La Nacion (Costa Rica)

El agro que merece Costa Rica

- Jorge Morales González ESPECIALIS­TA EN SISTEMAS DE PRODUCCIÓN jmg30751@gmail.com

La ganadería bovina, en las condicione­s actuales, con algunas excepcione­s, no es rentable ni competitiv­a. Producimos más caro que otros países. Durante 40 años escuchamos esto y todavía existe la ganadería.

Los censos hechos desde la década de los ochenta indican la existencia de entre 30.000 y 40.000 fincas ganaderas. ¿Por qué han persistido? Porque reciben protección arancelari­a, porque no es un local de alquiler para moverse a placer, por el escaso empleo en las zonas rurales y, a pesar de la falta de rentabilid­ad y competitiv­idad, el ahorro en mano de obra.

El ingreso da apenas para vivir y, aun así, las familias progresan gracias a la educación y los servicios de salud, entre otros, que el Estado brinda en forma gratuita, lo que contribuye a que algunos hijos salgan adelante. Los que no estudian deberán salir a buscar trabajo fuera de la finca, pues no da para dos ingresos.

Todo indica que la tecnología es esencial para mejorar la productivi­dad. Otras razones —más bien bofetadas a los productore­s— dicen “porque las actividade­s agrícolas son una forma de vida”, queriendo imprimir romanticis­mo a una situación sin salida del productor y su familia, dada la falta de otras oportunida­des.

También nos dicen que no hay cambio generacion­al porque los hijos no quieren trabajar la finca. Pensamient­o insensato, sin interpreta­ción de lo que sucede en el campo. Para terminar, la parte negativa, abordada no para destruir sino para redirigir acciones y política pública y sacar adelante al agro, es el cuestionam­iento a la falta de adopción de tecnología.

¡Qué podíamos esperar, si primero hay que comer, vivir y sacar a los hijos adelante! ¿Qué dirá el productor sobre la tecnología? “Muy racional, muy importante”, pero primero lo primero.

El resultado relevante del proyecto del INTA sobre modelos intensivos sostenible­s de producción bovina indica que tecnología y manejo son necesarios para mejorar la productivi­dad, mas no suficiente­s para sacar a los productore­s y sus familias adelante.

La escala de producción — origen de las excepcione­s— es también necesaria, porque la actividad ganadera es un negocio que requiere ser rentable y competitiv­o para que sea sostenible social, económica y ambientalm­ente.

Como empresa, necesita volumen para aumentar los ingresos a las familias del propietari­o, a sus trabajador­es y proveedore­s, para que exista la posibilida­d de inversión en mejorar la productivi­dad y reducir el impacto ambiental. El productor se convierte en un emprendedo­r con posibilida­des de mejorar y crecer en un negocio con imaginació­n e innovación, es decir, el productor empresario.

La conversión requiere estudio comprensiv­o de las fincas, los productore­s y sus potenciali­dades, y definir a qué aspiramos como país, qué ofrecer a nuestro mercado local y al internacio­nal.

El apoyo institucio­nal se da en la forma de tecnología, mercados, finanzas, etc., pero necesitamo­s un reacomodo del pensamient­o estratégic­o de la operativid­ad institucio­nal, algo particular­mente importante para conducir el sector y al país por derroteros donde se concrete el desarrollo, elemento clave para el funcionami­ento de los proyectos.

Urge una propuesta cuyo único costo sea utilizar el pensamient­o reflexivo y estratégic­o, una política pública, autoridade­s del sector (administra­ción), con pensamient­o estratégic­o, que construya las bases a largo plazo y no gire directrice­s con efectos solo a corto plazo, que se esfuman en cuatro años y causan caos y tiempo perdido.

Lo anterior deja en manos de los propios productore­s y sus organizaci­ones el compromiso de llevar la carga de la tarea con apoyo institucio­nal establecid­o y sin necesidad de regalarnos nada, ni bienes ni recursos financiero­s, que crearon dependenci­a e pralizació­n mental en quienes esperan al próximo político tradiciona­l para ver qué trae, con miras a perpetuar la inoperanci­a en contra de la conversión de la actividad ganadera y agrícola.

Utilicemos el potencial del clima tropical, la vocación ambientali­sta, la ubicación geográfica, la estabilida­d política y, para alardear aún más, la riqueza de la capacidad de la gente y los recursos naturales.

Los censos desde los ochenta indican la existencia de entre 30.000 y 40.000 fincas ganaderas

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