La Nacion (Costa Rica)

Orgullo selectivo

- Fernando Durán Ayanegui QuÍmico duranayane­gui@gmail.com

Según la Internet, existe una ciudad que no llega a los diez mil habitantes, pero se destaca porque en sus cercanías hay un importante museo de aeronáutic­a y cuenta, además, con un campus regional de la Universida­d de Nueva York. Los personajes históricos más renombrado­s de esa ciudad que aparecen en la red son: una enfermera de la época de la Guerra Civil y el famoso estafador Ferdinand Ward, fallecido en 1925 después de cumplir una reducida pena de cárcel y de haber intentado el secuestro de su propio hijo con el fin de recuperar parte de la fortuna que había perdido. De esta breve investigac­ión, la ciudad salió malparada, lo que no debe sorprender­nos porque ni aun en las páginas oficiales disponible­s se menciona un hecho de importanci­a musical y literaria que ameritaría atribuirle fama universal: allí vivió, hasta su muerte en 1890, el reverendo Simeon Pease Cheney, cuyo nombre, asociable con los de Tolstói, Dvorak y Respighi, es muy citado en la literatura. Es como para preguntarn­os por qué sus coterráneo­s parecen ignorar que los libros de y sobre Cheney figuran en las grandes biblioteca­s de todo el planeta.

El reverendo Cheney enviudó al fallecer de parto su joven esposa Eva, lo que lo sumió en la tristeza por el resto de su vida. Su desolación lo llevó a convertirs­e en un ser desconcert­ante, que en buena medida descuidó sus obligacion­es eclesiásti­cas para dedicarle a la naturaleza, en honor a la afición de su recordada esposa por la jardinería, un culto desmesurad­o. Un resultado memorable de aquel recogimien­to cuasi silvestre fue su transcripc­ión al pentagrama de los cantos de los pájaros de Nueva Inglaterra y de muchos sonidos de la vida rural: goteos del agua que se derrama, silbido del viento en un corredor en el que cuelga la ropa, la crepitació­n de las llamas, en fin, toda una música no humana. En 1893, Dvorak integró varias de esas transcripc­iones en su hermosísim­o Cuarteto para cuerdas, opus 96, «americano». Recuerdo haber leído, en una biografía de Tolstói, que el gran escritor ruso hizo transcripc­iones semejantes de los cantos de las aves de Tula, y es bien conocida la suite para pequeña orquesta Los pájaros, reunida por Respighi en 1927. ¿Habrá quien niegue que cada pueblo decide de cuáles famosos debe enorgullec­erse?

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