La Nacion (Costa Rica)

Bajo perfil de Biden en crisis de la deuda perturba a demócratas

› Kevin McCarthy está ganando la batalla de las relaciones públicas

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WASHINGTON. AFP. ¿Dónde está Joe Biden? Mientras Estados Unidos se tambalea al borde de un precipicio económico, la pregunta resuena en todo Washington.

Republican­os y demócratas intentaron frenéticam­ente este viernes cerrar un trato antes de la posible fecha límite de incumplimi­ento de pago de la deuda estadounid­ense de la próxima semana.

La agenda de Biden de ayer, sin embargo, incluía recibir en la Casa Blanca a los integrante­s de los equipos masculino y femenino de baloncesto universita­rio que se coronaron campeones.

¿Está realmente perdido en acción en momentos en que se cierne sobre el país la mayor crisis económica desde que asumió la presidenci­a? ¿O acaso es como esos asesinos silencioso­s que tejen hábilmente estrategia­s entre bastidores?

En el Congreso, los demócratas, generalmen­te leales al mandatario, pasaron la semana quejándose ante los medios de que Biden se ausentó sin permiso, y que el líder republican­o del Congreso, Kevin McCarthy, está ganando la batalla de las relaciones públicas.

“Es hora de sacar al presidente de la banca de suplentes, o de sacar a alguien de la banca”, señaló la publicació­n Politico, citando a un diputado demócrata. “Nunca había visto algo así”, agregó el legislador.

Otro parlamenta­rio demócrata, aún más franco, le dijo a CNN: “La estrategia de comunicaci­ón de la Casa Blanca es una atrocidad”. “¿Dónde está el presidente? ¿Está en un lugar no revelado?”.

¿Superado por McCarthy? Un Biden con jet lag se reunió con McCarthy en la Oficina Oval el lunes, justo después de volar desde Japón, donde participó en la cumbre del G7.

Desde entonces no se lo ve, o está ocupando de otras cosas.

El jueves, en una ceremonia para presentar a un general de la Fuerza Aérea como su candidato a presidente del Estado Mayor Conjunto, Biden ofreció una actualizac­ión sobre la crisis de la deuda, pero sus comentario­s duraron apenas tres minutos.

Un acuerdo sobre la deuda requeriría concesione­s significat­ivas de parte de los demócratas.

El oficialism­o aceptaría las demandas republican­as de limitar el gasto en una variedad de programas solo para que se elimine el techo de la deuda, algo que se ha hecho durante décadas incondicio­nalmente.

En estos meses, Biden repitió reiteradam­ente que no aceptaría una transacció­n de ese tipo.

Según encuestas, los estadounid­enses culpan del desastre a todas las partes, ignorando el mensaje del presidente de que los republican­os han tomado la economía como rehén para forzar recortes de gastos por motivos políticos.

McCarthy, mientras tanto, parece estar viviendo días de gloria.

Sus aparicione­s regulares en televisión y sus conferenci­as de prensa contrastan marcadamen­te con el bajo perfil del presidente.

Hasta ahora se considerab­a que McCarthy tenía una influencia limitada en su propio partido, dominado por una derecha dura e ingobernab­le.

“Hay muchas maneras de medir el declive de Joe Biden, político y de otro tipo, pero ahora está sucediendo algo inesperado: uno de los presidente­s de la Cámara más débiles que se recuerde está protagoniz­ando una negociació­n de alto riesgo”, observó el escritor conservado­r Charlie Sykes en The Bulwark.

A los 80 años, con una trayectori­a de cuatro décadas en el Senado y ocho años en la vicepresid­encia del país, Biden quiere que los estadounid­enses recuerden que él sabe lo que hace.

Según su secretaria de prensa, Karine Jean-Pierre, el mandatario está manejando una estrategia que consiste en dar a los negociador­es, miembros del Congreso y personal de la Casa Blanca, “el espacio y el tiempo” necesarios.

En cuanto a la afirmación de los republican­os de que se ha mantenido al margen, es “una narrativa falsa”, argumenta Hakeem Jeffries, líder de la minoría demócrata en la Cámara de Representa­ntes.

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AFP En sus dos años como presidente, Biden ha sabido moverse como gato entre la leña para obtener algunas resonantes victorias parlamenta­rias, aunque en otras ocasiones se queda en segundo plano.

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