Viacrucis.
“Es importante decir que en el decreto (de creación del CPAC) está establecido que el Centro de Producción da apoyo a al Gobierno y nosotros construimos proyectos de manera conjunta con la oficina del presidente, como, por ejemplo, el proyecto que realizamos de abolición del Ejército”.
––En el Ministerio de Cultura se comenta que esa relación de ayuda a Casa Presidencial produjo roces entre usted y la ministra…
—Sí, sí. Efectivamente. Sin embargo, yo todavía no logro entender la razón. Eso ocurrió, pero nunca entendí por qué. Mi interpretación de esto es un solo gobierno, es una sola administración. Los proyectos tenían un componente cultural. Para nadie es un secreto que la abolición fue un gran evento cultural, donde participaron artistas, hubo además pintura, bandas, bailes típicos y un montón de actividades que involucran la cultura.
––¿Cúal era específicamente el reclamo al respecto?
—Que yo le estaba dedicando mucho tiempo a los proyectos del presidente y poco tiempo a los proyectos del CPAC, cosa que no es correcta. Mi manera de ser o mi personalidad es estar siempre literalmente trabajando en la producción y me encanta, me apasiona; entonces, yo nunca abandonaría los proyectos del Centro de Producción, que son fundamentales, como el Festival de las Artes, por otros proyectos.
––Me mencionó que el punto de inflexión en su trabajo en el Ministerio fue el Festival de las Artes. ¿Por qué lo considera así?
—Nosotros iniciamos los carteles de licitación en diciembre, para hacerlo con tiempo, porque casualmente consideramos que había que hacerlo con buen tiempo. Teníamos un punto de inflexión que era la contratación del outsourcing o el servicio profesional que le da apoyo al Festival de las Artes. Cuando yo ingresé al CPAC, ese contrato estaba funcionando, pero se venció en el 2022. Obviamente a mí me preocupaba mucho y entonces puse las luces de alarma en el despacho de que ese contrato había que moverlo, de que rápidamente había que ponerlo en la corriente de contratación y de carteles.
“Envíe la propuesta, que era básicamente la misma que estaba funcionando en la administración anterior, y el despacho lo frenó indicando que había que revisar los perfiles, había que revisar los montos de pago, que había que revisar todo el contrato. Hicimos reformas a eso”.
––¿Quién lo devolvió?
—Lo devolvió el Viceministerio Administrativo con unas observaciones. Lo revisamos, lo mejoramos, lo enviamos…
“Permaneció en el Despacho como un mes, sin respuesta alguna, hasta que yo envíe
una carta descargando la responsabilidad de que eso no se moviera, porque podían echar al traste todos los proyectos del CPAC”.
––¿Cuándo envió usted esa carta?
—Eso fue en diciembre. Cuando regresamos de vacaciones en enero, volvimos a retomarlo y lo enviamos a la Proveeduría y la Proveeduría lo devolvió indicando que necesitaba el visto bueno de Recursos Humanos.
––¿Por qué?
—Todavía me pregunto por qué.
––¿Será por los perfiles profesionales?
—Supongo que sí. De nuevo, este es un contrato que ha venido funcionando en el Ministerio de Cultura durante años, no es algo nuevo. Pero, bueno, resulta que, para este caso, se convirtió en algo nuevo, cosa que no entiendo qué cambió.
––¿Cuándo enviaron el cartel a Recursos Humanos?
—Ese proceso puede haber durado, fácilmente, dos meses. Entre que va a Proveeduría, va la recomendación, va a la reunión con el viceministro, y va el tema a Recursos Humanos y Recursos Humanos indica no son ellos los que pueden hacer las observaciones, entonces ponen a un especialista de Recursos Humanos. El especialista en Recursos Humanos entra en acción...
“En eso se nos fue hasta finales de abril, cuando nos quedamos sin contratos de outsourcing porque en diciembre despedí aproximadamente a siete personas a causa de esto; me quedé con seis personas y en abril, ya no tenía nadie (del contrato de outsourcing).
