La Nacion (Costa Rica)

La Academia quiere, a toda costa, seguir dictando qué es ‘buen cine’

El sétimo arte visto desde los ojos estadounid­enses, es lo que continúa teniendo más valor en las nominacion­es

- Jorge Arturo Mora jmora@nacion.com

Este 23 de enero, la Academia de Artes y Ciencias Cinematogr­áficas anunció las esperadas nominacion­es para la edición de los Óscar 2024, un evento que siempre despierta el interés y la emoción de los cinéfilos en el orbe.

Si bien muchos sostenemos que los premios no deben tomarse demasiado en serio y que el valor intrínseco de una obra va más allá de cualquier estatuilla, no podemos negar que la temporada de galardones es un período propicio para la reflexión, la anticipaci­ón y, por supuesto, las críticas constructi­vas.

La tradición de especular sobre los posibles ganadores y discutir las omisiones ha sido parte integral de la cultura cinematogr­áfica. Este año no es la excepción, ya que los cinéfilos nos sumergimos en debates apasionado­s sobre las elecciones de la Academia.

Reflexiona­r.

La emoción inicial que envuelve las nominacion­es a los Óscar siempre trae consigo una mezcla de alegría y especulaci­ón. Es un momento para celebrar las obras que han dejado una huella en la audiencia y la crítica, pero también es una oportunida­d para reflexiona­r sobre las tendencias históricas de la Academia, que a menudo parecen favorecer un tipo específico de cine.

En el ámbito cinematogr­áfico, nadie quiere ser el aguafiesta­s, pero es difícil pasar por alto la constante continuaci­ón histórica que sugiere un sesgo hacia lo que la Academia define como “un cine de calidad”. Las películas que logran reconocimi­ento suelen seguir ciertos patrones narrativos y estilístic­os, dejando poco espacio para aquellas produccion­es que exploran territorio­s fuera de los límites tradiciona­les de Hollywood (obvio, desde su lanzamient­o se sabe que una película que se ve “lograda formalment­e” como Oppenheime­r va a llevar la voz cantante).

Lo que sucede, más que nada con estas nominacion­es, es que se tiende una suerte de trampa para pensar que la Academia está cambiando “cosas” de fondo, aunque la realidad es que todo sigue igual.

Un ejemplo que no escapa a estas observacio­nes es la presencia destacada de Poor Things, dirigida por Yorgos Lanthimos, en la lista de nominacion­es. Si bien algunos podrían interpreta­rlo como un triunfo para el cine independie­nte, la realidad es que Lanthimos ha dejado de ser un “fruto extraño” en la industria cinematogr­áfica desde hace tiempo. Desde produccion­es como La langosta (2015), el director ha compartido espacios de distribuci­ón similares a los grandes estrenos de Hollywood, diluyendo la línea que separa lo independie­nte de lo mainstream.

Más allá de los posibles méritos de Poor Things, es innegable que la película se alinea con los estándares estéticos y formales que la Academia suele premiar. La presencia de actores de renombre como Emma Stone y Willem Dafoe refuerza esta posición, consolidan­do la película como un representa­nte más de una corriente cinematogr­áfica ya familiar para la institució­n.

Similar pasa con Anatomía de una caída, película francesa que viene a repetir la tradición de nominar con bombos y platillos a la película que el año anterior ganó la Palma de Oro en Cannes. Así ha sido en los últimos años: una entrada directa para estas películas, como se ha visto con la muy ganadora Everything Everywhere All At Once y Triangle of Sadness, cintas victoriosa­s en Cannes en los últimos dos años, por poner los ejemplos más notorios.

Cine extranjero.

La aparente apertura a películas no habladas en inglés en las nominacion­es a los Premios Óscar ha sido un tema de conversaci­ón recurrente, presentand­o una cara de la diversidad cinematogr­áfica. Sin embargo, al examinar de cerca las películas nominadas en esta categoría, surge una cuestión intrigante: ¿realmente representa­n una verdadera diversidad o son simplement­e extensione­s “foráneas” del mismo canon cinematogr­áfico que la Academia suele premiar?

Un caso de análisis es The Zone of Interest, una película que, a pesar de no ser hablada en inglés al estar en alemán, mantiene ese caracterís­tico halo de autor que a menudo atrae a los votantes de los Óscar. Dirigida por Jonathan Glazer, un director con carrera en Hollywood, la cinta se convierte en un ejemplo de cómo una producción no anglófona puede ajustarse a los estándares que la Academia considera meritorios.

Por ejemplo, el año pasado sucedió que se nominó Past Lives, filme que se vendió como independie­nte, pero que fue distribuid­o por A24. Su asociación con una de las distribuid­oras más influyente­s en la actualidad plantea interrogan­tes sobre cómo pueden competir películas de otras regiones, como las de América Latina, contra produccion­es aliadas con gigantes de la industria cinematogr­áfica estadounid­ense.

De hecho, esto es un síntoma de algo más grande: al menos para Latinoamér­ica, cada vez hay menos espacio de representa­ción en los festivales europeos, lo cual sigue afianzando esa misma idea de “qué es cine de calidad” y cómo debe verse, siguiendo ciertas convencion­es estéticas y caracterís­ticas dramáticas.

De igual manera, el resto de candidatos en filmes extranjero­s son nombres que suenan reconocibl­es para la Academia con Juan Antonio Bayona, Wim Wenders y Matteo Garrone (los tres han pasado por Hollywood). No es que sus filmes no tengan méritos; el hecho es que continúan el mismo camino que los premios han venido sembrando.

El dilema es evidente: ¿es este el reconocimi­ento de la diversidad cinematogr­áfica que la audiencia espera, o simplement­e una estrategia para permitir que películas estadounid­enses (o que tengan caracterís­ticas similares a este tipo de cine), bajo ciertos contextos, obtengan más opciones y reconocimi­entos?

La inclusión en estas categorías no siempre refleja la riqueza y la autenticid­ad del cine mundial, si no más bien parece ser un juego de palabras que permite que ciertas produccion­es entren en categorías que les brindan más visibilida­d y oportunida­des de galardones.

En medio del entusiasmo por las nominacion­es, surge la pregunta persistent­e sobre si la Academia está abierta a reconocer la diversidad de voces y enfoques cinematogr­áficos que existen en todo el mundo. La respuesta, quizá, reside en la esperanza de que las futuras ediciones de los premios logren ampliar sus horizontes y reconocer el valor en formas de expresión cinematogr­áfica que van más allá de las fronteras establecid­as por el sistema hollywoode­nse.

¿Qué sería positivo de ver en las categorías? Pues desde hace buen rato que la academia no observa bien a Latinoamér­ica, Asia, África y Oceanía (el último gran suceso fue la surcoreana Parasite, que venía de un director como BongJoon-Ho que estaba lejos de ser un desconocid­o en el mundo cinéfilo).

Trenque Lauquen (Argentina), Cobweb (Corea del Sur), In My Mother’s Skin (Filipinas, Singapur, Taiwán), Tótem (México) y Animalia (Marruecos) son algunos interesant­es títulos que merecen la atención.

En fin: si los premios puedan servir de algo que sea al menos para generar conversaci­ón alrededor del cine, recordando que, al final del día, la diversidad de opiniones enriquece la experienci­a cinematogr­áfica y contribuye al diálogo continuo sobre este arte.

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FIlMAFFInI­TY The Zone of Interest es la nueva producción de Jonathan Glazer. Tiene cuatro nominacion­es.
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roBYn BecK La francesa Justine Triet dirigió Anatomía de una caída y se llevó dos premios en los pasados Globos de Oro.

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