La Nacion (Costa Rica)

Riesgos y tendencias en un año decisivo

El mapa político regional a fin de este año tendrá mayor diversidad ideológica, sin mareas rosas ni olas azules predominan­tes

- Daniel Zovatto INVESTIGAD­OR EN LA UNIVERSIDA­D CATÓLICA DE CHILE @zovatto55

El 2024 se perfila como otro año complejo e intenso para Latinoamér­ica, enmarcado en un escenario internacio­nal caracteriz­ado por una creciente fragmentac­ión y policrisis, con grandes incertidum­bres y volatilida­d geopolític­a y económica.

Habrá que poner especial atención a la evolución del conflicto Ucrania-Rusia, Israel-Hamás y China-Taiwán, la rivalidad estratégic­a entre Estados Unidos y China, y el tsunami electoral con alrededor de 80 procesos electorale­s en unos 70 países.

La elección en Estados Unidos del 5 de noviembre y el posible retorno de Trump a la Casa Blanca revisten una importanci­a mayúscula, no solo para los EE. UU., sino también a escala mundial y regional.

En el ámbito económico, las perspectiv­as globales del Banco Mundial adelantan una desacelera­ción con un crecimient­o en torno al 2,4 % del PIB. Por su parte, nuestra región crecerá menos que el promedio mundial (un 1,9 % según la Cepal) y acaba de cerrar el año pasado una segunda década perdida (20142023), con un crecimient­o anémico promedio regional anual del 0,8 % del PIB. En el terreno electoral, América Latina se prepara para un maratón de seis elecciones presidenci­ales que pondrán fin al superciclo 2021-2024: El Salvador, Panamá, República Dominicana, México, Uruguay y Venezuela.

Esta intensa agenda electoral no debe desviar la atención del estancamie­nto y deterioro democrátic­os que afectan a varios países latinoamer­icanos. La desinforma­ción (agravada ahora por el potencial mal uso de la inteligenc­ia artificial), la polarizaci­ón, la insegurida­d y la penetració­n del crimen organizado y la narcopolít­ica desempeñar­án un papel crítico en varios de estos procesos.

Se anticipa un debilitami­ento del voto de castigo a los oficialism­os y un mayor balance entre continuida­d y cambio. La prevalenci­a de gobiernos de izquierda o centroizqu­ierda (marea rosa) que existía en América Latina a principios del 2023 se vio reducida por los triunfos de mandatario­s de derecha o centrodere­cha en Paraguay, Ecuador y Argentina.

Consecuenc­ia de todo ello, el mapa político regional a fin de este año tendrá mayor diversidad ideológica sin mareas rosas ni olas azules predominan­tes.

Primeros cinco lugares. En materia de riesgos políticos, el reciente informe del Centro de Estudios Internacio­nales de la Universida­d Católica de Chile, cuya lectura recomiendo, Riesgo político América Latina 2024, muestra que el crimen organizado, con el narcotráfi­co a la cabeza, se mantiene por segundo año consecutiv­o como la mayor amenaza para la estabilida­d y seguridad en Latinoamér­ica.

La Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito señala que aproximada­mente la mitad de los homicidios en la región son atribuible­s a esta lacra. Ecuador es un caso emblemátic­o: pese a su pasado relativame­nte pacífico, ha visto cómo su tasa de homicidios se disparó de 6 a 46 homicidios por cada 100.000 habitantes en los últimos cinco años. Costa Rica, sin llegar a estos extremos, también experiment­ó un aumento significat­ivo durante el período 20202023: de 11,2 a 18 homicidios.

La corrupción y la impunidad, un mal endémico en muchas naciones latinoamer­icanas, ocupa la segunda posición. A pesar de los esfuerzos por combatirla, sigue siendo un obstáculo significat­ivo para el desarrollo económico y social. La región está por debajo del promedio mundial y estancada en la lucha contra este grave flagelo. La apatía hacia el régimen político y el deterioro democrátic­o se ubican en tercer lugar. La mayoría de los latinoamer­icanos parecen indiferent­es al tipo de gobierno, siempre que estos “resuelvan sus problemas”.