––Estos contratos de outsourcing son de gente que llega a reforzar el CPAC porque su equipo es pequeño, ¿cierto? ¿Cuáles son sus funciones? —Exacto. Por ejemplo, ahí hay personas gestoras de público que son las que se comunican con las escuelas para los festivales, hay un productor técnico que tiene que ver con la parte de sonido, video y montaje, otra persona que tiene con escenografía, con la parte de montajes; otra persona que tiene que ver con permisos para las actividades, otras que son llamados regentes, que son como asistentes de producción técnica; otras que se encargan de hacer el enlace con los artistas para temas de contratos porque hay que generar un contrato por cada uno de los artistas...
“Es un equipo amplio de producción porque el festival es una producción grande”.
––¿En este momento ese modelo no está funcionando y esos procesos están paralizados?
—Sí, exacto. Están paralizados y ahí están buscando a ver cómo ponen gente del mismo ministerio.
Sin contrato.
––Volvamos al contrato de la producción, ¿qué pasó con el cartel?
—No ha pasado nada, ni siquiera se ha publicado hasta la fecha.
––¿Va a dar el tiempo para hacer el Festival Nacional en agosto?
—No lo sé.
––¿Cuántos meses antes se requiere tener el equipo de producción para que salga el festival?
—Con parte del equipo trabajamos hasta abril. Ese equipo completo debería de estar al menos a partir del 1.° de junio para que todo salga de la mejor manera en agosto, si no fuera así yo diría que lo sensato es mover la fecha.
Festival ‘en riesgo’
––¿Esta gestión fue la que definió que el Festival Nacional va a ser este 2023 en Occidente o eso ya había quedado definido?
—Había quedado definido cuando hicimos (en el 2022) el festival en la zona norte. Ahí se hizo la modificación del decreto porque tocaba el Festival Internacional de las Artes para este año. Hubo dos razonamientos (para el cambio): el primero porque veníamos de una pandemia y así fortalecer el sector nacional y, segundo, darle chance al Festival Internacional de las Artes porque estábamos contra el tiempo.
––¿Quién decide adónde va el festival?
—Se hace un informe técnico para considerar ubicaciones y propuestas. Se analiza dónde se han realizado en años anteriores y dónde no se han hecho. Luego, una mesa de trabajo técnica le hace la recomendación al director del CPAC. Yo le dí el ok. Con mi ok, siempre se envió un equipo de trabajo al lugar que volvió a hacer un informe técnico para enviárselo a la ministra, para que le diera el visto bueno.
––Aun así la ministra, después de que ya se había definido que era en Occidente, preguntó que por qué se iba a hacer en Occidente, ¿verdad?
—Sí, sí. Yo le respondí: ‘Jefa, pero el informe técnico y todos los detalles’, los vimos ahí y todo bien...
––Es decir, cuando preguntó, ¿ya tenía el visto bueno de ella?
—Así es, ya tenía el ‘ok’ de ella.
––Entonces, ¿cuán en riesgo está el festival nacional y el internacional?
—Creo que las autoridades deben poner muchísimo interés a que avance ese contrato de producción a la velocidad más rápida posible para poder lograr ese objetivo. No quiero ser negativo; yo no dudo que se pueda lograr, pero tienen que meterlo en las prioridades.
“El tema no solo es por el festival, sino también por todos los demás proyectos que dependen de ese recurso. Casualmente, cuando más ejecución presupuestaria tiene el Centro de Producción es en el segundo semestre porque es cuando la mayor cantidad de actividades se dan: el Festival Nacional de las Artes, la Fiesta de Literatura, la feria Hecho Aquí... Hay muchísimos proyectos y se requiere muchísimo apoyo de ese equipo”.
––Sin embargo, no me respondió, ¿cuán en riesgo están los festivales?
—Si ese contrato no sale, ambos festivales están en un riesgo importante.