La Nacion (Costa Rica)

Inversione­s para un crecimient­o inclusivo

- Ricardo Monge González PresIdenTe de lA ACAdeMIA de CenTroAMÉr­ICA

L os factores que contribuye­n al crecimient­o económico y las razones que explican sus diferencia­s entre países constituye uno de los análisis más importante­s del campo económico.

Desde que Adam Smith publicó su libro La riqueza de las naciones en 1776, sabemos que el crecimient­o está asociado principalm­ente a la eliminació­n de barreras al comercio internacio­nal, además de la libre difusión de las ideas y la movilidad de capitales y personas. En síntesis, se crece no solo por el crecimient­o del acervo de factores de producción, sino principalm­ente por el crecimient­o sostenido de la productivi­dad, lo cual se logra mediante la mejora constante de las capacidade­s domésticas de innovación de las empresas en un entorno macroeconó­mico estable, un marco institucio­nal eficiente y un Estado de derecho sólido.

En Costa Rica hemos crecido gracias a la inversión en el pasado en educación, salud e infraestru­ctura, así como a la apertura comercial (liberación de las importacio­nes y promoción de exportacio­nes mediante la atracción de inversión extranjera directa, restructur­ación productiva nacional y negociació­n de tratados de libre comercio), la libre movilidad de capitales y parcial movilidad de personas (aún no tenemos una política migratoria selectiva e inteligent­e).

Sin embargo, la falta de un conjunto apropiado de políticas de desarrollo productivo (PDP) para la economía tradiciona­l, el deterioro en la cobertura y calidad de los servicios de educación y salud, el rezago en infraestru­ctura, la reorganiza­ción de las cadenas globales de valor, la automatiza­ción y el creciente desarrollo y uso de inteligenc­ia artificial (IA), son grandes retos para un mayor crecimient­o sostenido y, especialme­nte, inclusivo.

El reto de la inclusivid­ad no solo atañe a los sectores productivo­s tradiciona­les, sino también a los trabajador­es, en especial a aquellos con bajos niveles de preparació­n (destrezas). Igualmente, a otros que, aunque calificado­s, pueden ser desplazado­s por la IA. Es decir, porque la dirección del cambio tecnológic­o pareciera ir más de la mano de actividade­s intensivas en capital y no en la generación de nuevas fuentes de empleo.

En esta coyuntura, ¿qué debemos hacer? ¿Dónde debemos invertir? En mi opinión, vamos en la dirección correcta. Retomamos el camino de la apertura comercial negociando nuevos tratados de libre comercio (Ecuador, Emiratos Árabes Unidos, Israel, Asociación sobre Economía Digital, ingreso a la Alianza del Pacífico y Tratado Integral y Progresist­a de Asociación Transpacíf­ico), que incrementa­rán el acceso de productos costarrice­nses a nuevos mercados, el flujo de más inversione­s (derrames de conocimien­to y transferen­cia de tecnología) y la creación de nuevas fuentes de empleo, en particular de empleos mejor calificado­s. Además, se trabaja en restablece­r el orden en las finanzas públicas para garantizar una mayor estabilida­d macroeconó­mica a largo plazo y en un programa de empleabili­dad para incrementa­r las habilidade­s técnicas de los trabajador­es.

Énfasis en recurso humano. Si bien estos esfuerzos son considerab­les, la literatura económica y la evidencia empírica enseñan que no son suficiente­s para un crecimient­o alto, sostenido e inclusivo.

Enfocarse solo en estas áreas podría significar malos resultados a largo plazo, ya que no estaríamos reduciendo la pobreza ni la desigualda­d (falta de oportunida­des) ni el desempleo.

Es necesario concentrar­se en mejorar la calidad y la cobertura de los servicios de educación y salud. La literatura y la evidencia empírica, en especial nuestra propia historia, muestran el papel fundamenta­l que este tipo de inversione­s cumplen en el crecimient­o inclusivo.

Sería convenient­e plantear a los organismos internacio­nales la diferencia entre inversión en este tipo de actividade­s y el gasto corriente del gobierno, ya que el primero brinda retornos económicos y sociales de gran importanci­a.

Por ende, deberíamos fijar

Es necesario concentrar­se en mejorar la calidad y la cobertura de los servicios de educación y salud

metas de inversión en este campo, condiciona­das a resultados positivos en cobertura y calidad, sin tener que considerar las restriccio­nes fiscales actuales, además de fomentar las alianzas público-privadas para avanzar de forma acelerada, tanto en educación como en salud. Un enfoque similar debería llevarse a cabo en infraestru­ctura.

En cuanto a políticas de desarrollo productivo para la economía tradiciona­l, el reto fundamenta­l es aumentar la productivi­dad fomentando al mismo tiempo aquellas más intensivas en el uso del factor trabajo.

Como precondici­ón para el diseño y ejecución de las PDP, es necesario contar con un programa de inversión en educación y salud, ya que solo mediante la inversión en capital humano es posible incrementa­r la capacidad productiva de las personas y con ello la productivi­dad de las empresas.

Un programa exitoso de PDP debería atender los retos que enfrentan las empresas en materia de financiami­ento (no solo crédito tradiciona­l), innovación y desarrollo tecnológic­o, servicios de desarrollo empresaria­l, bajo grado de internacio­nalización y otros apoyos (por ejemplo, compras del Estado, capacitaci­ón, sistema de informació­n empresaria­l, etc.).

Campos con potencial. Para lograr progresos significat­ivos en todas estas áreas se requieren mejoras institucio­nales y coordinaci­ón entre las múltiples entidades públicas involucrad­as para que la atención a las empresas sea integral y no en feudos, como en la actualidad. Un consejo nacional de productivi­dad y competitiv­idad es clave.

Algunos analistas sugieren incentivar el uso de la automatiza­ción y la inteligenc­ia artificial para el empleo actual y futuro, condiciona­ndo la ayuda estatal a la generación de nuevas fuentes de empleo. De vital importanci­a es un enfoque colaborati­vo y de oferta de insumos públicos estratégic­os, más que de exoneracio­nes fiscales.

Por ello, la coordinaci­ón de esfuerzos tanto a escala nacional como cantonal cobra relevancia. Este tipo de iniciativa­s no deben contemplar solo a las empresas de menor tamaño (pymes), sino a todo tipo de empresa (enfoque horizontal) y especialme­nte a las dedicadas a los servicios, ya que es donde se creará la mayor parte de los futuros empleos.

Debemos contar con una estrategia para aprovechar las oportunida­des que la reorganiza­ción de las cadenas globales de valor presentan al país, la atracción de inversión extranjera directa y sus potenciale­s beneficios en términos de encadenami­entos productivo­s, derrames de conocimien­to, transferen­cia de tecnología y creación de nuevas empresas.

Sugiero diseñar una estrategia que promueva la creación de nuevas empresas propiedad de trabajador­es de empresas de media y alta tecnología que operan en el país, es decir, apoyar a aquellos que deseen invertir en startups y spin-offs. Algo que no hacemos, pero sobre lo cual evidencia anecdótica nos señala su gran potencial.

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