La Nacion (Costa Rica)

‘Veo mi carácter como un plus; si lo sé manejar, puede ser algo positivo’

aseguró que está tratando de no tomarse las ‘cosas personales’, y esa ‘fórmula’ le funciona

- Esteban Valverde esteban.valverde@nacion.com

F ernán Faerron habló abiertamen­te sobre su actualidad. El futbolista es claro en afirmar que tiene entre ceja y ceja un cambio en su carácter, sobre todo después de conversar con el entrenador de la Selección Nacional, Gustavo Alfaro.

Faerron explicó que su andadura no ha sido sencilla, sobre todo por lo vivido con la afición de Alajuelens­e, que tiene en contra por lo vivido en su salida del cuadro rojinegro. El defensor también recalcó que él no es un futbolista rudo, a pesar de que mucha gente lo considera así.

––¿Usted era consciente de que su carácter le podía estar jugando en contra?

—Sí. En primer lugar, noté cómo a veces mis acciones perjudicab­an a mi familia; hasta ellos se veían afectados. Luego, percibí cómo yo mismo quedaba directamen­te afectado, lo que me llevó a reflexiona­r más sobre mí mismo. Me sentía muy afectado. Después, tuve una conversaci­ón con el profesor (Gustavo) Alfaro, quien me habló cuando me llamó a la Selección y me abrió los ojos para utilizar mi energía de manera positiva.

––¿Cómo maneja lo del carácter ahora?

—Lo veo como un plus que tengo, que, si lo sé manejar, puede ser algo positivo. La línea es delgada entre lo bueno que me puede dar y equivocars­e...

––¿Cómo sabe cuándo debe detenerse?

—Yo aprendí a no tomarme las cosas personales. Han pasado dos partidos y voy bien, no me tomo las cosas personales, y creo que esa es una buena fórmula.

––¿Siente que el tema de su carácter se ha maximizado?

—Obvio, todo lo que se diga de mí se vuelve viral. Es hasta cierto punto molesto porque hay gente que se agarra de eso para hacer fama y se me tacha de algo que no soy. Sé que me he equivocado, pero yo no soy agresivo ni mucho menos.

––¿Cómo es Fernán Faerron?

—Soy una persona amena, educada, de muchos valores. Yo me caracteriz­o por estar tranquilo siempre, relajado. Ya en competenci­a, me convierte el sentimient­o competitiv­o.

––¿Es un tipo rudo?

—No, jamás. Eso no. Si la gente lo dice, es que se dejan llevar demasiado por la prensa. A mí me hacen más faltas de las que yo hago. Se me tacha de eso, pero yo nunca voy a golpear al rival; hago muy pocas faltas por partido. Es más, vea contra Toluca: creo que solo hice una falta en un partido fuerte, de intensidad.

––¿Por qué se piensa que le guarda rencor a Alajuelens­e? ¿Cuánto pesa esa salida suya de la Liga en los términos complejos en que se dio?

—Me juega demasiado en contra esa etapa, porque la gente solo ve cómo me echaron y no ve cómo aporté a ese equipo, pero vamos a ver... Es una afición muy grande y tenerla en contra no es fácil; igual, cuando iba a venir (al fútbol nacional), no escogí a la Liga o a Saprissa, y eso provoca que la gente tenga cierta actitud.

––¿Pero hay rencor o respeto?

—Yo siempre le tengo respeto a cualquier afición, siempre hay respeto para cualquiera de los seguidores del fútbol.

––¿Qué tiene usted como defensa central que no tienen otros?

—Siento que el primer pase, el pase entre líneas con balón, siempre voy hacia adelante y no voy para atrás. Lo mismo del carácter, que es aguerrido y que voy a ganar siempre.

––¿Juega siempre contra la malicia del rival? Los adversario­s, por sus antecedent­es, lo buscan.

—Yo sé que juego contra eso, hasta los mismos árbitros van predetermi­nados a que si es Faerron, saco amarilla. Hace poco me pasó que estaban varios compañeros reclamando, yo ni hablé y me sacaron amarilla. Eso pasa.

”También entiendo a los árbitros que se predispone­n por lo que se dice, por lo que se ve en los medios. Esto es algo que me prueba, pero no me va sacar de mi zona”.

––¿Cómo está trabajando la concentrac­ión? Imagino que es clave para usted...

—Me guío por los tiempos del juego. Antes, la euforia me llevaba y ni me daba cuenta de en qué momento iba el partido. Ahora, tener esa claridad me permite estar ecuánime.

“Yo me caracteriz­o por estar tranquilo siempre, relajado. Ya en competenci­a, me convierte el sentimient­o competitiv­o (...). Sé que me he equivocado, pero no soy agresivo ni mucho menos”.

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