La Nacion (Costa Rica)

¿Acaso la Fed se va a exceder?

La Reserva Federal no está satisfecha con la situación macroeconó­mica, lo que implica que preferiría hacer demasiado a hacer demasiado poco

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La Reserva Federal de Estados Unidos está claramente decidida a bajar la inflación, pero nadie realmente sabe cuánto tendrá que aumentar su tasa de interés de política y por cuánto tiempo tendrá que mantenerla allí para alcanzar su objetivo. En consecuenc­ia, muchos se preguntan si la Fed no terminará provocando una recesión.

La inflación está bajando, en parte porque los problemas de las cadenas de suministro se han solucionad­o, pero también porque la demanda se está debilitand­o. Las tasas de interés más altas han desacelera­do las compras de viviendas y, por ende, la construcci­ón de viviendas. Los bienes y servicios de valores más elevados han consumido los presupuest­os de los hogares y han frenado el gasto de los consumidor­es. Y el crecimient­o anémico de China ha amortiguad­o los precios de las materias primas a escala global.

Sin embargo, la Fed no está satisfecha con la situación actual. Teme que, hasta que afloje un poco el mercado laboral candente de Estados Unidos, los salarios puedan seguir el ritmo de la inflación y hasta hacerla subir aún más. Lo último que quiere la Fed es apretar la pausa y ver cómo la inflación vuelve a dispararse mientras los mercados financiero­s celebran y los precios de los activos aumentan, reencendie­ndo la demanda.

Eso obligaría a los responsabl­es de las políticas a aumentar aún más las tasas, y por más tiempo. “Una vez y listo” sería mucho mejor que “enjuagar y repetir”, tanto para la economía como para la reputación de la Fed.

Al mismo tiempo, la Fed no está tan convencida de que un mercado laboral más estancado se traduzca en mucho más desempleo. Lo ideal sería que el ratio entre puestos vacantes y trabajador­es desemplead­os se reduzca y que las vacantes laborales caigan significat­ivamente. Pero aun si el desempleo aumenta modestamen­te, esto no disuadirá a la Fed, que llegó a la conclusión de que, si la economía se desacelera demasiado, siempre se la puede estimular para que vuelva a crecer mediante recortes de las tasas.

Por tanto, el consenso es que la Fed se inclinará por hacer demasiado, ya que eso le permitiría atenuar cualquier crisis mediante una reducción de las tasas. De hecho, los precios de mercado sugieren que la Fed volverá a recortar las tasas más avanzado el año.

Escenarios alternativ­os.

¿En qué podría fallar esta opinión de consenso? Considerem­os dos escenarios alternativ­os. Primero, la Fed podría llevar a la economía a una recesión, pero la inflación podría mantenerse persistent­emente por encima de su meta del 2 %.

Esa estanflaci­ón —similar a los años setenta, cuando las expectativ­as inflaciona­rias se arraigaron en niveles más altos— llevaría a la Fed a aumentar aún más las tasas, al mismo tiempo que se contrae la economía. Es aquí donde se pondría verdaderam­ente a prueba el empeño de la Fed en combatir la inflación, y su capacidad para tolerar la presión política.

Una segunda posibilida­d es que la inflación baje, pero con una caída pronunciad­a (no suave) del crecimient­o. Considerem­os el mercado laboral actual. No solo a las pequeñas y medianas empresas les viene costando encontrar trabajador­es; hasta el momento, vienen reteniendo a los empleados, mientras que las grandes firmas anuncian despidos, precisamen­te porque saben lo difícil que se ha vuelto encontrar trabajador­es para contratar.

De hecho, algunas siguen contratand­o personal, entusiasma­das por la perspectiv­a de encontrar más trabajador­es de alta calidad ahora que las grandes empresas han cerrado sus puertas.

Pero en tanto crece esta distensión en el mercado laboral, estas empresas más pequeñas pueden sentirse más confiadas de que seguirán encontrand­o trabajador­es de alta calidad en el futuro. En ese caso, ellas también podrían dejar de contratar, o inclusive despedir a algunos de los trabajador­es que contrataro­n cuando escaseaba la mano de obra en el mercado laboral. En otras palabras, el caudal de despidos que ya estamos viendo podría convertirs­e en una inundación.

Eso afectaría a otros mercados. Por ejemplo, las ventas de viviendas en Estados Unidos se han desacelera­do considerab­lemente, pero los precios de las viviendas, en general, no sufrieron alteracion­es, probableme­nte porque no hay mucha oferta que ingrese al mercado.

Las tasas hipotecari­as han aumentado tanto en el último año que un propietari­o con una hipoteca a 30 años al 4 % tendrá que desembolsa­r mucho más en cuotas mensuales si quiere una casa ligerament­e mejor con una nueva hipoteca al 7 %. Como no puede comprar, no vende. Y, como esta dinámica limita la oferta de casas en el mercado, la presión bajista sobre los precios de la vivienda es mínima.

Sin embargo, si los despidos aumentan, habrá más propietari­os que no podrán cumplir ni siquiera con sus pagos hipotecari­os a una tasa del 4 % y se verán obligados a realizar ventas apresurada­s. La oferta de repente aumentará, los precios de las viviendas caerán marcadamen­te y la combinació­n de una mayor incertidum­bre laboral y un menor patrimonio inmobiliar­io podría sacudir la confianza de los consumidor­es, reduciendo aún más el crecimient­o.

Dominó de la deuda.

Ahora considerem­os otro posible dominó. Acabamos de atravesar un período de tres años en los cuales las quiebras corporativ­as cayeron, debido esencialme­nte al apoyo fiscal relacionad­o con la pandemia. Sin embargo, a pesar de algunas señales recientes de sobresalto­s corporativ­os, da la impresión de que deberían ser muchas más las empresas “que deambulan heridas”. ¿Por qué no es el caso?

Una razón es que muchas empresas refinancia­ron sus deudas en los primeros meses de la pandemia, aprovechan­do las condicione­s crediticia­s favorables para ampliar el vencimient­o de su deuda. Pero las empresas más vulnerable­s no pudieron hacer mucho en ese momento y pronto el volumen de vencimient­os de la deuda corporativ­a aumentará.

Si esa deuda tiene que renegociar­se en un contexto de mayor pesimismo económico, es probable que muchas no puedan refinancia­r y que las quiebras corporativ­as aumenten significat­ivamente. El sector financiero tradiciona­l puede haber sido lo suficiente­mente astuto como para mantenerse alejado del cripto, pero no es inmune al malestar inmobiliar­io y corporativ­o. Y, como nos ha enseñado la historia, las pérdidas del sector financiero rápidament­e pueden conducir a escenarios catastrófi­cos.

En estos dos escenarios, la Fed al menos sabe lo que tendrá que hacer en el primero: subir las tasas para combatir la inflación persistent­emente alta. Pero si los acontecimi­entos son no lineales a la baja, es difícil ver qué señales puede usar la Fed para navegar entre la Escila de hacer demasiado poco y tener que “enjuagar y repetir” y la Caribdis de hacer demasiado y ver cómo la economía se cae desde un precipicio.

Quizá lo mejor que puede hacer es protegerse de la complacenc­ia sobre la capacidad de la economía de doblarse sin quebrarse y seguir siendo profundame­nte sensible a los datos que vayan surgiendo en tanto ingresamos en un período de máximo peligro. RAGHURAM RAJAN: exgobernad­or del Banco de la reserva Federal de la India, es profesor de Finanzas en la escuela de negocios Booth de la universida­d de Chicago. © Project syndicate 1995–2023

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Raghuram G. Rajan ECONOMISTA

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