Gestión democrática más eficiente en los gobiernos locales
Aprincipios de siglo, los costarricenses o tenían poco conocimiento o mostraban indiferencia hacia el proceso de descentralización del Estado y los beneficios de la municipalización, reveló un estudio de Flacso.
Una razón que se exponía tenía que ver con que teníamos una relación más robusta con el Gobierno Central, es decir, se percibían rendimientos sociales más favorables, posiblemente, porque el estado social de bienestar era reconocido como uno de los más eficientes de América Latina, hoy puesto en duda.
El mismo estudio contiene otro dato interesante, y es que los ciudadanos sí tenían la expectativa de que la descentralización produjera un vínculo muy activo entre municipio y ciudadanía. Específicamente, aludían a un nexo extraordinariamente dinámico.
De hecho, el 66 % de los entrevistados respondieron que la descentralización debía canalizarse hacia el municipio en conjunto con los vecinos, lo que podría significar que el municipio no estuviera de espaldas a la comunidad.
También es cierto que un mayor conocimiento de las bondades de la descentralización y la municipalización está asociado con los grados de estudios de las personas y a la falta de información del Estado acerca del significado de las reformas del Código Municipal de 1998 con miras al proceso de descentralización.
El 68 % de los entrevistados respondieron negativamente cuando se les preguntó si el municipio representa sus intereses.
Quiere decir que el gobierno local no está exento del déficit de representación que afecta al resto del sistema político costarricense.
Por ello, es trascendental fortalecer los mecanismos de participación ciudadana en el ámbito comunal, como una forma de mejorar la calidad de la democracia local, y digo trascendental con el fin de evitar reproducir los vicios de la cultura política nacional en la cantonal.
En otras palabras, se trata de evitar una subordinación de lo local a lo nacional y de imitación de malas prácticas como la corrupción, los conflictos de intereses, el tráfico de influencias.
La democracia local, en palabras del sociólogo Carlos Sojo, requiere descentralización y gobiernos locales fuertes. No habrá democracia local en donde no exista el precedente de un proceso genuino de descentralización y consolidación de un sistema de gobiernos
La democracia local requiere descentralización y municipalidades fuertes
regionales fuertes. Así pues, no hay fortalecimiento de la democracia nacional sin democracia local.
En momentos en que languidece el interés de la población por la política, que se da un desgano en las urnas electorales, que se manifiesta la desconfianza en las instituciones públicas, la elección del domingo coloca nuestra democracia en una dimensión promisoria, como señaló esta semana el Tribunal Supremo Elecciones (TSE). Ciertamente, son una oportunidad magnífica para dar vitalidad política y democrática a Costa Rica.
Rodrigo Madrigal Nieto, uno de mis mentores, decía que la transformación de las municipalidades tiene que obedecer a una política nacional, pública, clara, definida. No caben las indecisiones.
Tenemos que marchar adelante sin titubeos. Claro que habrá problemas, pero deben vencerse y concretar el esfuerzo de una reestructuración provechosa del Estado.
Madrigal citaba a Emilio Castelar, parlamentario español del siglo XIX, que definía el municipio como “el hogar civil del ciudadano” para soñar con que la descentralización y la municipalización convirtieran en verdaderos hogares civiles a los municipios de Costa Rica para convivir a su alrededor en una empresa nacional de progreso y mejoramiento humano.
La municipalización para una gestión democrática local todavía tiene muchos desafíos por delante, como por ejemplo mayor desarrollo y autonomía, progreso, gobernabilidad, seguridad, convivencia, elevación de los estándares de vida, equidad, transparencia, rendición de cuentas, capacidad de respuesta del gobierno local a las necesidades de los ciudadanos y una mayor integración de actores.