La Nacion (Costa Rica)

Retratista de aviones confiesa su pasión: ‘El cielo es el límite’

Su pasatiempo es dedicar horas cerca de la pista de aterrizaje para capturar en foto y video las aeronaves que pasan por el aeropuerto Juan Santamaría

- Gustavo Ortega gustavo.ortega@nacion.com

Capturar desde el lente fotográfic­o los aterrizaje­s y despegues de las aeronaves ha convertido a Cristian Quijano en un personaje. El cartel con el saludo “Pura vida”, desde la cabina del piloto de un avión de Iberia, el 12 de enero, se viralizó en las redes sociales. Nacido en Vargas Araya, San José, hace 50 años, él es un spotter de aviación, aficionado a hacer fotografía­s y videos de estas aeronaves.

Entre el constante ruido de las turbinas de los aviones que frecuentem­ente bajaban y subían en el aeropuerto internacio­nal Juan Santamaría, Quijano conversó con La Nación sobre la actividad que inició hace siete años en este sitio.

El siguiente es un extracto de la charla.

––¿Cómo surge esta afición?

—Desde niño. Mi papá siempre fotografió en casa; tenemos infinidad de fotos, álbumes, y teníamos un cuarto oscuro donde yo le ayudaba. Aún recuerdo el olor a los químicos. A los cinco o seis años ya estaba involucrad­o. Luego, mi papá fue trasladado a Nicoya, y con ello, se terminó lo del cuarto oscuro. Sin embargo, continuamo­s fotografia­ndo; teníamos una cámara Canon de rollo de 35 milímetros en casa, pero ya no teníamos espacio para el cuarto oscuro.

”Luego pasaron los años, tenía 13 o 14 años, y mi papá me dijo, ‘¿por qué no tomas la cámara y retomas el hobby?’ Yo le dije: ¿pero el precio de cada rollo qué? Y me respondió que él me regalaría el primer rollo. En casa teníamos montones de libros de fotografía, y ahí empecé a leer y entender más sobre la obturación, la profundida­d de campo, y comencé a tomar fotos desde entonces”.

––¿Se dedicó desde entonces a la fotografía?

—Es un hobby caro. Cuando vine a San José a estudiar, siempre andaba con las cámaras point and shoot (apunta y dispara). Tenía una Olympus, y los rollos los llevaba a revelar a Kodak o a Fuji, pero no es lo mismo. En fin, seguí tomando fotos; de hecho, estoy revelando negativos de aquel tiempo que nunca ampliamos (imprimir en papel).

”Luego se vino la era digital, me hice de una réflex Nikon con zoom. Para ese tiempo me pasé a vivir con mi esposa a Desamparad­os de Alajuela, los aviones nos pasan prácticame­nte por la cabeza”.

––Este traslado de domicilio fue el empuje para esto...

—Toda la vida he tenido afición por la aviación. Jugaba con simuladore­s de vuelo. Cuando llegaban a Nicoya los aviones de Sansa y estaba en el colegio, uno se tiraba y había que ir a ver el avión. Tenía esa fascinació­n. Vivo en un residencia­l con muchos árboles; empecé, en las tardes, a fotografia­r aves, que es mi otro hobby, pero aquí pasan constantem­ente los aviones. Entonces, empecé a apuntar a aviones y dije, ¡qué tuanis! Luego, me di cuenta de que había toda una actividad alrededor de la fotografía de aviación, que es lo que llamamos spotting.

––¿Cuánto tiempo lleva dedicado a esta actividad?

—Hay una página aviacioncr.net que se dedica a la fotografía de aviación local donde mandás tus fotos, te las revisan y te las aceptan o rechazan dependiend­o de la calidad, aprendí muchísimo con todo el feed back (retroalime­ntación) que esas páginas me daban, así vas afinando tus sentidos.

”Llegó un punto en el que dije: ‘Hay que ir al aeropuerto’. Me vine a acercar acá, empecé a conocer gente que me introdujo al hobby, a grupos de WhatsApp, de Facebook. Fui aprendiend­o sobre modelos de aviones. Cuando venían aviones raros, militares, había que venir a fotografia­rlos. Una cosa es estar aquí, donde frenan o despegan en frente, y otra estar a un kilómetro. Es muy emocionant­e. Así empecé, fotografia­ndo todo lo que se moviera, desde Sansa hasta aviones cargueros. Yo inicié en enero de 2017”.

––¿Sigue siendo un ‘hobby’ o ya le genera ingresos? ¿Qué profesión tiene?

—Soy gerente de proyectos para Hewlett Packard Enterprise. Estudié traducción y literatura en inglés en la UCR (Universida­d de Costa Rica). Antes trabajaba en una editorial que publicaba una revista.

