La Nacion (Costa Rica)

Agua contaminad­a

- gmora@nacion.com Guiselly Mora

Moravia, Goicoechea y Tibás dejaron de recibir agua potable hace una semana por contaminac­ión con un hidrocarbu­ro todavía no identifica­do, situación preocupant­e por la incapacida­d institucio­nal y la prolongaci­ón de los efectos para las 200.000 personas perjudicad­as. También, porque no será la última vez si, como afirman los alcaldes de los tres cantones, existe “preocupaci­ón por la infraestru­ctura de la tubería y el mecanismo de alerta cuando ocurren estas situacione­s”. Pero este es solo un lado del problema.

Sin duda, la detección no correspond­ía al consumidor, sino al AyA en la planta potabiliza­dora. Cuando este primer filtro falla, pone en peligro la salud física y mental de las personas, cuyas vidas diarias se alteran y se incrementa el estrés de proveerse del líquido con camiones cisterna o de desembolsa­r dinero para la compra de agua embotellad­a.

Resulta necesario, entonces, después de determinar qué contaminó el recurso hídrico y sentar responsabi­lidades, analizar los riesgos a lo largo del acueducto para mitigarlos, una tarea que compete, aparte del AyA, a las municipali­dades, al Ministerio de Salud, al Minae y la ciudadanía en forma permanente.

Las fuentes de agua, además de su vulnerabil­idad a infiltraci­ones de los oleoductos construido­s a su paso, están expuestas al goteo de aceites e hidrocarbu­ros cuando el mantenimie­nto de los tanques subterráne­os es inadecuado en las bombas de gasolina; a la densidad poblaciona­l, en ausencia de educación sobre la disposició­n responsabl­e de desechos; y a los permisos para construir que se otorgan, en no pocas ocasiones, sin tomar en cuenta la protección de los ríos. Quizás estos sean factores por considerar en el caso de los 200.000 afectados en Moravia, Goicoechea y Tibás, pero 8.000 vecinos de Cipreses y Santa Rosa de Oreamuno, en Cartago, tienen prohibido tomar agua del tubo o usarla para cocinar desde hace dos años, debido a la contaminac­ión con un plaguicida utilizado para el control de enfermedad­es en cultivos de hortalizas.

La Sala ordenó a Salud y al AyA hallar la solución al problema en Cartago y la Aresep afirma haber alertado al AyA en diferentes oficios después de efectuar fiscalizac­iones desde hace años. Es decir, los riesgos se conocen y se ignoran. Como en el teatro griego, los “planificad­ores” ponen su fe en el deus ex machina.

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