La Nacion (Costa Rica)

Desatinos legislativ­os

- Fernando Zamora Castellano­s fzamora@abogados.or.cr

Días atrás afirmé que la demagogia —decadencia de la democracia— es el gran peligro de los sistemas constituci­onales; uno de sus síntomas típicos es un parlamento integrado por representa­ntes con un bajo nivel cultural.

Una vía para reconocer el bagaje intelectua­l de un parlamenta­rio es su discernimi­ento a la hora de otorgar un honor legislativ­o. Dadas las consecuenc­ias que para la cultura nacional acarrean, los honores parlamenta­rios son una acción cívico-cultural de primerísim­o nivel, y, por tanto, un delicado acto de selección y discrimina­ción sobre el contexto, trasfondo histórico, hechos y circunstan­cias relacionad­os con el personaje que se quiere honrar.

En otras palabras, es una decisión cardinal que depende de la profundida­d intelectua­l del congresist­a, y tal profundida­d no se improvisa: se tiene o no se tiene.

El legislador no puede, a última hora, apresurars­e a averiguar quién será el fulano al que desean honrar, porque nunca entenderá el contexto histórico ni en qué radica la fuerza del aporte y la obra de este.

Así, sucedió recienteme­nte durante el fallido intento de otorgar la ciudadanía de honor al insigne escritor Sergio Ramírez, Premio Cervantes 2017.

Sergio tiene atributos como hombre de letras para recibir una distinción de naturaleza cultural y, muerto Ernesto Cardenal, tal vez sea el personaje vivo más influyente en la historia política y cultural de Nicaragua.

Pero sobre todo, por las circunstan­cias actuales, la

Reconocimi­entos, como la ciudadanía honoraria, son algo serio, y los diputados deberían saber cuándo otorgarlos

ciudadanía de honor era una decisión política vital para alimentar la fuerza moral de nuestra democracia, auxiliar diplomátic­amente a un perseguido político y apoyar la causa democrátic­a de nuestro hermano país.

La propuesta naufragó por la exigencia de varios diputados que prefiriero­n detener la causa con el objetivo de averiguar quién era el fulano que algunos pretendían honrar. Básicament­e, por ignorancia.

Confusión parlamenta­ria. A ese desaguisad­o se suman yerros de una reciente mal escrita historia de las honras legislativ­as, como lo es confundir el rango y especialid­ad de los honores que se han dado en nuestro país.

Para informació­n básica de nuestro parlamento —tan venido a menos— y para comprender sus últimos desatinos en materia de distincion­es, una explicació­n básica: la ciudadanía de honor, por la propia condición del mérito, siempre se destinó a las personalid­ades extranjera­s que hicieron alguna contribuci­ón vital a nuestro país o a la humanidad.

Así, se distinguió a extranjero­s como el médico corso Antonio Giustinian­i, al político estadounid­ense Franklin D. Roosevelt y al polaco Juan Pablo II, hoy santo.

Para los costarrice­nses o residentes en nuestro país, están las distintas clasificac­iones de benemerita­zgos, según el tipo de contribuci­ón a la patria: el benemérito de la patria honra el aporte general a la vida sociopolít­ica e intelectua­l del país; a Valeriano Fernández Ferraz se le declaró específica­mente benemérito de la enseñanza, por ser organizado­r de nuestra educación secundaria; en 1943, a Clorito Picado se le otorgó el benemerita­zgo de la patria por sus aportes a la ciencia y benemérito­s de las letras patrias, según acuerdos legislativ­os de 1953, son Manuel González Zeledón (Magón) y Aquileo Echeverría, autor de concherías.

Quienes decretaron esos honores entendían las diferencia­s y, por ello, honraron con los títulos correctos a cada uno según la naturaleza de su aporte. El merecido honor de los benemérito­s de la cultura artística costarrice­nse Isidro Con Wong y Fernando Carballo debió darse correctame­nte como benemérito­s del arte o la cultura plástica.

Otorgarles la ciudadanía de honor contravien­e dos realidades: el reconocimi­ento fue diseñado para los extranjero­s y porque darles una ciudadanía no discierne el mérito adecuado que ostentan, es decir, ser figuras señeras de nuestra cultura plástica. La decisión refleja lo que es tan usual en nuestro parlamento: la carencia de criterio para tomar decisiones.

Institucio­nes benemérita­s. Otro craso error cometido en los últimos años por los legislador­es es la manía de honrar entidades públicas. No dudo de las institucio­nes honradas con el benemerita­zgo; sin embargo, a partir del principio de legalidad, la idea de declarar benemérita a una entidad, en especial si es pública, revela el desconocim­iento que los congresist­as tienen respecto de los fines constituci­onales de las institucio­nes.

Desde que una institució­n es creada, es benemérita. Emitir un decreto legislativ­o para redeclarar esa condición por encima de otras entidades, como a las universida­des públicas que han sido distinguid­as como benemérita­s de la cultura, crea una excepción inconstitu­cional.

Como bien señaló el historiado­r Guillermo Solera Rodríguez, «los honores son para estimular en la ciudadanía el fomento de las virtudes patriótica­s». No fueron instituido­s para hacer excepcione­s entre una institució­n pública y otra.

A mi hijo cirujano, quien heredó la vocación de sus abuelos, lo motivo para que se inspire en los méritos de sus ancestros o próceres de la medicina, como el Dr. Sáenz Herrera, el Dr. Joaquín Sanz Gadea (héroe español de la medicina en el Congo) o el Dr. Ricardo Moreno Cañas. Nunca se me ocurriría sugerirle que emule los valores de un hospital, por muy benemérito que sea.

Lo más grave es cuando se intenta inmortaliz­ar a personajes sin ser dignos de galardón. El benemerita­zgo es algo serio. No se trata de que alguna congresist­a conozca bien a un personaje popular de la farándula y el entretenim­iento, y entonces le interese homenajear­lo por considerac­iones relativas a ese tipo de actividade­s, ajenas a lo que estrictame­nte es una impronta en beneficio del país o la humanidad. Por cierto, me informan de que en estos días algo así se propondrá.

 ?? Sergio Ramírez fue galardonad­o con el Premio Cervantes 2017. aFP ??
Sergio Ramírez fue galardonad­o con el Premio Cervantes 2017. aFP
 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Costa Rica