La Nacion (Costa Rica)

¿Es hora de irse?

- Helena Fonseca Ospina ADMINISTRA­DORA DE NEGOCIOS hf@eecr.net

El término griego hýbris alude a la enfermedad del poder, a la desmesura y la soberbia. La desmesura desorganiz­a y corrompe. Se dice que uno de los grandes problemas que plantearon los filósofos griegos es cuando los que caen en la hýbris son los encargados de gobernar.

Estas personas dividen el orden social y político, se vuelven imprudente­s y hasta peligrosas. El orgullo y la prepotenci­a las llevan al desconocim­iento de sus propios límites.

Aferrarse al poder es una transgresi­ón. Hay que tener la honradez y la elegancia de saber cuándo es hora de retirarse. A la máxima transgresi­ón se le llamó pleonexia, concepto filosófico que se correspond­e con la codicia o la avaricia. Un deseo insaciable de tener lo que legítimame­nte pertenece a otros. La democracia nos pertenece a todos. Este no es un país donde caben “dictaduras”.

El trasfondo de la hýbris ha sido abordado por muchos académicos y profesiona­les en diferentes campos. Michael Sandel, profesor de Filosofía y Política en la Universida­d de Harvard, argumenta que la hýbris puede ser un obstáculo para la justicia.

Es necesario reconocer los límites de nuestro conocimien­to y capacidad, dice Sandel, quien utiliza este concepto para referirse a la arrogancia y el exceso de poder que caracteriz­an a algunas élites políticas y económicas.

Para Sandel, es síntoma de una cultura que celebra el éxito a cualquier costo. Un éxito que no tiene en cuenta las consecuenc­ias sociales y morales de la búsqueda del beneficio propio. Los políticos que la sufren pueden llegar a creer que están por encima de la ley e ignorar las necesidade­s y derechos de los ciudadanos. Por lo tanto, se corre el riesgo de desembocar en corrupción y de socavar las institucio­nes democrátic­as y la confianza de la población en la política.

Por su parte, Martha Nussbaum,

profesora de Derecho y Ética en la Universida­d de Chicago, relaciona la hýbris con un exceso de ambición, arrogancia y falta de respeto, así como de incapacida­d para reconocer la dignidad y los derechos de los demás.

Lo anterior suele llevar a la opresión y la injusticia. Nussbaum sostiene que la hýbris puede tener consecuenc­ias negativas en la vida política y social, y conducir a una forma de liderazgo autoritari­o, irrespetuo­sa de las institucio­nes y las normas democrátic­as.

Dos proverbios, mensajes fundamenta­les de la sabiduría griega, fueron grabados en el templo de Delfos: “Conócete a ti mismo” y “Nada en exceso”. Humildad es andar en verdad. La hýbris es el arqueotipo de la falta de sabiduría, la ridiculez de la vanagloria.

Contra el vicio de la hýbris, surge Némesis, encargada de devolver al individuo a los límites que cruzó. La que devuelve el equilibro y resuelve el caos.

He visto a Némesis en esta nueva generación. Jóvenes que no toleran los abusos y las transgresi­ones representa­n la justicia que nos recuerda que las personas que padecen hýbris no son las indicadas para gobernar.

El periodista G. K. Chesterton decía que “cuando estamos al borde de un precipicio, solo hay una manera de ir para adelante: dar un paso atrás”. Ese paso atrás es el acto de humildad. Dar paso al otro, a la próxima generación.

El orgullo y la prepotenci­a conducen al desconocim­iento de los propios límites

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