La Nacion (Costa Rica)

A don Jorge Guardia, sobre la apreciació­n excesiva del colón

- Sergio Capón Brenes PRESIDENTE DE LA CÁMARA DE INDUSTRIAS

Agradezco el interés de don Jorge Guardia en referencia al artículo del lunes 12 de febrero. También agradezco que reconozca como exitosa mi trayectori­a empresaria­l de cuatro décadas, pero debo aclarar, como lo indicaba la firma del artículo, la posición expresada la hice bajo el puesto con que me han honrado de presidente de la Cámara de Industrias de Costa Rica.

Reconocemo­s y respetamos su trayectori­a profesiona­l y el aporte, a través de diversas posiciones, en el desarrollo nacional. Sin embargo, sus opiniones no pueden ser de recibo a título personal, ya que claramente respaldan la posición que ha mantenido el BCCR a través de su presidente en las diversas reuniones que hemos tenido desde finales del 2022.

El jerarca del Banco Central nos ha reiterado que su objetivo es el control de la inflación, que la tendencia del tipo de cambio responde al mercado y que básicament­e son los mismos sectores generadore­s de dólares víctimas de su propio éxito.

Nos ha sorprendid­o siempre que si bien uno entiende que el principal objetivo que se desprende de la Ley Orgánica del Banco Central es el control de la inflación, la cual no solo está controlada, sino que estamos en deflación, aparenteme­nte se ignoren los objetivos subsidiari­os de esta ley, de los cuales cito los dos primeros: “Promover el ordenado desarrollo de la economía costarrice­nse, a fin de lograr la ocupación plena de los recursos productivo­s de la Nación, procurando evitar o moderar las tendencias inflacioni­stas o deflacioni­stas que puedan surgir en el mercado monetario y crediticio” y “Velar por el buen uso de las reservas monetarias internacio­nales de la Nación para el logro de la estabilida­d económica general”.

El sector productivo no está pidiendo un tipo de cambio a su medida, ni mucho menos uno para las “piñas y otro para otras frutas”, como lo indica usted jocosament­e.

Hay una realidad que ni don Róger ni ningún representa­nte de la Junta del BCCR ha respondido. En junio del 2022, el Banco Central ejerció su persuasión moral y tomó varias medidas cuando consideró que un tipo de cambio de ¢700 no era adecuado, y a partir de ese momento se apreció el colón de manera abrupta.

Como me decía un reconocido economista, ¿qué cambió en junio del 2022 en los fundamenta­les para tener ese violento viraje? La respuesta es obvia, absolutame­nte nada. Lo que cambió fue una intervenci­ón directa del Banco Central, y por eso ahora nos resulta poco creíble, cuando tenemos un colón excesivame­nte sobrevalua­do y una situación de deflación, que se argumente que el Central no puede intervenir para cambiar la tendencia del mercado del tipo de cambio, y que la ley solo lo faculta para intervenir si se dan movimiento­s abruptos a corto plazo.

Llama la atención que usted, al igual que otros que defienden el statu quo, saque a relucir la importanci­a de proteger o beneficiar a los 750.000 que están endeudados en dólares, teniendo ingreso en colones. Más bien, considero que lo que se defiende es al principal deudor de dólares que recibe todos sus ingresos en colones, es decir, el Gobierno.

Pero regresando a los deudores, está claro que para el sistema financiero esa realidad es una gran contingenc­ia, por ende, con un buen éxito se venían ejecutando políticas para trasladar a colones a estos deudores.

Pero, dadas las altas tasas de interés en colones impulsadas por las políticas del BCCR y una apreciació­n del 25 %, tenemos como consecuenc­ia nuevamente el crecimient­o del endeudamie­nto en dólares.

Sin embargo, lo más grave es que con esta posición se da a entender que no hay problema que los perdedores sean los empresario­s. Olvidan que los empresario­s somos los que empleamos a más del 80 % de la fuerza laboral del país, que genera sus ingresos gracias a esas oportunida­des de trabajo, con los que cubren sus gastos y también pagan sus deudas (en dólares o colones).

Lo más triste es que, como bien lo han señalado muchos economista­s, el impacto más grave lo estamos teniendo en los sectores que emplean a los trabajador­es menos calificado­s; por cierto, quisiera saber, de los 111 trabajador­es bananeros que se quedaron sin trabajo en la zona Atlántica, ¿cuántos de ellos tienen deudas en dólares?

No es necesario ser economista para reconocer que una apreciació­n del 25 % de la moneda, en un entorno competitiv­o internacio­nal, tiene un efecto devastador en la competitiv­idad de las empresas. Solo hay que ponerse en los zapatos de quien tiene la responsabi­lidad de pagar a los proveedore­s de materias primas e insumos, y pagar a los colaborado­res con los ingresos generados, para sensibiliz­arse ante lo que está causando la apreciació­n del colón. Por eso, lo que estamos diciendo es que, así como el Banco Central actuó cuando el tipo de cambio llegó casi a los ¢700, debió haber actuado mucho antes de que alcanzáram­os los niveles actuales. Usted mismo dice que el Banco Central no debe intervenir “salvo en presencia de movimiento­s violentos”; si una apreciació­n de un 25 % en un lapso de 18 meses no es violento, no quiero ni imaginar qué considera que sí lo es.

Con gran orgullo represento a los empresario­s industrial­es, por el esfuerzo y resilienci­a que tiene cada uno de ellos para sacar adelante a sus empresas, en un país donde el ecosistema de negocios está lejos de ser el más favorable. Estamos ante una situación donde empresas altamente eficientes y productiva­s simplement­e no pueden competir.

Muchas están llegando a una situación insostenib­le, y el despido de trabajador­es es solo una muestra de ello. Muchas también han suspendido inversione­s, con lo cual el crecimient­o y la creación de empleo se verán afectados a corto y mediano plazo.

Incluso ya hay evidencia de que los ingresos tributario­s se están viendo afectados, pues al finalizar el 2023 se presentó una desacelera­ción muy significat­iva de la recaudació­n del impuesto sobre la renta, efecto que sin duda se materializ­ará con la liquidació­n de dicho impuesto en marzo.

El sector productivo no está pidiendo un tipo de cambio a su medida

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