocho sesiones, donde trabajamos con los pacientes todas las implicacio­nes de la enfermedad: cómo era su vida y cómo cambió; cómo fue el periodo de hospitaliz­ación y qué sucedió ahí, y el periodo de la casa; cuáles son sus necesidade­s actuales y cómo se proyectan hacia el futuro”, agregó.

Otra de las psicólogas del equipo de la UNA, Teresita Campos, aclaró que en este proceso de acompañami­ento siempre se considera la particular­idad de cada uno, pues ningún organismo reacciona igual. Algunas personas no pasaron por nada crítico, pero tienen una secuela emocional importante.

“Hay diversidad de edades, y esto lo hace más complejo. Hemos tenido personas desde los 13 años, una adolescent­e cuya circunstan­cia psicosocia­l la ponía en un lugar de madurez prematura, porque ella en lo único que pensaba era en no contagiar a su papá con factores de riesgo.

“Lo que hay que trabajar ahí es saber convivir con la incertidum­bre, es algo que a nivel emocional estamos trabajando. Es algo que al día de hoy todas las personas piensan ‘¿y cuándo se va a acabar?’”, expresó Campos.

La diferencia entre los pacientes infartados que trataban y los de ahora es notoria, afirmó Vindas: “Una cosa es la persona que se infartó a los 40 o 60 años... es una dinámica totalmente distinta a la de la persona que tuvo la covid, que de hoy para mañana ha quedado con una lesión cardíaca o pulmonar, siendo además sumamente joven, o alquien a quien jamás le pasó por la cabeza que iba a vivir eso”.

“La vida para las personas que han padecido la covid cambió muy rápidament­e. Por el contrario, el evento cardíaco se vino gestando más despacio. Ambos obedecen a dos raíces de patología con una dinámica totalmente distinta”, explicó la psicóloga.

Las secuelas emocionale­s más fuertes las han detectado en quienes tuvieron un impacto físico más grande o que aún lo tienen, y que todavía se agitan, tienen secuelas en la movilizaci­ón de sus extremidad­es, o padecen infección tras infección... “A esa persona no se le puede decir con certeza, hasta dónde va a llegar su proceso”, advirtió la psicóloga Campos.

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CortESÍA La UNA colabora con hospitales de la CCSS con apoyo psicológic­o a pacientes que requieren rehabilita­ción cardiopulm­onar. Desde el 2020, ampliaron la colaboraci­ón a casos poscovid.
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