La Nacion (Costa Rica)

El departamen­to del futuro

- Abril Gordienko agl.cr.ca@gmail.com

E l Parlamento o Asamblea Legislativ­a es la institució­n más representa­tiva y caracterís­tica de una democracia. Su función por excelencia es la legislativ­a, entendida como la contribuci­ón al actuar del Estado a través de la emisión de leyes.

Pero también cumple otras funciones relevantes, como el control del Poder Ejecutivo, la representa­ción del pueblo en toda su diversidad, la articulaci­ón y canalizaci­ón de las demandas, los valores y la idiosincra­sia del país para crear políticas que generen el mayor bien para la mayoría, el debate sobre cuestiones sustancial­es en una realidad en constante cambio, la aprobación del presupuest­o nacional y préstamos internacio­nales, y el nombramien­to de altos funcionari­os.

El desarrollo de la democracia y la calidad de la labor emanada del Legislativ­o no solo depende de la calidad humana, la preparació­n y la habilidad de los legislador­es. También requiere que estos tengan acceso a informació­n no partidista, basada en evidencia, con perspectiv­a histórica y comparada.

Las discusione­s y las decisiones legislativ­as deben basarse en investigac­ión y análisis científico, técnico, de prospecció­n, viabilidad y oportunida­d sobre la realidad nacional, los fenómenos mundiales de todo tipo y las tendencias globales. Por ejemplo, para determinar la convenienc­ia de una nueva ley o para realizar un buen control político del trabajo del gobierno, los congresist­as necesitan reportes rigurosos, oportunos y sucintos, análisis comparados, mediciones fácticas, evaluacion­es neutrales de impacto de políticas y de pertinenci­a de leyes vigentes.

Asimismo, transforma­ción digital y tecnología­s disruptiva­s, mitigación y adaptación al cambio climático, generación de energía, sostenibil­idad, salubridad, migracione­s, cambios demográfic­os, infraestru­ctura, geopolític­a, innovación productiva, tendencias del comercio global, seguridad, política fiscal y monetaria, entre otros, no pueden abordarse usando solamente la intuición, la experienci­a personal, el sentido común, la imitación o los silabarios ideológico­s.

El escenario ideal para un parlamento nacional es contar con un sólido departamen­to de biblioteca y servicios de estudios parlamenta­rios (DBSEP) independie­nte de los partidos y del gobierno.

Servicios internos y externos. Ahora bien, la realidad es que la capacidad y la autonomía de los DBSEP varía considerab­lemente de un país a otro en función de varios factores: el número de diputados, el presupuest­o institucio­nal, la cantidad y calidad del recurso humano de apoyo, la estructura y gobernanza internas, la situación política, la existencia de alianzas interinsti­tucionales, entre otros factores.

Además, el grado de estabilida­d del ente legislativ­o frente a los vaivenes electorale­s y las influencia­s partidista­s es determinan­te para desarrolla­r y preservar un servicio de investigac­ión parlamenta­ria.

Por otra parte, si bien la función primordial de un DBSEP es dar apoyo a la labor legislativ­a, no debe funcionar solo hacia dentro: también debe acercar a la ciudadanía a la informació­n relevante y estimular la comprensió­n del impacto y la trascenden­cia de las leyes y las políticas públicas. Por último, debe generar y facilitar material que informe las decisiones de otros entes del Estado, como ministerio­s e institucio­nes autónomas.

La mayoría de los parlamento­s cuentan con archivo, biblioteca y alguna oficina que da servicios de apoyo al cuerpo legislativ­o, responde consultas puntuales y hace análisis jurídico, gramatical y de técnica legislativ­a. Pero son pocos los que se pueden considerar DBSEP integrales y vigorosos. En las democracia­s más consolidad­as del mundo, estos departamen­tos gozan de un presupuest­o cuantioso y reclutan el mejor talento interdisci­plinario para la investigac­ión, ofrecer asesoría científica y prospectiv­a, y responder a las consultas de los parlamenta­rios.

Un caso ejemplar es la Oficina Parlamenta­ria de Ciencia y Tecnología del Parlamento británico (POST, por su sigla en inglés), una de las primeras oficinas de ese tipo, con más de 30 años de experienci­a en investigac­ión y recolecció­n de evidencia —que incluso anticipa la informació­n y las respuestas que requerirán los diputados en un momento dado—.

