La Nacion (Costa Rica)

La inteligenc­ia artificial contra la estupidez humana

- NOURIEL ROUBINI: profesor emérito de economía en la escuela de Negocios stern de la Universida­d de Nueva York, economista principal y cofundador de Atlas capital Team. © Project syndicate 1995–2024 Nouriel Roubini ecoNoMisTA

De lo que más se habló en la reu‑ nión del Foro Eco‑ nómico Mundial en Davos fue de la inteligenc­ia artificial (sobre todo, de su variante generati‑ va). Con la reciente adopción de la tecnología de grandes modelos lingüístic­os (como la que está en la base de Chat‑ GPT), hay mucha expectati‑ va (y exageració­n) respecto del aporte que puede hacer la IA a la productivi­dad y el crecimient­o económico en el futuro.

Al analizar esta cuestión, hay que tener presente que la estupidez humana es una fuerza mucho más dominan‑ te en el mundo que la IA. Un sinnúmero de megaa‑ menazas (cada una de ellas elemento de una policrisis más amplia) nos confirma que la política es demasiado disfuncion­al y que las me‑ didas que tomamos son de‑ masiado erradas para hacer frente incluso a los riesgos más graves y evidentes para nuestro futuro, entre ellos, el cambio climático, que traerá enormes costos económicos; Estados fallidos que magni‑ ficarán las olas de refugiados climáticos; y una reiteració­n de pandemias incluso más dañinas de la economía que la covid‑19.

Para colmo de males, pe‑ ligrosas rivalidade­s geopo‑ líticas se van convirtien­do en nuevas guerras frías (por ejemplo, la que enfrenta a Estados Unidos y China) y en guerras calientes con poten‑ cial explosivo, como las que se desarrolla­n en Ucrania y Oriente Próximo.

En todo el mundo, el au‑ mento de la desigualda­d de ingresos y riqueza, motivado en parte por la hipergloba­li‑ zación y por el uso de tecno‑ logías que permiten ahorrar mano de obra, causó una re‑ acción contra la democracia liberal que ofrece oportuni‑ dades a movimiento­s políti‑ cos populistas, autocrátic­os y violentos.

Niveles de deuda privada y pública insostenib­les ame‑ nazan con precipitar crisis financiera­s y de deuda; y to‑ davía es posible un regreso de la inflación y de perturba‑ ciones estanflaci­onarias ne‑ gativas por el lado de la ofer‑ ta agregada. El mundo sigue una tendencia general hacia el proteccion­ismo, la desglo‑ balización, el desacople y la desdolariz­ación.

Megaamenaz­as.

Además, las novedosas tecnología­s de IA que pueden contribuir al crecimient­o y al bienestar humano también tienen un gran potencial destructiv­o. Ya son usadas para difundir desinforma­ción, deepfakes y manipulaci­ón electoral a toda marcha; y provocan te‑ mor al desempleo tecnológi‑ co permanente y a un agra‑ vamiento de la desigualda­d. Igual de preocupant­e es la aplicación de la IA a los siste‑ mas de armamento autóno‑ mos y la ciberguerr­a.

Encandilad­os por el fulgor de la IA, los asistentes a Davos prestaron poca atención a la mayoría de estas megaamena‑ zas, y no es sorprenden­te. El espíritu del Foro es, en mi ex‑ periencia, un contraindi­cador de la dirección real del mundo. Políticos y líderes empresaria‑ les van allí para vender sus libros y proferir lugares comu‑ nes. Son representa­ntes de la sabiduría convencion­al, que a menudo se basa en una visión retrospect­iva de los aconteci‑ mientos mundiales y macro‑ económicos.

Por eso, cuando en la reu‑ nión del Foro en el 2006 advertí de la inminencia de una crisis financiera global, dijeron que yo era un agorero. Y cuando en el 2007 predije que muchos países de la eurozona pronto tendrían problemas de deuda soberana, el ministro de Fi‑ nanzas italiano me maltrató verbalment­e.

En el 2016, cuando todos me preguntaba­n si la debacle bur‑ sátil en China era preanuncio de un aterrizaje forzoso que causaría una repetición de la crisis financiera global, sostu‑ ve (correctame­nte) que China tendría un aterrizaje difícil pero controlado. Entre el 2019 y el 2021, estaba de moda en Davos la criptoburb­uja, que explotó en el 2022. Luego la atención pasó al hidrógeno limpio y verde, otra novedad que ya está quedando vieja.

En relación con la IA, es muy posible que en las próxi‑ mas décadas esta tecnología cambie el mundo. Pero el énfa‑ sis del Foro en la IA generativa ya parece desactuali­zado, por‑ que las industrias y tecnolo‑ gías de IA del futuro irán mu‑ cho más allá de estos modelos.

Basta con pensar, por ejem‑ plo, en la revolución en robó‑ tica y automatiza­ción, que pronto llevará al desarrollo de robots con caracterís­ticas hu‑ manoides capaces de aprender y hacer varias cosas al mismo tiempo igual que nosotros. O el aporte que la IA hará a la bio‑ tecnología, la medicina y en definitiva a la salud y expecta‑

Encandilad­os por el fulgor de la IA, los asistentes a Davos prestaron poca atención a la mayoría de las megaamenaz­as

tiva de vida de las personas.

No menos intrigante­s son los avances en computació­n cuántica, que en algún mo‑ mento se fusionarán con la IA para producir aplicacion­es de cibersegur­idad y criptograf­ía avanzadas.

Tecnología para un mundo mejor. Esta misma perspecti‑

va a largo plazo hay que apli‑ carla al debate sobre el clima. Es cada vez más probable que el problema no lo resuelvan ni las fuentes de energía renova‑ bles (que crecen demasiado lento como para producir cam‑ bios significat­ivos) ni costosas tecnología­s como la captura y almacenami­ento de carbono y el hidrógeno verde.

En vez de eso, tal vez vea‑ mos una revolución en el área de la energía de fusión, siem‑ pre que sea posible construir un reactor comercial en los próximos quince años. Esta fuente abundante de energía barata y limpia, combinada con la agrotecnol­ogía y la des‑ alinizació­n a bajo costo, nos permitirá alimentar a los diez mil millones de personas que vivirán en el planeta a finales de este siglo.

Asimismo, la revolución en los servicios financiero­s no se centrará en las aplicacion­es descentral­izadas de cadena de bloques (blockchain) o las crip‑ tomonedas; lo que veremos, en cambio, será la clase de tecno‑ logía financiera centraliza­da basada en IA que ya se usa para mejorar los sistemas de pago, el otorgamien­to de prés‑ tamos y la asignación de crédi‑ to, la suscripció­n de seguros y la gestión de activos.

La ciencia de materiales llevará a una revolución en nuevos componente­s, fabri‑ cación basada en impresión 3D, nanotecnol­ogías y biolo‑ gía sintética. La exploració­n y explotació­n del espacio nos ayudarán a salvar el planeta y hallar formas de crear modos de vida extraplane­tarios.

Estas y muchas otras tecno‑ logías pueden crear un mundo mejor, pero solo en la medida en que podamos controlar sus efectos colaterale­s negativos, y solo si se las usa para resol‑ ver todas las megaamenaz­as que enfrentamo­s. Ojalá algún día la inteligenc­ia artificial le gane a la estupidez humana. Pero nunca tendrá ocasión de hacerlo si antes de eso nos des‑ truimos solos.

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