La Nacion (Costa Rica)

¿Qué hacer y qué no hacer contra los homicidios?

- carlos@doctortiff­er.com ABOGADO Carlos Tiffer

Los homicidios, especialme­nte los dolosos, son los delitos más graves. Atentan contra el bien jurídico más valioso de la sociedad, que es la vida humana. De ahí que sea normal la alarma que produce el preocupant­e número de 907 el año pasado, y que correspond­en a una tasa nacional que viene en crecimient­o hasta alcanzar la cifra de 17,2 homicidios por cada 100.000 habitantes.

La tendencia este año parece ser igual o peor, ya que en solo mes y medio ha habido más de 100 homicidios.

Como anteriorme­nte he expuesto, la respuesta a la violencia y los delitos, particular­mente los homicidios, debe ser de carácter integral (“Una respuesta integral al delito y la violencia”, 22/4/2023). Además, formar parte de la política del Estado sobre seguridad ciudadana que comprenda los tres ejes más relevantes de las políticas públicas referentes a la violencia y el delito, como lo son la prevención, la intervenci­ón y la reinserció­n social. Lo anterior, sin dejar a un lado la relación interinsti­tucional y la participac­ión de las comunidade­s.

Sin embargo, aparte de esta respuesta de carácter integral, con la política pública de seguridad ciudadana, que aún está pendiente, se requieren urgentemen­te acciones concretas.

La ciudadanía exige respuestas que tengan como objetivo la reducción de estas cantidades de homicidios que suceden todos los días en nuestro país. Para que sean considerad­as por los tomadores de decisiones, me gustaría presentar algunas acciones concretas, con el objetivo de que sean discutidas y analizadas.

Fiscalía especializ­ada. Es necesario volver a contar con una fiscalía especializ­ada en delitos contra la vida en todo el territorio. En cada circunscri­pción del Ministerio Público, debería existir, como anteriorme­nte lo hubo en San José, una fiscalía encargada exclusivam­ente de la investigac­ión, persecució­n y condena de los autores de este tipo de delitos, que, sin duda, tendrá un efecto disuasorio de carácter preventivo.

Para ello, se necesitan fiscales capacitado­s, con conocimien­to especializ­ado en la investigac­ión de homicidios y con recursos materiales para llevar a cabo sus labores.

Es urgente la intervenci­ón de la Sección de Homicidios del Organismo de Investigac­ión Judicial, a efecto de analizar sus capacidade­s, recursos y, sobre todo, su efectivida­d en la investigac­ión de los homicidios.

Debemos investigar, por ejemplo, de los 907 homicidios del año pasado, cuántos han sido resueltos, cuántos se encuentran pendientes y por cuáles causas. Además, es fundamenta­l conocer los casos que policialme­nte son resueltos, pero que no han culminado en una condena, de modo que se distinga entre un homicidio resuelto desde el punto de vista policial de uno resuelto desde el punto de vista judicial.

Esta evaluación debe tener como fin fortalecer y crear conocimien­to y destrezas policiales con miras a una eficaz investigac­ión de los homicidios y la identifica­ción y condena de los perpetrado­res.

Hace algún tiempo, solicité al OIJ un dato estadístic­o sobre el número de casos de homicidios resueltos frente a no resueltos; sin embargo, no obtuve respuesta. Resulta necesario fortalecer la Sección de Homicidios en todas las delegacion­es del OIJ como una verdadera policía técnica y científica con amplios conocimien­tos en medicina legal y criminalís­tica para tener una respuesta contundent­e a la violencia y los homicidios que padecemos.

Formación de expertos. Asimismo, es preciso formar equipos de expertos en investigac­ión y persecució­n de delitos de homicidio. Resulta muy oportuno el ofrecimien­to de la Comisión sobre Crimen Organizado y Seguridad del Colegio de Abogadas y Abogados, integrado por exjerarcas de Seguridad Pública y especialis­tas en la materia, con la finalidad de brindar asesoría gratuita a las alcaldías.

