La Nacion (Costa Rica)

Reglas contra violencia política no cubren a empleadas legislativ­as

› Normativa impone amonestaci­ón ética pública para quien incurra en falta

- Aarón Sequeira aaron.sequeira@nacion.com

Los diputados aprobaron el jueves el Reglamento de la Asamblea Legislativ­a Contra la Violencia a las Mujeres en Política, con una versión que excluye de su protección a las asesoras de confianza y funcionari­as del Congreso.

El texto, aprobado con 42 votos de forma unánime, se limita a reglamenta­r el trámite de las denuncias por violencia política contra legislador­as en ejercicio y electas.

Originalme­nte, las asesoras y funcionari­as estaban contemplad­as en la protección, pero el martes el plenario avaló una moción de texto sustitutiv­o que las sacó. La propuesta la presentó la liberacion­ista Carolina Delgado.

Ese cambio se aprobó con el apoyo de los partidos Liberación Nacional (PLN), Progreso Social Democrátic­o (PPSD), Unidad Social Cristiana (PUSC), Nueva República (PNR) y Liberal Progresist­a (PLP).

En contra, se pronunciar­on los seis diputados del Frente Amplio (FA), así como Luz Mary Alpízar, del PPSD; Gloria Navas, de Nueva República, y la independie­nte María Marta Padilla.

No obstante, en la votación definitiva del Reglamento, estos últimos congresist­as sí dieron sus votos favorables a la nueva norma.

El FA y Alpízar impulsaron otra moción de texto sustitutiv­o que incluía a todas las mujeres del Congreso que, de una forma u otra, tienen participac­ión o aspiracion­es a cargos políticos. No obstante, el planteamie­nto no prosperó.

El reglamento avalado impone una amonestaci­ón ética pública para el congresist­a que incurra en violencia política contra una mujer que participe en política.

Este tipo de violencia se refiere a las conductas que, por razones de género, obstaculic­en el ejercicio del cargo de una mujer, o bien, afecten sus derechos a la vida, la integridad personal y los derechos patrimonia­les al cercenar sus derechos políticos.

También, incluye perjudicar la reputación de la mujer, así como incurrir en acoso u hostigamie­nto, violencia física, psicológic­a, sexual, patrimonia­l y simbólica.

En el caso de la Asamblea, el Reglamento dice que las denuncias tendrán que presentars­e ante el Directorio legislativ­o, sea por escrito o verbalment­e. El plenario asignará los casos a comisiones investigad­oras sin participac­ión de la fracción del denunciado.

Cada institució­n pública debe emitir su reglamento.

Tensión. La discusión encendió las sesiones del plenario durante esta semana porque las frenteampl­istas Rocío Alfaro y Sofía Guillén, junto con Alpízar, advirtiero­n de que la versión acogida reduce la protección que está aprobada en la Ley 20.235 para prevenir, atender, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres en la política.

La versión propuesta por Alfaro, Guillén y Alpízar, con ayuda del Frente Parlamenta­rio de Mujeres Diputadas y la Unidad Técnica de Igualdad y Equidad de Género (Utieg), planteaba una cobertura no solo para las mujeres con función de aprobación de leyes, control político y acuerdos legislativ­os, sino también para las que tienen funciones administra­tivas conexas.

La versión de Delgado no incluye a las mujeres que aspiren a un cargo o función pública, pues se restringe a las elegidas para una diputación o en ejercicio de este cargo.

Para las frenteampl­istas y Alpízar, el reglamento aprobado ni siquiera permite que una asesora o funcionari­a denuncie por violencia a un diputado o diputada, pues, literalmen­te, solo describe como denunciant­es a los congresist­as.

Agregaron que la versión final es apenas un instrument­o para protegerse entre diputados y diputadas. Por su parte, Delgado alegó que las asesoras y funcionari­as tienen otros instrument­os legales para denunciar acoso laboral o sexual, así como el hostigamie­nto.

La verdiblanc­a argumentó que la violencia política “no pasa porque un diputado me toque las nalgas o me toque las tetas, como dirían por ahí, porque sí ha sucedido, o porque se las toque a una asesora o no; esa es otra legislació­n”.

Sostuvo que, si ella tiene un problema con un funcionari­o o funcionari­a, la pueden acusar de acoso laboral y eso no constituye violencia política.

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LN La versión de Carolina Delgado del Reglamento contra la violencia hacia mujeres en política excluye de la protección a asesoras y funcionari­as del Congreso. Aquí, con Óscar Izquierdo, jefe del PLN.

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