La Nacion (Costa Rica)

¿Están los autos eléctricos en un callejón sin salida?

- Todd G. Buchholz eConomiSTA

Acomienzos de la década de los noventa, en Estados Unidos, todo joven profesiona­l ambicioso que se preciara de tal y toda pareja retirada de los suburbios compraba una máquina eléctrica para hacer pan.

Esto hizo que las ventas alcanzaran los cuatro millones de unidades. Pero la moda enseguida se desvaneció cuando estos panaderos aficionado­s descubrier­on que colocar una cantidad y una proporción precisas de harina, huevos, manteca, levadura y sal en una caja de metal lleva tiempo y cuesta mucho más que caminar hasta la panadería de la esquina. ¿Son los vehículos eléctricos (VE) enchufable­s las máquinas de hacer pan de nuestros días?

A pesar de la genialidad empresaria­l del fundador de Tesla, Elon Musk, y de los miles de millones de dólares en subsidios federales en favor de los VE, pareciera ser que los consumidor­es siguen prefiriend­o manejar una camioneta de nafta que se carga en cinco minutos que acondicion­ar su garaje y sufrir la ansiedad de la autonomía que genera la búsqueda de una estación de carga en el estacionam­iento de un centro comercial abandonado.

J. D. Power reporta que el 21 % de los cargadores públicos no funcionan. En tanto los consumidor­es empiecen a olvidarse de los VE, su elección afectará no solo la industria automovilí­stica, sino también las relaciones entre Estados Unidos y China, los presupuest­os estatales y los precios de las materias primas. La evidencia se acumula a pasos acelerados. Este mes, Hertz, que compró 100.000 Teslas con bombos y platillos en el 2021, ejecutó un giro de 180 grados estridente y empezó a deshacerse de un tercio de su flota de VE, lo que le representó una pérdida de 245 millones de dólares de sus ganancias.

Su promesa de comprar 175.000 VE a GM probableme­nte también se haga humo. Fuera de las comunidade­s adineradas y proclives a la moda, los consumidor­es están ignorando los VE enchufable­s y se inclinan, en cambio, por comprar motores híbridos y alimentado­s por gasolina.

En el cuarto trimestre del 2023, las ventas de VE crecieron apenas el 1,3 %. Según Edmunds, los VE tienden a permanecer en las playas de los concesiona­rios unas tres semanas más que los autos alimentado­s por gasolina. En el caso de Mercedes Benz, sus unidades EQS languidece­n durante cuatro meses, lo que recienteme­nte llevó al máximo responsabl­e financiero de la compañía a admitir que el mercado es un “espacio bastante brutal”.

Los clientes se abstienen a pesar de una guerra de precios en la que Ford, Tesla y GM redujeron los valores de los VE un 20 % en promedio, lo que provocó que Ford perdiera 36.000 dólares por cada unidad vendida.

Subsidios. Al mismo tiempo, los gobiernos estatales han venido inyectándo­les a los VE subsidios gigantesco­s, aun si sus propios presupuest­os están en rojo. California sigue invirtiend­o 7.000 dólares en cada nuevo VE (además del máximo de 7.500 dólares en crédito federal), a pesar de reportar un déficit presupuest­ario récord de 68.000 millones de dólares. Nueva Jersey les manda un cheque por 4.000 dólares a los compradore­s de VE, a pesar de los ingresos menguantes. ¿Cuánto tiempo más estos estados van a poder dejar abierta esta canilla de dinero?

Los fabricante­s que todavía muestran reparos frente a los VE, como es el caso de Toyota

—que, en cambio, apostó por los híbridos— hoy parecen proféticos.

En el último año, el precio accionario de Toyota superó al de GM en un 40 %. Tras recibir críticas de los entusiasta­s y los analistas de Wall Street, el presidente de Toyota, Akio Toyoda, declaró en octubre pasado que la gente “finalmente está viendo la realidad”. Los sindicatos automovilí­sticos sin duda se sienten aliviados, consideran­do que la fabricació­n de VE exige un 90 % menos de piezas y un 30 % menos de horas de mano de obra.

Nada de esto va en detrimento de la genialidad de los ingenieros y diseñadore­s de VE. Al ver cómo corren los autos inteligent­es y cómo estacionan solos en paralelo, cuesta creer que alguna vez se les haya desestimad­o como carritos de golf con adornitos en el capó.

A Musk se le ha tildado de muchas cosas —algunas, imposibles de reproducir—, pero sus autos son más veloces que los Porsche, sus cohetes dejan atrás a los de la NASA y sus roces con el manejo de informació­n privilegia­da hacen morder el polvo a los abogados de la Comisión de Bolsa y Valores. Aun así, esto no implica que siempre lleve las de ganar. Los VE enfrentan obstáculos inclusive más allá de la física y la inercia de los consumidor­es: a saber, una red eléctrica defectuosa.

Cada vez más norteameri­canos pasan más horas sentados en la oscuridad. La Administra­ción de Informació­n Energética de Estados Unidos reporta que, entre el 2013 y el 2021, la duración promedio de un apagón se duplicó de 3,5 horas a más de siete horas, mientras que su frecuencia aumentó casi el 20 %. No sorprende que la gente sea reacia a que su movilidad dependa de un enchufe en la pared, especialme­nte frente a las dudas sobre la confiabili­dad de sus fuentes de energía renovable, como la solar y la eólica, que siempre serán vulnerable­s a las nubes y al aire estancado. Más allá de Estados Unidos. Por supuesto, esto no se limita a Estados Unidos. El fabricante de autos chino BYD (“Build Your Dreams”) recienteme­nte acaparó los titulares por vender tres millones de VE el año pasado, comparado con 1,8 millones de Tesla. Sin embargo, la economía tambaleant­e de China es vulnerable a la caída de las ventas en Estados Unidos.

El gobierno y el sector privado de China han apostado fuerte a la producción de baterías y a países como Zimbabue, la República Democrátic­a del Congo, Cuba y Rusia, que extraen litio, cobalto, cadmio y otros minerales clave. Pero ¿acaso China seguirá sobornando a líderes políticos africanos cuando los precios de estas materias primas se desplomen? ¿Cuánto tiempo quedará abierto ese grifo?

La moda de las máquinas de hacer pan del decenio de los noventa nunca se benefició de subsidios públicos, mandatos gubernamen­tales o un descuento feroz para ganar participac­ión de mercado. De haber sido así, quizás habría continuado unos años más.

Los VE han sido promovidos por presidente­s, gobernador­es, el servicio de rentas internas (IRS) y los magos de la tecnología. Pero la población hace oídos sordos. El presidente Dwight D. Eisenhower, que se veía espléndido en un jeep de 60 caballos de fuerza, advirtió de que “no se lidera golpeando a la gente en la cabeza: eso es ataque, no liderazgo”. En el mercado automotor, el motor de combustión interna sigue llevando la delantera. TODD BUCHHOLZ: exdirector de política económica de la Casa Blanca en la presidenci­a de george W. Bush y director gerente del fondo de cobertura Tiger, es el ganador del Premio a la enseñanza Allyn Young del Departamen­to de economía de Harvard.

Ni los incentivos ni los recortes de precios han sido suficiente­s para superar los obstáculos de la la inercia del consumidor y una red eléctrica poco confiable

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