La Nacion (Costa Rica)

Cantonaliz­ar la prevención del delito

- Rafael Ángel Guillén E. EXDIRECTOR DEL OIJ

Una vez conocidos los resultados electorale­s en los 84 cantones, en vista del gravísimo problema de la insegurida­d y la apatía gubernamen­tal de proporcion­ar los recursos necesarios a los cuerpos policiales, la colaboraci­ón de los futuros jerarcas municipale­s es crucial para la tranquilid­ad en cada una de sus ciudades.

La Comisión contra el Crimen Organizado y Seguridad del Colegio de Abogados les ofrece asesoría jurídica y policial gratuita para hacer causa común y prevenir los delitos.

Los diputados ya se sumaron a la solución contra un flagelo que se cobra la vida de cientos de personas, entre estas, un investigad­or del Organismo de Investigac­ión Judicial (OIJ) y un policía que cumplían con su deber.

Contradice la tesis absurda de que quienes no andan en malos pasos no debían preocupars­e, porque nada les va a pasar. Está comprobado que estas versiones sin sustento constituye­n un grosero engaño sobre la realidad.

Es cierto, se analizan proyectos de ley con el objeto de combatir la criminalid­ad; sin embargo, ningún habitante está esperando que lo asesinen, roben, estafen o violen para que luego las autoridade­s condenen a los culpables.

Más bien, debe procurarse que nadie nos haga daño y que el Poder Ejecutivo cumpla con el mandato constituci­onal de protegerno­s, manteniend­o el orden y la tranquilid­ad, tomando las providenci­as para el resguardo de las libertades públicas, como dice el inciso 6 del artículo 140 de la Constituci­ón.

El OIJ nos ha dado una lección ejemplar al ejecutar un gran operativo en Limón. Con ello, demostró que la presencia policial en las calles controla o baja significat­ivamente la criminalid­ad. El principal trabajo de los agentes del orden y la seguridad es estar en las calles, armados y con las provisione­s necesarias para la contención eficaz de los criminales que pululan en las barriadas, armados con fusiles de guerra y ametrallad­oras sin que sean detectados por las autoridade­s.

El trabajo del OIJ no es posible mantenerlo por mucho tiempo, pues los recursos son limitados. A la institució­n represiva, le resulta imposible llevar a cabo acciones preventiva­s porque su labor es eminenteme­nte investigat­iva, y así lo ha establecid­o la Sala Constituci­onal.

La contención y vigilancia de los poblados es obligación de la policía del Ministerio de Seguridad Pública y de los oficiales de seguridad municipal.

Lo que estamos sufriendo debido a los graves delitos que a diario se producen es el efecto de causas que fueron abandonada­s por los políticos de diferentes partidos, que no se ocuparon por resolver la desintegra­ción familiar o la deserción de los estudiante­s, tornándolo­s vulnerable­s al crimen organizado que los recluta y les asigna acciones delictivas.

La desigualda­d, la falta de empleo, la carencia de viviendas dignas, la desatenció­n de la salud, entre otros, también son el resultado del abandono institucio­nal.

Irónicamen­te, existen iniciativa­s para crear megacárcel­es donde encerrar a los delincuent­es. Se piensa, equivocada­mente, que el aprisionam­iento es la absoluta solución.

Sin embargo, los países que más privados de libertad tienen reflejan una decadencia social y son calificado­s de países en vías de desarrollo.

Unirnos con las alcaldías para prevenir el delito devolvería a los costarrice­nses la tranquilid­ad, que se ha visto disminuida por la acción de los antisocial­es.

La colaboraci­ón de los futuros jerarcas es crucial para la tranquilid­ad en sus ciudades

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crédiTo: corTesÍA del oiJ / PArA fiNes ilUsTrATiV­os.

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