Wálter Chévez halló su nueva pasión en una caña de pescar
Wálter Chévez descubrió en el 2018 una pasión que desconocía que tenía: la pesca. El paso del futbolista por Jicaral le permitió conocer este oficio que se convirtió en una distracción para él y le permitió conectarse con el mar.
El también exjugador de Liberia recordó que una caña de pescar que le regalaron en el equipo de Jicaral Sercoba fue la que despertó su deseo de adentrarse en el mar.
“Vivía a diez minutos del estero y en las tardes iba, compraba mi carnada y salía a pescar. También fui a isla Venado en panga para tener esa experiencia. Fue amor a primera vista”, recordó.
Ahora, viviendo en Liberia, Chévez acostumbra visitar zonas como Cuajiniquil y Mata Palo, aunque, por cuestiones laborales, no puede ir todos los días.
“Yo siempre que voy lo hago para competir: el que no saca nada es el que pierde. Uno quiere sacar pescado, pero es como en todo, a veces no se pega nada”, admitió.
“Lo más que he llegado a sacar fue un atún de unos 70 u 80 kilos; de hecho, lo comimos. También saqué un pargo de 4 kilos, pero normalmente los pequeños los devuelvo al mar”, detalló.
Chévez confiesa que, en la pesca, encuentra una paz mental que no consigue en ninguna otra actividad. “Todo el mundo habla de la calma. La verdad, yo sí puedo decirle que uno se distrae, piensa en otra cosa, es otro mundo, y sirve como desconexión del día a día”, agregó.
En la oficina. Ahora, lejos de los terrenos de juego, se dedica a ser el coordinador de academias y liga menor del Municipal Liberia. Aunque no ha dejado de hacer deporte, porque se hizo “tenista amateur”.
“Estudié gestión deportiva, también estoy estudiando administración con énfasis en recursos humanos; entonces, por ahí voy. Ahorita estoy más ocupado que cuando era futbolista”, expresó.
La vida después del fútbol le ha dado a Wálter la posibilidad de desarrollarse en otros aspectos lejos de la cancha.
Hoy sueña con desarrollarse como gerente general de su amado Liberia y también cree que tiene la capacidad para llegar a la Federación Costarricense de Fútbol y, algún día, asumir un puesto en FIFA.
“Ahora soy el novato de la oficina, tengo mucho que aprender, pese a que estoy bien preparado. Entonces voy de a poco, me gusta esto de la oficina. Entro a las 8 a. m. y salgo 5 p. m., pero hay categorías (menores) que entrenan; entonces, me quedo hasta las 8 p. m. viendo prácticas y demás”, concluyó.
Hoy, a sus 38 años, el exfutbolista símbolo del Municipal Liberia está viviendo un sueño posfútbol. Aunque suene ilógico, disfruta de la tranquilidad de la pesca y del “corre corre” de una oficina.