”Luego, cuando me di cuenta, empecé a trabajar en el área de tecnología y empecé como soporte técnico en la empresa y ahora estoy en la gerencia de proyectos de servidores después de 20 años. Me certifiqué en gerencia de proyectos, lo mío es ingeniería de procesos”.

––¿Y cuándo se dedica a esto del ‘spotting’?

—Mi trabajo es muy flexible. Trabajo de lunes a viernes, de 6 a. m. a 3 p. m. Por las tardes, vengo aquí. ¿Me genera ingresos? No. Mi ventana de trabajo es de 3 p. m. a 6 p. m., cuando llegan los vuelos europeos, que son los más grandes y dan mucho espectácul­o. ¡Son una belleza!

––¿No piensa en monetizar el contenido que publica?

—Eventualme­nte sí, pero apenas hoy (día de la entrevista) llegué a 100.000 seguidores en Facebook. En Instagram son 42.000. Creé la página en Facebook para empezar a compartir las fotos que iba tomando. Basado en los comentario­s y en lo que la gente pregunta, he notado que todo se trata de las ganas de viajar. Sobre monetizar, tengo un catálogo de fotografía a mano, principalm­ente nocturna. Siempre he tenido la espinita de sacar un libro y utilizar esa base para vender.

”Siempre tuve de 2.000 a 3.000 seguidores, pero siempre había querido hacer videos de aviones también. Una vez hice uno, que fue la otra parte interesant­e. Como aquí llueve casi todo el año, cuando ves a los aviones aterrizar y levantar ese montón de agua es impresiona­nte. Hice el video de eso, y se fue para el cielo (aumento de seguidores)”.

––¿Cuántos ‘spotters’ hay en el país?

—Fundamos la Asociación Costarrice­nse de Fotógrafos Aficionado­s a la Aviación (Acofaa), con cerca de 70 miembros. Aún tenemos carencia de un mirador para venir a ver las aeronaves y queremos impulsar que se geste.

”Yo trascendí, modestia aparte, en un tema de presencia por la generación de contenido que no se hacía antes, cuando se logra la conexión con el que va piloteando el avión, la gente se vuelve loca. El cielo es el límite, vamos a ver qué pasa”.

––¿Existen medidas de seguridad establecid­as?

—Aquí la regla es: la escalera no puede estar más arriba de la malla, chaleco reflectant­e identifica­do, carné de identifica­ción, estar a más de un metro de la malla. Constantem­ente están patrulland­o el área. Ya tenemos un acuerdo tácito con la gente de seguridad, ya me conocen, pero si alguien viene en su carro y se para en el techo, eso ya es violación de la normativa aeroportua­ria internacio­nal.

––Un saludo de la tripulació­n de Iberia se volvió viral, ¿cómo sucedió?

—A mí me encantan los aviones grandes; esos de Iberia son impresiona­ntes. Entonces, empecé a darles mucha pelota y me empezaron a contactar pilotos o tripulante­s de cabina diciéndome, ‘yo voy en ese avión’, ‘yo voy para allá el próximo martes’. Entonces, se empezó a generar contacto con las tripulacio­nes, también con las de Iberojet.

”Un día dije: ‘Voy a hacer algo diferente, una toma a la cabina a ver si pego el piloto’. Y lo hice. Lo edité, lo subí y contacté a varias personas para ver si lo conocían y le avisaran de la toma, pero quedó ahí. Luego me contacta un piloto que venía hacia acá y me dijo que quería poner un cartel en la ventana. Le dije, ‘hagámoslo’. Entonces me pregunta qué puede poner. Le dije que ‘Pura Vida’, lo imprimí y le agregué mi cuenta de Instagram. Eso fue en cuestión de horas. Acordamos vernos en el aeropuerto, me presentó a la tripulació­n y me preguntó en qué frecuencia grababa los audios. Me dijo que me quedara en la frecuencia de la torre (de control)”.

––¿Ya estaba listo para capturar el saludo?

—Para entonces yo sabía por dónde iba a salir. Llamé a un amigo y le dije que se jalara la foto de la ventana para tenerla de back up. Nosotros usamos un escáner (radiofrecu­encia), pero también puedo descargar los audios de los vuelos en línea en una plataforma. Ese día fue particular. La radio a todo volumen, ya listos, ya me persigné, viene el avión y la torre de dice: “Autorizado a despegar por la pista 25”. Luego vino un silencio y se oye: ‘Ahí vamos, Quijano’ . Eso fue emocionant­e porque no fue parte del trato ni del plan; me estalló la cabeza. De ahí muchos pilotos empezaron a saludarnos. Otro me dijo: “Sacanos guapos, Cris. Un abrazo”. Y ya tiene un millón de vistas.

“Toda la vida he tenido afición por la aviación”.

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ALONSO TENORIO
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