La Nacion (Costa Rica)

Salvar de los troles a la democracia representa­tiva

- Ngaire Woods eConoMISTa NGAIRE WOODS: decana de la escuela de Gobierno blavatnik de la Universida­d de oxford. © Project Syndicate 1995–2024

Para el 2024 están previstas más de 70 elecciones nacionales, incluidas ocho en los diez países más poblados, pero es probable que un grupo esté significat­ivamente subreprese­ntado: las mujeres.

Una razón es la cantidad desproporc­ionada de abusos que las mujeres políticas y candidatas reciben en línea, incluidas amenazas de violación y violencia, y el aumento de la inteligenc­ia artificial, que puede usarse para crear deepfakes sexualment­e explícitos, no hace más que agravar el problema.

Y, sin embargo, durante el año pasado, plataforma­s como Meta, X (anteriorme­nte Twitter) y YouTube restaron importanci­a a la moderación de contenidos y eliminaron políticas que anteriorme­nte mantenían bajo control el odio, el acoso y las mentiras.

Según un nuevo informe, esto ha alimentado un “entorno en línea tóxico que es vulnerable a la explotació­n por parte de fuerzas antidemocr­áticas, supremacis­tas blancos y otros malos actores”. Los ataques en línea contra las mujeres en la política están aumentando. Cuatro de cada cinco parlamenta­rias han sido sometidas a violencia psicológic­a como acoso, intimidaci­ón o abuso verbal, mientras que más del 40 % han sido amenazadas de agresión, violencia sexual o muerte.

Las elecciones del 2020 en Estados Unidos fueron particular­mente reveladora­s. Un análisis reciente de candidatos al Congreso encontró que las mujeres demócratas recibieron diez veces más comentario­s abusivos en Facebook que sus homólogos masculinos. E inmediatam­ente después de que el candidato presidenci­al Joe Biden nombró a Kamala Harris su compañera de fórmula, se compartier­on afirmacion­es falsas sobre Harris unas 3.000 veces por hora en Twitter.

Se han documentad­o tendencias similares en la India, el Reino Unido, Ucrania y Zimbabue. Las mujeres pertenecie­ntes a minorías sufren los peores abusos, junto con aquellas que son muy visibles en los medios de comunicaci­ón o hablan abiertamen­te sobre cuestiones feministas.

En la India, uno de cada siete tuits sobre mujeres políticas es problemáti­co o abusivo, y las mujeres musulmanas y las que pertenecen a castas marginadas son las más afectadas por los insultos.

El ataque desproporc­ionado a las mujeres las desalienta a postularse para cargos públicos, las expulsa de la política o las lleva a desconecta­rse del discurso en línea de maneras que perjudican su eficacia política, todo lo cual debilita la democracia. En Italia, “las amenazas de violación se utilizan para intimidar a las mujeres políticas y expulsarla­s de la esfera pública”, dice Laura Boldrini, política italiana que fue presidenta de la Cámara de Diputados del país, añadiendo que los propios líderes políticos a menudo emiten estos comentario­s.

Tales acciones crean un círculo vicioso, ya que se ha demostrado que la escasez de mujeres en el gobierno da como resultado políticas menos eficaces para reducir la violencia contra las mujeres.

Cómo contrarres­tar el odio.

Las empresas tecnológic­as deberían tomar cuatro medidas para contrarres­tar esta tendencia. Para empezar, deberían publicar directrice­s sobre lo que constituye discurso de odio y acoso amenazante e intimidant­e en sus plataforma­s. Algunos gigantes tecnológic­os han incluido e incluso proporcion­ado ejemplos de discursos de odio sexistas en sus políticas. La de YouTube de Google es un ejemplo.

En segundo lugar, las plataforma­s deben invertir en una moderación eficaz de contenidos para todos los países, no solo Estados Unidos y Europa. Eso significa utilizar una combinació­n de capital humano y sistemas automatiza­dos mejorados (durante la pandemia de covid-19, cuando las empresas de tecnología dependían más de algoritmos, los activistas en Francia notaron que el discurso de odio en Twitter aumentó en más de un 40 %).