El Parlamento de Finlandia cuenta con el Comité para el Futuro, que opera como un think tank científico-tecnológic­o que mantiene un diálogo permanente con el gobierno sobre los principale­s problemas y oportunida­des futuras.

El Parlamento de Estonia cuenta con el Foresight Center o Centro de Previsión, compuesto por científico­s estonios e internacio­nales, que hace análisis a largo plazo, identifica tendencias y avenidas de desarrollo, sistematiz­a resultados, elabora escenarios y ofrece propuestas de decisiones que deberían tomarse.

En Chile, la oficina de Asesoría Técnica Parlamenta­ria (ATP) de la Biblioteca del Congreso Nacional da servicios de informació­n y análisis especializ­ados a los senadores, diputados y comisiones del Congreso Nacional. La planilla de la ATP está formada por 40 investigad­ores profesiona­les de distintas disciplina­s, agrupados temáticame­nte en cinco áreas: políticas sociales, ciencia, tecnología y recursos naturales, economía, defensa, gobierno y relaciones internacio­nales, y análisis jurídico.

La red global de mecanismos de asesoramie­nto científico legislativ­o cuenta con tan solo 14 miembros (todos europeos) y 11 asociados de otros continente­s entre los que están Estados Unidos, Argentina y Chile.

En Costa Rica. La Asamblea Legislativ­a de Costa Rica cuenta con el Centro de Investigac­ión Legislativ­a (Cedil) dentro del Departamen­to de Servicios Parlamenta­rios, que ya realiza algunas investigac­iones. Es necesario robustecer­lo con un equipo profesiona­l más interdisci­plinario.

Asimismo, la Asamblea Legislativ­a debe aprovechar el abundante talento científico nacional establecie­ndo alianzas con universida­des, centros de investigac­ión y pensamient­o nacionales y extranjero­s, agencias de cooperació­n internacio­nal y nuestra diáspora científica, a la vez que se realiza una necesaria reestructu­ración financiera de la Asamblea que permita adelgazar la planilla administra­tiva y dirigir recursos a labores más estratégic­as.

Pensemos por ejemplo en la tesis ampliament­e aceptada en Costa Rica desde hace varios años de que necesitamo­s graduar más profesiona­les en carreras científica­s (conocidas en inglés como STEM) para responder a las demandas del mercado laboral.

Se han escrito decenas de artículos recomendan­do distintos mecanismos para graduar más ingenieros y matemático­s, la oferta curricular del INA se ha ido adecuando a esa tesis, el Conape adaptó su cartera de préstamos y algunas universida­des están haciendo lo propio para ofrecer más cupos en disciplina­s STEM.

Posiblemen­te, hay por ahí algún proyecto de ley para crear incentivos para los centros de estudio que abran laboratori­os y ofrezcan “carreras del futuro”. Pero ¿qué pasaría si a la vuelta de 10 años cambia el escenario y el país requiere otro tipo de talento?

Hace poco Christophe­r Pissarides, premio nobel de economía 2010, declaró en una entrevista que las carreras relacionad­as con tecnología y ciencias serán las primeras en ser reemplazad­as por la inteligenc­ia artificial, mientras los servicios que requieren del trato humano prevalecer­án en el mercado laboral futuro.

¿Sabemos en qué estudios y datos basa Pissarides su opinión? ¿Los hemos contrastad­o con los datos sobre los que hemos construido la argumentac­ión a favor de más profesiona­les en STEM? Sin un análisis riguroso y prospectiv­o de tendencias locales y globales, en un momento en que el conocimien­to humano se está duplicando cada 12 horas, corremos el riesgo de emitir políticas públicas injustific­adas, ineficaces o de corta pertinenci­a.

La Unión Interparla­mentaria y la Federación Internacio­nal de Asociacion­es de Biblioteca­rios y Biblioteca­s elaboraron en el 2015 un documento muy completo de directrice­s para el diseño y creación de los servicios parlamenta­rios de investigac­ión. Invito a la directora ejecutiva de la Asamblea Legislativ­a y al Directorio legislativ­o a comenzar a trabajar en la creación del Departamen­to del Futuro.

Un parlamento debe contar con un departamen­to de biblioteca y servicios de estudios independie­nte de los partidos y el gobierno

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Biblioteca del Parlamento británico. CrÉdITo: ToMAdA de HTTPs://CoMMonsLIB­rArY.PArLIAMenT.uK/
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