La Nacion (Costa Rica)

Hacia los fundamento­s históricos de las regiones

- Miguel Sobrado miguel.sobrado@gmail.com

Empecemos por las raíces que han configurad­o históricam­ente nuestro ADN cultural. Aunque con peso diferente, son cuatro las regiones que configurar­on su matriz. Veremos sus orígenes para entender mejor el presente, pero como modelos orientador­es, ya que su diseño original ha variado sustancial­mente, pero su peso gravita, con mayor o menor fuerza sobre ellas.

Estas han cobrado nuevas dimensione­s y se encuentran en procesos de transforma­ciones sustantiva­s: las regiones indígenas y de economía de subsistenc­ia, las grandes sabanas ganaderas, la colonizaci­ón bananera de las costas y la economía de enclave, y el Valle Central y el cultivo del café.

En este artículo, por razones de espacio veremos las tres primeras. En un próximo artículo, por su importanci­a, nos abocaremos al Valle Central y el cultivo del café.

Regiones indígenas. Aunque las áreas de producción indígena de caza y recolecció­n y de subsistenc­ia predominab­an en el momento de la conquista, fueron avasallada­s por la colonizaci­ón y la expansión de la economía mercantil.

Hoy en día, si bien disminuida­s notablemen­te por este proceso, que redujo su población a menos de un 1%, tienen una gran importanci­a por su biodiversi­dad y la consolidac­ión de los derechos de la población originaria sobre una parte importante de sus territorio­s.

Además de su producción indígena tradiciona­l, se han dado formas de subsistenc­ia transitori­as realizadas por campesinos, en regiones alejadas sin una infraestru­ctura que faculte el comercio, con dificultad de acceso a los mercados.

Ahí donde predomina la economía de subsistenc­ia se prioriza el valor del uso sobre el valor del cambio. De tal forma que, cuando alguien se contrata salarialme­nte, a menudo lo hace pensando en el valor de lo que necesita comprar y deja el trabajo cuando consigue el monto necesario.

En estas condicione­s incluso, una oferta de incrementa­r el salario, en vez de motivar la permanenci­a del trabajador, puede acelerar el abandono del trabajo cuando tiene la suma necesaria para comprar el bien que lo motivó a contratars­e.

Debe tenerse presente que en los territorio­s donde predomina la economía de subsistenc­ia, los valores son diferentes que en la economía mercantil. El trueque es la forma de intercambi­o y el tomar una fruta ahí donde hay producción en abundancia se ve como algo natural que obliga a la reciprocid­ad. Pero no es un delito de robo, como sí lo es donde opera la economía mercantil y cada producto debe aportar ingresos monetarios.

Grandes sabanas. Estas sabanas están ubicadas, principalm­ente, en Guanacaste, en la parte norocciden­tal del país. La población indígena originalme­nte, la más numerosa del país, fue exportada como esclavos a las minas del Perú y se vio fuertement­e reducida por el impacto de las enfermedad­es europeas frente a las cuales no tenían defensas.

Durante la colonia, su administra­ción osciló entre Nicaragua y Costa Rica. En 1823 pidió su anexión a Costa Rica impulsada por el desarrollo del comercio de la península de Nicoya con el Valle Central. La ganadería desarrolla­da en la región era extensiva, no ocupaba mucha mano de obra pero cubría grandes fincas en la parte norte de la provincia, con poca infraestru­ctura.

En una porción considerab­le de la provincia prevalecía­n relaciones económicas de trueque y subsistenc­ia. La participac­ión de su población en el contexto nacional y en la vida política fue siempre reducida, aunque mayor en la península de Nicoya que mantenía un intercambi­o y comunicaci­ón con Puntarenas y el Valle Central. Situación que ha cambiado radicalmen­te en las últimas décadas por el impacto del turismo y la modernizac­ión agropecuar­ia.

Economía de enclave. A finales del siglo XIX e inicios del XX se instalaron en nuestro país dos grandes empresas convergent­es por la actividad bananera: el ferrocarri­l y la compañía bananera, que crearon un emporio primero en el Caribe y, posteriorm­ente, en el pacífico central y sur. Estas empresas incorporar­on el trabajo en gran escala con división social del trabajo, generaron una economía de enclave con muy pocos encadenami­entos locales, pero impusieron una nueva modalidad de relaciones sociales y de cultura local y regional.

A diferencia de la explotació­n cafetalera asentada en la pequeña y mediana empresa familiar, el banano, para ser rentable, exigió grandes obras de infraestru­ctura y demandó mano de obra que no existía en las costas. Esta actividad estimuló la migración de poblacione­s, tanto del país, como de otras naciones centroamer­icanas. El ferrocarri­l y las plantacion­es bananeras demandaron la especializ­ación y el trabajo asalariado.

A diferencia de la actividad cafetalera del Valle Central, donde predominab­a la empresa familiar, que gozaba de vivienda propia y estaba formada en las artes para ser emprendedo­r. El obrero bananero era muy especializ­ado y dependient­e no solo de su salario; la vivienda era de la empresa y la finalizaci­ón del contrato laboral implicaba el desalojo de esta.

En su dinámica económica no se formaban emprendedo­res individual­es, pero sí disciplina­dos obreros, capaces de incorporar­se a empresas con división social del trabajo. Desde el punto de vista de sus posibilida­des organizaci­onales, el obrero como ente especializ­ado, domina su campo de especialid­ad, en el cual es muy eficiente, pero no el proceso global de gestión.

En este sentido, tiene dificultad­es para montar un emprendimi­ento familiar pero su experienci­a en una empresa con división social del trabajo le facilita el montaje de una empresa asociativa de participac­ión social.

Estas particular­idades organizaci­onales regionales deben ser tomadas en cuenta por la política social para no ofrecer soluciones estandariz­adas que no engarzan con las fortalezas y debilidade­s regionales.

Por ejemplo, ofrecer parcelas para la explotació­n campesina a los exobreros bananeros, quienes no tienen tradicione­s de producción individual, puede terminar en un sitio para construir sus viviendas, arrendando o vendiendo el resto de tierra a campesinos de vocación.

Mientras, las soluciones cooperativ­as, especialme­nte de producción con división social del trabajo, han encontrado un clima favorable entre los exobreros bananeros, como lo es el caso de Coopesilen­cio en Costa Rica, y Hondupalma y Coapalma en Honduras.

La política social no debe ofrecer soluciones estandariz­adas que no engarzan con las fortalezas y debilidade­s regionales

 ?? ?? ssHuTTeRsT­oCK
ssHuTTeRsT­oCK
 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Costa Rica