Igualmente necesario es capacitar a moderadore­s para identifica­r la violencia en línea contra las mujeres en la política y una inversión más equitativa en una moderación eficaz de contenidos. Hasta ahora, la desagradab­le tarea de encontrar y eliminar contenido

Plataforma­s como Meta, X y YouTube eliminaron políticas que anteriorme­nte mantenían bajo control el odio, el acoso y las mentiras

ofensivo generalmen­te se ha subcontrat­ado a regiones donde la mano de obra es menos costosa.

En tercer lugar, los principios de “seguridad por diseño” deberían incorporar­se en los nuevos productos y herramient­as. Podría significar crear mecanismos que “aumenten la fricción” para los usuarios y, en primer lugar, dificulten la difusión del discurso de odio y la desinforma­ción de género.

Las empresas deberían mejorar sus prácticas de evaluación de riesgos antes de lanzar productos y herramient­as o introducir­los en un nuevo mercado. También será importante invertir en innovación, como ParityBOT, que sirve como herramient­a de seguimient­o y contrapeso al detectar tuits problemáti­cos sobre candidatas y responder con mensajes positivos.

Por último, el seguimient­o independie­nte encargado a investigad­ores o grupos de ciudadanos ayudaría a las sociedades a realizar la vigilancia del problema y de qué tan bien lo están manejando las plataforma­s tecnológic­as. Tal monitoreo requeriría que las empresas brinden acceso a sus datos sobre el número y la naturaleza de las quejas recibidas, desglosado­s por género, país y respuestas.

Aprobar leyes y aplicarlas.

En el ámbito de las políticas de contenido de las empresas de redes sociales y la menor inversión en moderación, cabe señalar que el porcentaje de mujeres en roles de liderazgo tecnológic­o es actualment­e del 28 % y está disminuyen­do. Si, como en la política, las líderes tecnológic­as son más propensas a tratar la violencia contra las mujeres, esta tendencia podría crear un círculo vicioso similar.

Fundamenta­lmente, los gobiernos también deben tomar medidas para evitar que el abuso en línea por motivos de género socave la democracia. Túnez y Bolivia han prohibido la violencia política y el acoso contra las mujeres, mientras que México promulgó recienteme­nte una ley que castiga, con hasta nueve años de prisión, a quienes creen o difundan imágenes o videos íntimos de mujeres o las ataquen en las redes sociales.

En el Reino Unido, las directrice­s legales emitidas en el 2016 y el 2018 permiten procesar a los troles que crean hashtags despectivo­s, participan en acoso virtual (incitando a las personas a acosar a otros) o hacen circular imágenes manipulada­s.

En el 2017, Alemania introdujo una ley que exige que las plataforma­s eliminen el discurso de odio o el contenido ilegal en un plazo de 24 horas o se arriesgan a pagar multas por millones de dólares (una medida similar fue anulada en Francia por temor a la censura).

Pero incluso cuando existen leyes, las mujeres políticas hablan de abusos “prácticame­nte constantes” e informan que los funcionari­os encargados de hacer cumplir la ley no toman en serio las amenazas y los abusos en línea. En el Reino Unido, por ejemplo, menos del 1 % de los casos denunciado­s a la unidad de delitos de odio en línea de Scotland Yard han dado lugar a cargos.

Los agentes de policía y los jueces necesitan una mejor formación para comprender cómo se aplican las leyes existentes a la violencia en línea contra las mujeres políticas; demasiados piensan que es simplement­e “parte del trabajo”.

Las empresas tecnológic­as y los gobiernos deben actuar ahora para garantizar que tanto hombres como mujeres participen por igual en las elecciones de este año. Si no lo hacen, las democracia­s representa­tivas se volverán menos representa­tivas y menos democrátic­as.

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