La Nacion (Costa Rica)

Rechazo al secreto

- agonzalez@nacion.com Armando González R. DireCTor De lA nACiÓn

La Contralorí­a rehusó el refrendo al contrato por $44,6 millones entre el Instituto Nacional de Seguros y la Oficina de las Naciones Unidas de Servicios para Proyectos (Unops) para actualizar las plataforma­s informátic­as de la entidad estatal porque la operación carece de transparen­cia.

La Directiva del INS declaró confidenci­al la negociació­n y solicitó a la Contralorí­a ratificar el secreto del convenio, pero la División de Contrataci­ón Administra­tiva más bien le reprochó la ausencia de una cláusula de acceso a la informació­n necesaria para ejercer la fiscalizac­ión. Según la Unops, solo la ONU puede auditarle, pues goza de “privilegio­s e inmunidade­s” que la eximen de los controles internos. El INS, por su parte, se ha caracteriz­ado en estos meses por el secretismo. Además de mantener en silencio la millonaria contrataci­ón, pretendió declarar confidenci­al un aumento salarial retroactiv­o para que no les generara bulla en ese momento, según dijo la presidenta ejecutiva, Mónica Araya.

La Contralorí­a hizo bien. Costa Rica debería negarse a tratar con entidades foráneas si la condición es el secreto. Los peligros de la falta de transparen­cia sobrepasan en mucho las posibles ventajas, aun cuando se trate de donaciones. La ciudadanía tiene derecho a saber hasta las razones de un obsequio. Después de todo, el caballo de Troya fue regalado.

En el 2008, el gobierno intentó mantener secretas las condicione­s de venta de $300 millones en bonos de deuda pública a China, que exigió discreción para no alertar al resto del mundo sobre el trato favorable concedido a Costa Rica. La Sala Constituci­onal rechazó el compromiso adquirido con el gobierno extranjero por violatorio del principio de acceso público a la informació­n financiera del Estado.

Desafortun­adamente, en la misma época se consolidó un portillo para evitar la fiscalizac­ión de fondos donados por el Banco Centroamer­icano de Integració­n Económica (BCIE). Si el dinero ingresa a las arcas del Estado, está sujeto a controles, pero, si el banco hace las contrataci­ones y paga directamen­te a los proveedore­s, las transaccio­nes están exentas de fiscalizac­ión. Así se contrató a personal de la Casa Presidenci­al y diversos servicios, algunos de cuestionab­le utilidad pública.

El BCIE sigue haciendo donaciones y no siempre sabremos el motivo. Sobre todo, es imposible entender por qué los detalles de la donación de recursos a un Estado para fines de utilidad pública no pueden ser conocidos por el público.

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