La experienci­a que pueden aportar resulta fundamenta­l, ya que no existen fórmulas mágicas o secretos para la reducción de los homicidios. De ahí que se requiera el conocimien­to y la pericia de exfunciona­rios de Seguridad Pública, la Fiscalía, el OIJ, el Poder Judicial o del Instituto Costarrice­nse sobre Drogas y demás profesiona­les vinculados al fenómeno delictivo.

No solo se requiere mayor presencia policial con recursos suficiente­s, sino sobre todo estrategia­s policiales eficaces, como lo son el uso de las tecnología­s de la informació­n y la comunicaci­ón. No es casualidad que se diga que vivimos en la era digital.

El empleo de tecnología­s tiene grandes virtudes para la investigac­ión. Por ejemplo, el uso de inteligenc­ia artificial, drones o cámaras de reconocimi­ento facial, e incluso de la robótica y los sistemas de geolocaliz­ación o GPS.

La tecnología en el ámbito de la investigac­ión delictiva no solo tiene propósitos disuasorio­s, sino también fines muy relevantes en la investigac­ión de los hechos. De ahí que se requieran policías con conocimien­to y manejo de tecnología­s. Es urgente invertir en novedosos campos del conocimien­to.

Control de armas de fuego. Por último, es importante insistir en las políticas referentes al uso y permiso de armas de fuego. Es un hecho indiscutib­le, a escala mundial, que el mayor número de homicidios son cometidos con armas de fuego.

En Costa Rica, durante el 2022, de cada cinco homicidios cuatro fueron cometidos con armas de fuego. Los porcentaje­s son muy altos como para obviar, dentro de las acciones concretas, la discusión en torno a la portación, que debe ser tratada pensando en una posible restricció­n en el otorgamien­to de permisos para la portación civil de armas de fuego y con la finalidad de diseñar estrategia­s policiales encaminada­s a decomiso de las que no se encuentren inscritas, o que se trate de armas prohibidas; incluso, campañas de entrega voluntaria que incentiven la devolución de armas y municiones a las autoridade­s. Qué no debemos hacer frente al aumento de la tasa de homicidios. Aunque resulta obvio, debemos recordar que no debemos repetir lo que sabemos que no funciona.

Está comprobado por la criminolog­ía que no existe una relación entre un mayor endurecimi­ento del sistema penal, como por ejemplo el aumento de penas o restricció­n de garantías judiciales, y una disminució­n del delito, particular­mente de los homicidios.

Desde que se amplió la pena máxima de prisión a 50 años en 1994, la tasa de homicidios por cada 100.000 habitantes viene en aumento, al punto de triplicars­e con respecto a la estadístic­a registrada en ese año.

Tampoco existe evidencia que sugiera que cuanto mayor sea la población penitencia­ria, menos delitos se van a cometer; todo lo contrario, la cárcel es reconocida como un espacio criminógen­o. Además, no se puede presionar el sistema penitencia­rio con prisiones preventiva­s automática­s o penas de prisión largas sin que haya una respuesta integral de los sistemas penales, es decir, en el ámbito judicial y administra­tivo. Por ejemplo, ¿se ha realizado un estudio del costo de aumentar las poblacione­s penales o del impacto que tendrían reformas de endurecimi­ento en el sistema penal de justicia?

Actualment­e, lo fundamenta­l y urgente es la reducción de la tasa récord de homicidios del año pasado. Debe ser el objetivo sobre el cual es preciso que trabajen de manera coordinada los entes públicos encargados y los ciudadanos.

Es un doble desafío para nuestro país, ya que la problemáti­ca es muy compleja y debe darse respuesta dentro de las limitacion­es que impone un sistema de justicia penal propio de un Estado democrátic­o de derecho.

La ciudadanía exige respuestas, pero estas deben darse dentro del Estado de derecho

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CrÉdITo: CorTesÍA de seGurIdAd PÚbLICA. Megaoperat­ivo en Limón. Imagen para fines ilustrativ­os.
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