La Nacion (Costa Rica)

La bisagra de la historia

- Peter Singer

Hace doce años, durante el Año Internacio­nal de la Astronomía que conmemoró el 400.° aniversari­o del primer uso de un telescopio por parte de Galileo, escribí «El valor del punto azul pálido», una reflexión sobre cómo la astronomía ha revelado un vasto universo lleno de una cantidad inimaginab­le de estrellas, reduciendo así la importanci­a de nuestro sol y nuestro planeta.

El «punto azul pálido» se refiere a cómo se ve la tierra en una fotografía de 1990 tomada por la nave espacial Voyager, cuando alcanzó los límites exteriores de nuestro sistema solar. El ensayo insinúa que el conocimien­to obtenido por la astronomía «nos obliga a reconocer que nuestro lugar en el universo no es particular­mente importante».

Una reciente publicació­n en el blog de Holden Karnofsky me ha llevado a reconsider­ar ese pensamient­o. Karnofsky es codirector general de Open Philanthro­py, una fundación que investiga las mejores oportunida­des de concesión de subvencion­es filantrópi­cas y publica las razones de sus decisiones.

Visión a largo plazo. Pensar en la importanci­a a largo plazo de las decisiones filantrópi­cas de hoy forma parte, por la tanto, de las funciones desempeñad­as por Karnofsky. Y, de hecho, él está pensando realmente a muy largo plazo.

Karnofsky señala que podríamos estar viviendo «en el comienzo de la pequeña franja de tiempo durante la cual la galaxia pasa de estar casi sin vida a estar en gran parte poblada».

Esa «pequeña franja de tiempo» comenzó, podríamos decir, con el primer uso de herramient­as por parte de nuestros antepasado­s, hace unos tres millones de años. Terminará cuando nuestros descendien­tes, que podrían ser mentes digitales en lugar de organismos biológicos, habiten en toda la galaxia, quizás dando paso a una civilizaci­ón formada por una enorme cantidad de seres consciente­s que duraría decenas de miles de millones de años.

Karnofsky sostiene que hay una buena posibilida­d de que este proceso de poblar la galaxia comience durante este siglo. Hasta el año 2100, es posible que lleguemos a desarrolla­r la tecnología para construir asentamien­tos autosufici­entes en otros planetas.

Este pensamient­o se hace eco de uno expresado en el año 2011 por el difunto filósofo Derek Parfit, quien casi al final del segundo volumen de On What Matters escribió: «Vivimos durante la bisagra de la historia».

Al igual que Karnofsky, Parfit pensaba en el advenimien­to de tecnología­s que, si se utilizan con sabiduría, permitiría­n a nuestra especie sobrevivir a «su período más peligroso y decisivo» y a nuestros descendien­tes, extenderse por toda nuestra galaxia.

Parfit se refiere a «los próximos siglos», en lugar de a solo este siglo, como el período que puede transcurri­r antes de que los humanos sean capaces de vivir independie­ntemente en otros planetas, pero incluso ese período sería solo una porción pequeña de tiempo en comparació­n con lo que está por venir.

Nuestra contribuci­ón más significat­iva a este desarrollo sería garantizar la superviven­cia de la vida inteligent­e en nuestro planeta.

A la hora de tomar medidas para reducir el riesgo de que nos extingamos, deberíamos centrarnos en los medios que también vayan a favorecer los intereses de los pueblos presentes y futuros

Paradoja de Fermi. Pero quizás la idea de que somos esenciales para este proceso es simplement­e la última versión de la presumida ilusión de que los humanos son el centro de la existencia. Con seguridad, en este vasto universo, debe haber otras formas de vida inteligent­e, y si nosotros no poblamos la Vía Láctea, alguien más lo hará.

Sin embargo, como el físico Enrico Fermi preguntó una vez a sus colegas científico­s durante el almuerzo en el Laboratori­o Nacional de Los Álamos, «¿dónde están todos?», no estaba comentando sobre las mesas vacías en el comedor del laboratori­o, sino sobre la ausencia de cualquier evidencia de la existencia de extraterre­stres.

El pensamient­o detrás de esa pregunta ahora se conoce como la paradoja de Fermi: si el universo es tan estupendo y ha existido durante 13.700 millones de años, ¿por qué otras formas de vida inteligent­e no se han puesto en contacto?

Karnofsky se basa en un artículo publicado el año 2018 por investigad­ores del Future of Humanity Institute de la Universida­d de Oxford para insinuar que la respuesta más probable es que la vida inteligent­e es extremadam­ente rara.

Es tan rara que es posible que seamos los únicos seres inteligent­es en nuestra galaxia, y tal vez en el mucho más grande supercúmul­o de Virgo, al cual pertenece nuestra galaxia.

Esto es lo que Karnofsky quiere decir cuando afirma que el futuro de la humanidad es una «locura». La idea de que nosotros, los habitantes de este punto azul pálido en este momento en particular, estemos tomando decisiones que determinar­án si miles de millones de estrellas vayan a estar pobladas, durante miles de millones de años, parece ser una locura. Pero podría ser cierto. Si admitimos esto, sin embargo, ¿qué debemos hacer al respecto?

Karnofsky no saca ninguna conclusión ética a partir de sus especulaci­ones, aparte de abogar a favor de tomar con «seriedad los enormes riesgos potenciale­s». Pero, como ha señalado Phil Torres, ver los problemas actuales (aparte de la extinción de nuestra especie) a través del lente del «largoplaci­smo» y el «riesgo existencia­l» puede reducir esos problemas a casi nada, mientras que a la par proporcion­a una justificac­ión para hacer casi cualquier cosa por aumentar nuestras probabilid­ades de sobrevivir el tiempo suficiente para extenderno­s más allá de la tierra.

La visión de Marx del comunismo como el objetivo de toda la historia humana proporcion­ó a Lenin y Stalin un justificat­ivo para sus crímenes, y el objetivo de un «Reich de los mil años» fue, según la interpreta­ción de los nazis, razón suficiente para exterminar o esclavizar a aquellos considerad­os racialment­e inferiores.

Intereses presentes y futuros. No estoy sugiriendo que ninguno de los actuales exponentes de la idea de la bisagra de la historia toleraría atrocidade­s. Pero en su momento, Marx tampoco contempló que un régimen que gobernara en su nombre iba a aterroriza­r a su pueblo.

A la hora de tomar medidas para reducir el riesgo de que nos extingamos, deberíamos centrarnos en los medios que también vayan a favorecer los intereses de los pueblos presentes y futuros.

Si nos encontramo­s en la bisagra de la historia, permitir que las personas salgan de la pobreza y obtengan una educación probableme­nte movilizarí­a las cosas en la dirección correcta de manera similar a como lo haría casi cualquier otra cosa que podamos hacer; y, si no estamos en ese punto crítico, hacer esto habrá sido algo bueno de todos modos. PETER SINGER: profesor de bioética en la universida­d de Princeton, es fundador de la organizaci­ón sin fines de lucro the life You can save.

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