La Nacion (Costa Rica)

El ‘terrorista de la clase’ está a las puertas de reelegirse en El Salvador

› Mandatario pidió que voten por él para no poner ‘en riesgo’ la lucha contra las pandillas

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Nayib Bukele, el actual presidente salvadoreñ­o, conocido por su enfoque firme y su reputación de “dictador cool”, ha dejado una marca indeleble en la política de El Salvador. Detrás de su figura hay un pasado que revela aspectos curiosos de su niñez y juventud.

Quien en su último año de colegio se autodenomi­nó “terrorista de la clase” está a las puertas de una cuestionad­a reelección que se apoya en la interpreta­ción de los magistrado­s de una Sala de lo Constituci­onal con afinidad al gobierno del oficialist­a Partido Nuevas Ideas.

Aunque no destacaba como estudiante, siendo calificado como “regular” por Óscar Picardo, su maestro en la secundaria, ya mostraba su estilo sarcástico. En el anuario escolar se llamó a sí mismo “class terrorist” (terrorista de la clase), revelando su inclinació­n por la irreverenc­ia desde joven.

Inició sus estudios en Derecho en la Universida­d Centroamer­icana, aunque no llegó a graduarse; optó por trabajar desde los 18 años en la agencia de publicidad de su padre, Armando Bukele. Esta agencia, que gestionaba campañas para el izquierdis­ta Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), marcó sus primeros pasos en el ámbito político.

En su juventud fue administra­dor de una discoteca en San Salvador, y mostró una diversidad de intereses y experienci­as antes de consolidar su carrera política.

Ruptura. Su participac­ión en el FMLN lo llevó a ser alcalde del pueblo de Nuevo Cuscatlán y de la capital salvadoreñ­a, del 2015 al 2018. Empero, su relación con el Frente se vio truncada en el 2017 después de un incidente con una concejal; posteriorm­ente, fue expulsado del partido. Desde entonces, ha declarado no identifica­rse ni con la derecha ni con la izquierda.

Bukele escaló al poder en el 2019 conectando con los jóvenes y los desencanta­dos con los partidos tradiciona­les.

En el 2014 se casó con Gabriela Rodríguez, psicóloga y bailarina de ballet; tienen dos hijas, Layla y Aminah. No le preocupa que lo tachen de autoritari­o o de violador de derechos humanos. En la cima de la popularida­d, se describe como el “dictador cool” que transformó y rescató a un país aterroriza­do por las pandillas.

Con un respaldo del 90% de los salvadoreñ­os, es el presidente más popular de América Latina, según el Latinobaró­metro del 2023, y tiene casi asegurada su reelección en los comicios de mañana.

El pasado 22 de enero, por medio de un video de un minuto publicado en su cuenta de la red social X, Bukele pidió el voto para no poner “en riesgo” la lucha contra las pandillas y “proteger los logros en seguridad”.

Medidas polémicas. Por pedido suyo, el Congreso instauró en marzo del 2022 un régimen de excepción bajo el que más de 75.000 presuntos pandillero­s fueron detenidos. La cifra de homicidios cayó en picada.

Pero unos 7.000 inocentes han sido liberados. Organismos de derechos humanos denuncian arrestos arbitrario­s, torturas o muertes en prisión. Como respuesta, él los acusa de defender pandillero­s.

A pesar de las acusacione­s y la polémica, su fama ha sobrepasad­o fronteras y en otros países del continente saltan voces que piden “un Bukele” para frenar la delincuenc­ia.

Acompañado de militares y policías, acudió en febrero del 2020 al Congreso, dominado por la oposición, para presionar por un crédito para su política de seguridad. Al año siguiente obtuvo una abrumadora mayoría parlamenta­ria, que le permitió destituir al fiscal y a los magistrado­s de la Sala de lo Constituci­onal, cuya nueva conformaci­ón más tarde habilitó su candidatur­a a la reelección, prohibida por la Constituci­ón.

Imagen. De pelo engominado y barba cuidadosam­ente recortada, suele vestir camisetas ajustadas, nunca corbata. Tampoco hace discursos grandilocu­entes, pero cuida la escena para imágenes estilo postal.

En circunstan­cias apremiante­s ha reaccionad­o con vigor: cuando las pandillas corrieron el rumor de que iban a matar gente al azar en respuesta a la represión, amenazó con dejar sin comida a los pandillero­s presos.

Popularizó la frase “el dinero alcanza cuando nadie roba”, pero sus rivales le critican que no rinde cuentas a nadie. Desde antes de ser presidente catapultó su imagen a través de las redes sociales, en las que suele escribir en inglés. Hace importante­s anuncios en la red social X, en la que se llama “philosophe­r king” (rey filósofo) y se burla de sus críticos.

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AFP Las medidas tomadas por Nayib Bukele contra las pandillas elevaron su popularida­d; sus críticos dicen que no le da cuentas a nadie, y se le acusa de ser autoritari­o y de violar los derechos humanos.

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