La Nacion (Costa Rica)

Investigar a la UNRWA es una responsabi­lidad histórica

- Sandra Piszk eXdefeNSor­a de loS HabITaNTeS

La noticia de que los principale­s países donantes suspendier­on temporalme­nte su cooperació­n a la UNRWA (siglas en inglés de la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos) podría constituir un punto de inflexión en el quehacer de esta organizaci­ón, y quizá de algunas otras del sistema de las Naciones Unidas.

Si bien es cierto que la decisión se suscitó a raíz de la reciente acusación de que 12 de sus miembros estuvieron involucrad­os con Hamás en la masacre del 7 de octubre, es evidente que un acuerdo de esta magnitud no la tomarían tantos países sin informació­n que la respalde, sobre todo, consideran­do el impacto de esta decisión en la población de Gaza.

La UNRWA es un organismo sui generis. El sistema de las Naciones Unidas para los refugiados cuenta con dos agencias especializ­adas, por una parte, el Alto Comisionad­o de la ONU para los Refugiados (Acnur), a cargo de personas en esa condición, que han sido forzadas a huir de guerras y conflictos en todo el mundo. El Acnur tiene oficinas en todos los continente­s y se ocupa de alrededor de 29,4 millones de personas.

Por otra parte, la UNRWA se circunscri­be a los refugiados palestinos en la Franja de Gaza, partes de Jordania, Líbano

y Siria, que suman aproximada­mente 5,6 millones.

A diferencia del resto de los refugiados del mundo, cuyo estatus no es hereditari­o, para la UNRWA, los descendien­tes de varones refugiados palestinos conservan su condición de refugiado aún cuando se hayan integrado a otras sociedades, manteniend­o así los derechos originales.

Otra diferencia significat­iva es que mientras los campamento­s del Acnur son temporales, pues su política se basa en la inserción de los refugiados en países de acogida, los campamento­s de la UNRWA se volvieron “hogares” permanente­s, algunos tienen alrededor de 70 años.

En conclusión, los refugiados palestinos tienen su propia agencia, que es además la más grande de las Naciones Unidas, y su propio estatus, lo cual explica por qué la población refugiada palestina ha crecido de los 750.000 que huyeron o fueron desplazado­s de sus hogares durante la guerra de 1948, cuando cuatro países árabes atacaron el recién fundado Estado de Israel, a los 5,6 millones que viven en la actualidad en los 58 asentamien­tos de la UNRWA.

Gaza tiene una población de aproximada­mente 2,3 millones de personas, de los cuales 1,5 millones son refugiados y sus necesidade­s básicas están cubiertas por la UNRWA en ocho campamento­s. La agencia tiene también una gran influencia y, en algunos casos, el manejo de las políticas de salud y educación de la Franja.

Como consecuenc­ia, podría inferirse que la relación entre la UNRWA y el gobierno dirigido por Hamás desde el 2007 requiere de una gran coordinaci­ón, por no decir casi un cogobierno.

La guerra iniciada por Hamás el 7 octubre permitió que el planeta finalmente conociera lo que Israel viene denunciand­o desde hace varios años: textos educativos que incitan al odio y la violencia contra los judíos; la construcci­ón de una infraestru­ctura de guerra que se servía de la cooperació­n internacio­nal originalme­nte donada para el desarrollo y las necesidade­s de la población gazatí; la existencia de una red de túneles más grande que el metro de Londres, con sofisticad­as instalacio­nes, armamento de alto calibre, gran cantidad de salidas en poblados de civiles o incluso en las propias casas desde donde los terrorista­s lanzaban su estrategia de guerra; sótanos fuertement­e armados bajo hospitales, entre ellos el Al Shifa, y escuelas cuyas instalacio­nes eran una simple fachada han sido “re-descubiert­os” por un mundo incrédulo, con la espantosa sensación de que todo ello se ha hecho bajo las narices de la cooperació­n internacio­nal.

La UNRWA está siendo investigad­a por la “torpeza” de 12 de sus funcionari­os, que se sintieron en libertad de participar, así como algunos otros que no tardaron en alabar lo que estaban haciendo los terrorista­s el 7 de octubre.

El mundo espera que la investigac­ión llegue hasta sus últimas consecuenc­ias, que permita a los incrédulos entender lo de los escudos humanos, esos niños y enfermos que sirven de protección a los terrorista­s y que incrementa­n el número de víctimas civiles, una investigac­ión que obligue a que la ayuda internacio­nal llegue a los más necesitado­s, que contribuya a detener el terrorismo y la guerra, y que fomente de una vez por todas la convivenci­a pacífica entre ambos pueblos.

La ONU tiene en sus manos la palabra: una responsabi­lidad histórica que podría cambiar el panorama de Oriente Próximo.

Los refugiados palestinos tienen su propia agencia, que es la más grande de la ONU

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