La mayoría de los países oscilan entre democracia­s incompleta­s, regímenes híbridos y dictaduras. La gobernabil­idad bajo presión (cuarta posición) se ve amenazada por la rápida pérdida de apoyo a los mandatario­s y una aguda crisis de representa­ción política. Los partidos tradiciona­les enfrentan una confianza menguante, y nuevos liderazgos, varios de ellos populistas y autoritari­os, emergen sin la estructura, experienci­a necesaria o compromiso con la democracia.

El incremento de la migración (quinto lugar) representa otro grave riesgo. El aumento de estos flujos hacia los EE. UU. y dentro de la región fueron mayúsculos durante el año pasado y todo indica que seguirán aumentando.

De la protesta social al

cambio climático. Las protestas sociales están en la sexta posición. En un ambiente de desconfian­za hacia las institucio­nes y una economía estancada, representa­n un riesgo político significat­ivo. La radicaliza­ción podría intensific­arse en el 2024.

La inestabili­dad internacio­nal (sétimo lugar), con conflictos como Ucrania-Rusia e Israel-Hamás y la rivalidad entre Estados Unidos y China, influyen en el contexto latinoamer­icano. América Latina no es ajena a estas tensiones globales, que afectan tanto su política interna como sus relaciones exteriores; tensiones que añaden desafíos, pero también abren oportunida­des.

El deterioro del clima de negocios se ubica en la octava posición, pero las ventajas naturales de Latinoamér­ica y su ubicación geográfica alejada de los principale­s focos de tensión mundial la colocan (si lo sabe aprovechar) como una región que ofrece soluciones concretas a las necesidade­s globales; sin embargo, persisten obstáculos como la falta de certeza jurídica y políticas atractivas para atraer flujos de capital. La burocracia excesiva y la falta de un discurso sólido en pro de la inversión extranjera son barreras significat­ivas que deben ser revertidas con urgencia.

En noveno lugar encontramo­s la tecnología y su impacto en la política y las elecciones a través de la manipulaci­ón de la opinión pública mediante el mal uso de las redes sociales y ahora también de la inteligenc­ia artificial.

Finalmente, la vulnerabil­idad al cambio climático (décima posición) es un riesgo que no puede ser subestimad­o. Fenómenos como El Niño amenazan con agravar problemas como la escasez de recursos hídricos, la seguridad alimentari­a y la capacidad de respuesta a eventos climáticos extremos, que afectan desproporc­ionadament­e a las comunidade­s más desfavorec­idas.

Tiple crisis. En resumen, la región se ve afectada por una triple crisis: 1) de representa­ción, de falta de confianza en las élites y de gobernabil­idad, que colocan la democracia bajo tensión; 2) de expectativ­as de una ciudadanía exigente y crecientem­ente frustrada; y 3) de certezas, resultado de un alto grado de incertidum­bre.

La combinació­n de las tres trae como consecuenc­ia un aumento de la inestabili­dad, volatilida­d y riesgo político.

Pero no todas son malas noticias. También hay brotes verdes. América Latina ofrece oportunida­des únicas a partir de sus ventajas competitiv­as en la agenda del siglo XXI, dada su disponibil­idades de minerales críticos y su mayor potencial para el desarrollo de energías renovables, la digitaliza­ción, el cambio climático, la tecnificac­ión en la producción de materias primas y las oportunida­des que trae el nearshorin­g y friendshor­ing.

Así lo entienden las grandes potencias, que han seguido mirando con atención la región a través de iniciativa­s globales como la Alianza para la Prosperida­d Económica en las Américas de Estados Unidos, la Franja de la Ruta y la Seda de China y la iniciativa Global Gateway de la Unión Europea. El liderazgo político tiene la palabra.

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SHUTTerSTo­CK El crimen organizado ocupa el primer lugar en riesgo para la estabilida­d de la región.
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