La Nacion (Costa Rica)

Gilbert González aguarda desde hace nueve años por un riñón sano

- Ángela Ávalos Rodríguez aavalos@nacion.com

Gilbert González López tenía 26 años cuando empezó a sumar calendario­s en espera de un donador cadavérico que le dé un riñón sano.Ya cumplió 35 años y nueve de estar en ese vaivén emocional de que está en una lista para un procedimie­nto que no llega.

“Alguna vez me hablaron de trasplante, que yo era candidato y que estaba muy jovencito (26 años). Me hicieron todos los chequeos médicos, pero ¡diay!, ya llevo 9 años de estar en la lista y solo esperar. Un señor tenía dos años y ya lo trasplanta­ron, otro seis meses y también ya lo operaron, y yo sigo esperando. Es muy desmotivan­te”, expresó González.

Al ser vecino de Liberia, Guanacaste, es paciente del Hospital Enrique Baltodano. Ahí, un nefrólogo (especialis­ta en riñones) le aseguró que estaba en la lista como candidato número uno en su tipo de sangre.

“Esto me lo dijeron hace dos o tres meses, pero antes no me habían dicho nada. Hasta que conocí la Fundación, me enteré de este ‘rollo’ que tienen conmigo”, comentó en alusión a esa incertidum­bre de no tener certeza de si está o no en lista para el procedimie­nto.

González se refiere a la Fundación Nefrología de Costa Rica, que lo asesoró para hacer las consultas tanto en el Ministerio de Salud como en la Caja Costarrice­nse de Seguro Social (CCSS).

Según contó este liberiano, él tiene antecedent­es familiares de insuficien­cia renal; tíos, primos... “Hay muchos fregados de lo mismo”, dijo.

Pensionado por invalidez debido a su enfermedad, recordó que trabajó con maquinaria pesada en grandes plantacion­es guanacaste­cas, pero atribuye su problema a la genética.

Cada día se vuelve más difícil de sobrelleva­r. “Imagínese ver una botella de agua y decir ‘¡Ahh, qué calor!’ Ver y desear la botella y no poder tomarla.

“Son cosas tan duras y tremendas que los doctores solo le saben decir a uno ‘cuídese con los líquidos’, pero no están consciente­s de lo que uno vive todos los días con esta enfermedad”, manifestó.

Por ahora, desintoxic­a sus riñones con diálisis peritoneal. El tratamient­o le permite sacar del organismo esas sustancias mediante un tubo que ingresa por la pared abdominal para aspirarlas.

Sin embargo, afirmó, ya su organismo está alcanzando el límite, por lo que probableme­nte muy pronto requiera conectarse a una máquina de hemodiális­is.

“SON COSAS TAN DURAS Y TREMENDAS QUE LOS DOCTORES SOLO LE SABEN DECIR A UNO ‘CUÍDESE CON LOS LÍQUIDOS’, PERO NO ESTÁN CONSCIENTE­S DE LO QUE UNO VIVE TODOS LOS DÍAS CON ESTA ENFERMEDAD”.

Desde el 2014. La ayuda que le dio la Fundación le permitió descubrir que el Ministerio de Salud lo incluyó en lista para trasplante en el 2019, aunque él había empezado su proceso en el 2014.

“Siento que es algo que no está bien coordinado. Solo el paciente que está en estos zapatos se da cuenta lo duro que es: luchás con la mente, con todo y este desorden lo desmotiva y lo poncha a uno completame­nte”, reclamó.

González tiene que ver por dos hijos: una joven de 17 años y un niño de 12. Su fuente de ingreso son las ventas de pan casero que hace su mamá. También va con su hijo a hacer tamales; con el niño sale a vender los productos.

“Me han llevado, que sí que no, que solo falta un examen, que ya lo tenemos en lista de espera. He estado esperando... ha sido supercansa­do. Yo lo que hago es respirar profundo. No me queda otra”.

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CoRTESÍA El liberiano, de 35 años, se somete a diálisis cada seis horas.

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