‘La Policía trabaja con uñas y dientes’, afirma suegra del oficial
La noche del miércoles dejó un dolor profundo en la familia de un hombre apasionado por su trabajo y que luchó por superarse.
El policía Bryan Rivera Oviedo, de 28 años, perdió la vida al recibir un disparo en la cabeza mientras respondía a un incidente en el barrio Las Parcelas, en Herradura, en Jacó.
Junto a su equipo, Rivera acudió a atender un reporte que informaba sobre antisociales atrincherados que disparaban. Al llegar, los oficiales fueron recibidos a balazos. Uno dio en la cabeza de Rivera y otro en el chaleco antibalas del agente José Cáceres, de 22 años.
A las 11:30 p. m., la Cruz Roja llegó al lugar, pero Rivera ya había fallecido. Originario de Palmar Norte y residente en Paquera, el joven, con al menos tres años de servicio, viajaba hasta el centro de Puntarenas para cumplir sus funciones en el Grupo de Apoyo Operacional (GAO), al cual se unió hace dos meses, según su suegra, Flory Loría.
Al completar sus seis días de servicio regresaba a Paquera en su día libre, donde lo esperaba su novia, Theylin Anchía, de 26 años, junto a su hijo de un año, y los dos hijos mayores de la mujer, quienes lo veían como a un padre. El oficial tenía otros dos hijos de relaciones anteriores.
El miércoles salía a medianoche, y al no comunicarse con su pareja al finalizar su labor, Anchía empezó a sospechar.
Presentimiento. En una entrevista con este medio, la madre de Theylin, dijo: “él no le escribía, entonces ella me llamó y me dijo ‘mami, a Bryan le pasó algo porque no me contesta’. En eso se metió a Internet y vio que había un policía muerto”.
Desesperada, su hija intentó contactar a los oficiales de Puntarenas, pero al no conocer a nadie, ya que su novio llevaba poco tiempo en esa delegación, la situación se hizo más angustiante.
“Cuando la atendieron le dijeron que algo le había pasado a Bryan, pero que no estaba confirmado. Como a los cinco minutos, llegó la patrulla de Paquera a informarnos que lo habían matado”, mencionó Flory.
La señora destacó el carácter soñador del muchacho y su constante esfuerzo por avanzar en su carrera policial. A pesar de amar su trabajo, anhelaba un puesto más alto en la jerarquía policial y estudiaba para obtener su bachillerato; estaba a solo un paso de aprobar Matemáticas.
“Él se molestaba porque a veces topaba con compañeros a los que no les gustaba enfrentarse a la problemática social, porque no tienen muchos recursos, pero él decía que no podía ver las cosas y hacerse de la vista gorda”, mencionó.
Con un sentimiento de impotencia en cada palabra y el llanto de sus nietos de fondo, Flory opinó que la situación del país debe cambiar y que los policías necesitan un equipo más adecuado para enfrentarse a la criminalidad.
“Tienen que darles las herramientas para que ellos trabajen. La Policía trabaja con uñas y dientes. Tienen que darles más recursos para que ellos se puedan defender”, dijo.
“Siempre hablan mal de la Policía, que son una cochinada y que no hacen nada, pero ellos están atados ante la delincuencia porque las leyes no son conforme a lo que tienen que ser”, agregó.
Preparó a su pareja. Según contó Flory, hace pocos días el oficial preparó a su novia por si alguna vez no regresaba a casa. “Le explicó lo que debía hacer y lo que no. Le dejó instrucciones”, aseguró, sin dar detalles.
La muchacha, como es natural, está “muy afectada”, según dijo su madre. Con la convicción de que encontrará consuelo y resignación, Flory tranquilizó a su hija al decirle que Bryan falleció haciendo lo que amaba.
“Se emocionaba cuando realizaban decomisos de drogas o confiscaban armas. Él se fue luchando por su ideal, por lo que él quería. Ese era su sueño. Esta muerte es muy dolorosa e injusta”.
Según Loría, ayer era la última guardia del oficial y tenía previsto regresar a casa hoy.