La Nacion (Costa Rica)

Impuesto a sillas de ruedas elevaría la pobreza

- Federico Montero Mejía EXDIRECTOR DEL CENARE fammontero@gmail.com jchjimenez@gmail.com

La intención del Gobierno de gravar con un 2% de IVA a las sillas de ruedas y otros productos de asistencia médica, refleja el desconocim­iento acerca de la situación socioeconó­mica de las personas que las requieren, así como de las recientes recomendac­iones de la Organizaci­ón Mundial de la Salud (OMS) relacionad­as con este tema.

De acuerdo con la OMS, los productos de asistencia sirven para mantener o mejorar la autonomía de una persona y su capacidad para movilizars­e, con lo que promueven su bienestar y su seguridad. Incluyen entre muchos otros: audífonos, sillas de ruedas, dispositiv­os para la comunicaci­ón, gafas, prótesis, pastillero­s y recordator­ios. Se trata de artículos que son utilizados por personas de todas las edades, quienes presentan alteracion­es en alguna de sus funciones corporales, desde muy leves hasta muy severas.

Abunda la informació­n basada en evidencias, de muchas agencias internacio­nales, sobre el hecho de que las personas con discapacid­ad están entre las más pobres de las pobres. Desde el 2011, el Informe Mundial sobre Discapacid­ad (OMS-BM) por ejemplo, consignó esa estrecha relación entre la discapacid­ad y la pobreza.

La pobreza es la principal causa de la discapacid­ad y, una vez que una persona adquiere una discapacid­ad o en una familia hay una persona con esa condición, la pobreza aumenta sustancial­mente.

La pandemia que hemos vivido, con dolores y angustias, ha provocado un aumento muy significat­ivo de la pobreza y de la pobreza extrema en el mundo entero, y las personas con limitacion­es funcionale­s, de todo tipo, han sido uno de los sectores de la sociedad más severament­e afectados.

Desconocim­iento. Contra el aumento de los costos de los productos de asistencia, como resultado del pretendido impuesto nos mantendrem­os firmes. La propuesta del Gobierno evidencia el desconocim­iento absoluto acerca de para quiénes y para qué, son requerido dichos productos.

Además, no son exclusivos para la rehabilita­ción, son requeridos por muchas personas que en el mundo en general, y en nuestro país en particular, presentan limitacion­es funcionale­s. De acuerdo con un estudio reciente, publicado en la prestigios­a revista The Lancet, en el 2019, a nivel global, 2.400 millones de personas tuvieron condicione­s que les exigiría el uso de productos de asistencia. Esto representa un incremento del 63% de 1990 al 2019.

En el reciente lanzamient­o del Reporte Global sobre Tecnología de Asistencia (OMS-Unicef), el director general de la OMS expresó que: “la tecnología de asistencia cambia la vida, abre la puerta a la educación para niños con discapacid­ad, el empleo y la interacció­n social para adultos que viven con discapacid­ad, y una vida independie­nte y digna para las personas mayores”.

Otras consecuenc­ias. Obviamente, el aumento en el costo de estos recursos como lo pretende el Gobierno contribuir­ía no solo a exacerbar un alza de la pobreza, sino también al aislamient­o social de muchas personas, con las consecuenc­ias que esto conlleva: complicaci­ones que aumentaría­n la demanda de los servicios de salud y, consecuent­emente, mayores gastos por parte de ese sector, y un mayor daño a la salud física y mental de muchas personas y familias, entre otros.

También constituye una clara violación a los derechos de las personas e incumplimi­ento de la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacid­ad, que nuestro país ha ratificado mediante la ley N.° 8661.

¿Ignora el Gobierno los compromiso­s internacio­nales adquiridos por nuestro Estado? ¿Ignora la existencia de la Ley 8661? Todo indica que sí.

Con mucha vergüenza, constatamo­s como costarrice­nses, que estas decisiones del Gobierno, que afectan la salud y la integració­n social de muchas personas, se pondrán en evidencia en todas las denuncias que se expondrán en los informes de las agencias internacio­nales.

Con planteamie­ntos como este, el Gobierno suma otro agravante al estado de segregació­n y pobreza de muchos de sus habitantes y viola principios y derechos fundamenta­les, como el derecho a la salud, a la libre movilizaci­ón, al trabajo y a la educación, entre muchos otros. Y todo ello, no solo como consecuenc­ia de su descontrol­ado e inhumano afán por recaudar fondos a como dé lugar. Peor aún, el Gobierno hace caso omiso de los acuerdos sobre derechos humanos que nuestro país ha asumido como propios, y que todos tenemos la obligación de respetar y cumplir. ■

Las personas con discapacid­ad están entre las más pobres de las pobres. Existe una estrecha relación entre la discapacid­ad y la pobreza

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