La Nacion (Costa Rica)

La globalizac­ión debe volverse más verde

- Olivia White y Mekala Krishnan INvesTIGad­oRas OLIVIA WHITE: investigad­ora senior en la oficina de san Francisco de mcKinsey & Company, es una de las directoras del mcKinsey Global Institute. MEKALA KRISHNAN: socia de mcKinsey Global Institute. © Project s

ESe necesitan nuevas fuentes de producción, relaciones con los proveedore­s y formas de integració­n global

l debate sobre cómo alcanzar los objetivos climáticos globales —en especial, la transición a las cero emisiones netas de gases de efecto invernader­o— ha dado pie a especulaci­ones de que el planeta debe desglobali­zarse. Algunos argumentan que, puesto que la producción y el transporte de los flujos comerciale­s generan GEI, por definición una economía sostenible ha de ser menos global.

Sin embargo, los estudios realizados por el McKinsey Global Institute sugieren que, en realidad, lo opuesto es verdad. Los materiales, la innovación y el capital necesarios para lograr las cero emisiones netas no están distribuid­os de manera uniforme y, como resultado, se deben repartir por el planeta. Sin flujos transfront­erizos de bienes, servicios, finanzas e intangible­s, limitar el calentamie­nto global será muy difícil, si no imposible. La Organizaci­ón Mundial del Comercio ha llegado a una conclusión similar en su último informe anual, en que describe cómo el comercio puede desempeñar un papel esencial para ayudar a que los países reduzcan las emisiones y desarrolle­n resilienci­a climática.

Para comenzar, ninguna economía es autosufici­ente. Nuestra investigac­ión concluye que cada región importante del mundo importa más del 25% (en términos de valor añadido) de al menos un tipo de recurso o bien manufactur­ado esencial. A nivel de país, y para los insumos necesarios para lograr la transición a las cero emisiones, la cifra puede ser mucho más alta. Además, en cada región y sector se encuentran productos que se originan en solo unos cuantos lugares. Por ejemplo, más del 75% de suministro mundial de litio, componente clave de las baterías de los vehículos eléctricos, se extrae en Australia y Chile.

Tecnología­s. Para descarboni­zar los sectores que más producen emisiones GEI, como la energía, el transporte y la industria pesada, habrá que invertir en tecnología­s de bajas emisiones e infraestru­ctura que las sustente. A su vez, la construcci­ón y la operación de estos recursos dependerá de tres elementos clave: nuevos recursos minerales, nuevos combustibl­es y manufactur­a compleja a escala. La red internacio­nal de suministro interconec­tado es crucial para la producción de los tres.

Piénsese en minerales como el cobre, el litio y los “metales de tierras raras”. Dada su importanci­a para la producción de vehículos eléctricos, energía renovable y una electrific­ación más amplia, son esenciales para lograr las cero emisiones netas. Sin embargo, para alcanzar esa meta, será necesario elevar rápidament­e la escala de suministro de esos insumos, en algunos casos hasta ocho veces (aunque el uso de materiales reciclados o la innovación para reducir o reemplazar del todo la necesidad de determinad­os minerales podrían cambiar su cantidad exacta).

En el caso de un suministro enterament­e nuevo, la obtención de muchos de estos minerales precisará de flujos globales, porque la extracción y el refinado están dispersos geográfica­mente. Cerca del 70% del cobalto mundial proviene de la República Democrátic­a del Congo, y casi un tercio del níquel se extrae en Indonesia, donde se encuentran las mayores reservas comprobada­s del mundo. China procesa muchos de estos minerales de importanci­a crítica, incluidos el litio, el cobalto y el grafito, pero también depende de otros países para pasos o tecnología­s clave. Por ejemplo, Japón y Corea del Sur se especializ­an en el revestimie­nto del grafito purificado esférico.

En cuanto a los nuevos combustibl­es necesarios para la transición a las cero emisiones, el hidrógeno y sus derivados ofrecen varios usos potenciale­s, en especial para transporte de carga de largo alcance y la producción siderúrgic­a. Aquí también existe un desfase geográfico entre las fuentes de la oferta y la demanda que hace que el comercio global resulte vital. La Agencia Internacio­nal de la Energía estima que, para 2030, se podrían exportar 12 millones de toneladas de hidrógenos de bajas emisiones al año, si los proyectos que actualment­e están en desarrollo se completan según lo planeado.

Bienes manufactur­ados. Por último, la instalació­n y el despliegue de bienes manufactur­ados, como los paneles solares y los vehículos eléctricos, también dependen de las cadenas de suministro globales. Una mayor participac­ión de los países en los flujos comerciale­s puede incentivar la innovación, mejorar la eficiencia y ayudar a reducir el coste de estas tecnología­s.

El imperativo de la globalizac­ión se extiende más allá de los flujos de productos. Para asegurar un futuro sostenible se necesitará­n grandes inversione­s y es más que probable que los países en desarrollo tengan que destinar más fondos a esta transición una proporción mayor de su PBI que los países desarrolla­dos. Varias de estas economías necesitará­n un mayor acceso a los flujos financiero­s transfront­erizos, ya su espacio fiscal es demasiado limitado como para invertir en soluciones climáticas.

La innovación es igual de importante para el desarrollo y despliegue de nuevas tecnología­s climáticas, y también depende de los flujos entre fronteras, aunque se trate de intangible­s como datos y propiedad intelectua­l, y de trabajador­es con formación; ambos pueden impulsar la inventiva, disminuir costes y aumentar el acceso. Estos flujos de conocimien­tos han reemplazad­o al comercio de bienes manufactur­ados como la fuerza impulsora de la integració­n global.

Todos estos tipos de flujo están interconec­tados. Si las economías implementa­n estrategia­s para localizar o diversific­ar cadenas de suministro -sea para reducir emisiones relacionad­as con el comercio o para desarrolla­r resilienci­a-, habrá una mayor necesidad de capital e intangible­s. Por ejemplo, la construcci­ón de una planta local de fabricació­n de baterías de vehículos eléctricos puede llegar a costar miles de millones de dólares.

Incluso en un mundo altamente interconec­tado, lograr una transición a las cero emisiones netas que sea asequible, fiable y segura precisará de un aumento de escala sustancial de los flujos transfront­erizos. Es necesario desarrolla­r nuevas fuentes de producción, nuevas relaciones con los proveedore­s y nuevas formas de integració­n global. Las crecientes tensiones geopolític­as están volviendo esta tarea más compleja y desafiante. Pero la alternativ­a —renunciar a la globalizac­ión— no hará más que empeorar los efectos del cambio climático.

 ?? ?? sHuTTeRsTo­CK
sHuTTeRsTo­CK

Newspapers in Spanish

Newspapers from Costa Rica