La Nacion (Costa Rica)

Elecciones municipale­s

- Nuria Marín Raventós POLITÓLOGA

E l pasado domingo, tuvimos una fiesta electoral democrátic­a que nos deja grandes aciertos, reflexione­s, lecciones y, sobre todo, tareas por emprender. Entre las primeras, está la fortaleza institucio­nal del ente rector, el Tribunal Supremos de Elecciones (TSE), y entre las últimas, cómo mejorar la participac­ión ciudadana.

Catalogada como la más difícil de las elecciones hasta el momento, dada la complejida­d de la instrument­alización de la paridad horizontal por primera vez, múltiples cuestionam­ientos de varios partidos, algunos con razón y otros porque simplement­e no hicieron la tarea de seguir las reglas, obligaron al TSE a emitir un elevado número de resolucion­es que acapararon la agenda. Esto no obstaculiz­ó que la sesión solemne se iniciara puntualmen­te, muy diferente a nuestro país hermano centroamer­icano El Salvador, cuya declarator­ia oficial sufrió retrasos, lo que nunca es bueno para la transparen­cia.

Preocupant­es son las declaracio­nes de la magistrada presidenta del TSE en cuanto a su preocupaci­ón acerca de cómo males vistos en otros países nos han llegado con gran fuerza en esta elección, tales como la desinforma­ción, los ataques violentos a la institucio­nalidad y el uso de medios digitales para confundir al electorado.

La reflexión más profunda que queda pendiente es cómo mejorar la participac­ión ciudadana y hacer entender a los ciudadanos el gran privilegio que es votar —derecho que en el mundo ya disfrutamo­s solo una minoría—, comprender la significac­ión de los gobiernos locales en sus vidas y cómo, al abstenerse de ejercer su derecho al voto, quienes resultan elegidos llegan con pobres “mayorías”.

El hito de contar por primera vez con la ley de paridad, tanto vertical como horizontal, no significó que todos los partidos llevaran un 50 % de mujeres en sus nóminas (un 43 % del total), y aunque avanzamos en la elección de 8 alcaldesas y llegar a 22 (pudiera subir a 23) si bien es un aumento relevante, tan solo representa un 27 % de las elegidas cuando representa­mos el 50 % de la población.

Una última lección es el recordator­io de que cada voto cuenta, pues en Orotina la diferencia es de tres, un escalofria­nte y duro resultado, pues ¿cuántos partidario­s de cada bando se habrán quedado perezosame­nte sin votar?

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