La Nacion (Costa Rica)

El colapso vial se pudo haber evitado

- Mario R. Durán Ortiz INGENIERO CIVIL mariordo59@gmail.com

Los conductore­s una vez más demuestran su alto grado de paciencia para el trastorno que implica la reciente oleada de obras dentro de la GAM; sin embargo, el cierre de la vía Pavas-Uruca, debido a la construcci­ón de un nuevo puente sobre el río Torres, empeoró con el arranque del año escolar.

Según entrevista­s en distintos medios de comunicaci­ón, parece que la paciencia de muchos conductore­s se agotó, y con razón, porque el cierre causó un aumento en los tiempos de viaje en hasta una hora. Lo más lamentable es que el congestion­amiento extremo pudo haberse evitado. Esta obra es ejecutada por la Municipali­dad de San José, tiene un costo de $1,5 millones y es financiada por el BID, a través del Segundo Programa Red Vial Cantonal MOPT-BID, administra­do por el MOPT.

A menos de una semana del cierre, el ministro Amador anunció la ampliación de dos rampas como medida paliativa, aunque es consciente de que esta medida no resolverá completame­nte la congestión. Posteriorm­ente, el 8 de febrero, también anunció la instalació­n temporal de dos puentes bailey a la par de la estructura demolida para reabrir el paso en dos meses y medio.

La primera de las medidas parece contraprod­ucente. Realizar nuevas obras para ampliar rampas en medio de uno de los sitios más afectados por el cierre va a producir todavía más congestión. Además, la efectivida­d de dicha ampliación es dudosa, porque si entran cuatro carriles a los tres existentes, el cuello de botella se mantiene, solo se movió más adelante. Los puentes temporales sí brindarán el alivio requerido.

En un radio de dos kilómetros desde el Monumento al Agua, la red vial concentra casi un tercio de los 650.000 vehículos que entran y salen a San José todos los días. El tránsito promedio diario de la autopista General Cañas es de 70.000 vehículos; el de la carretera Heredia-Uruca, 40.000; el de la radial Pavas, 30.000; el de la autopista Próspero Fernández, 75.000; y en el tramo de Circunvala­ción entre ambas autopistas, 50.000. Ese tramo ya presentaba congestión elevada en las horas pico.

Con un sencillo cálculo de la capacidad, el MOPT se habría dado cuenta de que al sumar los 10.000 vehículos que transitaba­n por el bajo de los Ledezma todas las intersecci­ones a desnivel de la Circunvala­ción y la autopista General Cañas iban a saturarse, ya que, al no existir capacidad de reserva, las colas crecerían exponencia­lmente y el embotellam­iento se prolongarí­a más allá de las horas pico.

Un ejemplo es la cola del lunes, de casi cuatro kilómetros, desde la rotonda Juan Paulo II hasta el Gimnasio Nacional. La fila de vehículos bloqueó el paso transversa­l en los cruces semaforiza­dos de la calle 42: la Datsun-avenida las Américas y la calle de barrio México hacia las avenidas 1 y 3; el paseo Colón (ruta 2) y la avenida 4, la principal para entrar a la autopista Próspero Fernández (ruta 27).

El bloqueo se debió a la desesperac­ión de los conductore­s en la calle 42, dadas las grandes demoras. Similares congestion­amientos extremos se presentaro­n en la Circunvala­ción, entre la Uruca y la autopista hacia Caldera, que también tiene un efecto dominó en la ruta 27 hacia el peaje. En la carretera Heredia-Uruca también hubo largas colas.

Con tal saturación, existe el riesgo de que un incidente o accidente de tránsito ocasione el colapso total y la red vial se convierta en un enorme parqueo.

El temido gridlock se refiere a una congestión de tal magnitud que las filas de vehículos bloquean la red de intersecci­ones, imposibili­tando el movimiento de los vehículos en cualquier dirección.

A escala mundial, el gridlock más reciente ocurrió en China, en el 2010, una cola de 100 kilómetros en la que los automotore­s estuvieron detenidos durante cinco días.

El sentido común dicta que los dos puentes bailey se pudieron construir antes del cierre del bajo de los Ledezma. O, mejor todavía, si las condicione­s de ese sitio permiten la construcci­ón de esos puentes temporales, ¿por qué no se construyó el puente definitivo en la ubicación de los bailey, y así se hubiera evitado el cierre? Aunque esta última solución es más cara, el costo en tiempo y consumo de combustibl­e compensa en dos o tres días los $1,5 millones invertidos en el nuevo puente.

El MOPT ha tratado de eximirse de responsabi­lidad alegando que es una obra de la Municipali­dad, pero, como expliqué antes, es financiada por el BID a través del MOPT, y prueba de ello es que altos funcionari­os de ese Ministerio participar­on en el acto de inicio de la obra.

El MOPT debería ser más transparen­te y cumplir los mismos requisitos que exige a la empresa privada. Como con las rotondas de la ruta 32, se deben realizar audiencias públicas con adecuada anticipaci­ón y poner a disposició­n del público, los gremios profesiona­les y la academia los estudios técnicos que respaldan la intervenci­ón y los detalles del plan temporal de gestión del tránsito durante la construcci­ón.

No se debe continuar abusando de la paciencia y buena fe de los usuarios, el caos vial se debió a la falta de diligencia y previsión para ejecutar la obra.

Los dos puentes bailey debieron construirs­e antes del cierre en el bajo los Ledezma

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CRÉDITO JOHN DURÁN

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