La Nacion (Costa Rica)

Un saprissa de dos caras terminó entre grandes lamentos

› El Monstruo compitió solo 45 minutos; aun así, está con vida

- cristian Brenes cristian.brenes@nacion.com

¿Por qué no definió todo lo que generó Saprissa en el primer tiempo? ¿Por qué se derrumbó el equipo en la segunda parte? ¿A qué se debe que con poco o de forma muy sencilla el Philadelph­ia Union le pintó la cara y lo puso contra las cuerdas en la segunda parte?

De seguro, estas mismas preguntas se las repetirán una y otra vez los fanáticos del Monstruo, sus mismos jugadores y cuerpo técnico. Lo cierto es que la derrota 3 a 2 no es definitiva, pero sí complicó en exceso el panorama en la Copa de Campeones de la Concacaf.

Incluso, pudo ser peor; no obstante, el gol de Gerald Taylor en el minuto 89’ le da algo de esperanzas a unos tibaseños que tendrán que buscar la remontada el próximo martes 27 de febrero en Filadelfia.

Hay que tener claro que el gol de visitante es criterio de desempate, ante igualdad en el global. Es decir, a la S no le alcanza con ganar 1 a 0 en la vuelta.

Posiblemen­te, lo que más le duela al técnico Vladimir Quesada y a los suyos es que dejaron de competir en la segunda parte y hasta bajaron los brazos en la mítica Cueva. El Monstruo fue, en realidad, Julián Carranza con su triplete.

Ajustes de Vladimir. Vladimir Quesada modificó el libreto y sorprendió con tres ajustes en su alineación titular. Propios y extraños no esperaban a Luis Díaz, Jefferson Brenes y Orlando Sinclair de estelares.

Díaz y Brenes venían sin jugar en el certamen local por sanción, pero tomaron el lugar de Luis Paradela y Douglas Sequeira. Mientras que Sinclair venía con un rol más de suplente.

Estos ajustes no fueron solo de nombres, sino que Fidel Escobar bajó a la zaga, para darle espacio a Jefferson en la zona media.

Asimismo, con Orlando como ‘9’, Warren Madrigal se abrió al costado izquierdo y Luis ocupó el derecho.

Quesada buscó pelear mejor en lo físico con su centrodela­ntero y ganar en desequilib­rio y velocidad, con dos volantes abiertos buenos en el mano a mano.

Todo esto lo logró en la etapa inicial y luego se fue diluyendo con el pasar de los minutos en la segunda parte.

Pecados de Saprissa. Una y otra vez se dice que en los grandes partidos no se puede perdonar al rival. Sin embargo, por más que los equipos ticos lo saben, no logran aplicar esta ley del fútbol.

En el primer tiempo, Saprissa tuvo cuatro opciones clarísimas: Yoserth Hernández en el minuto 13, Orlando Sinclair en el 15’, Warren Madrigal en el 19’ y Luis Díaz en el 20’.

Hernández y Madrigal hasta quedaron solos y tuvieron tiempo para pensar, pero pecaron en su definición. Es más, el tanto de los tibaseños fue un autogol de Jakob Glesnes, en una acción en la que el portero Andre Blake cometió un horror.

Por más que los morados tuvieron seis remates totales y tres directos, contra uno solo desviado de los visitantes, la diferencia en el marcador fue mínima.

El Union aprovechó que lo dejaron con vida y reaccionó en el complement­o.

Dos caras del Saprissa. La intensidad, la dinámica y ese deseo por comerse al rival solo le duró 45 minutos al Saprissa. Los tibaseños borraron todo lo bueno que hicieron y se derrumbaro­n.

En la segunda mitad, los morados no solo dejaron de presionar e inquietar al Philadelph­ia Union, sino que bajaron los brazos y no compitiero­n más. El gol de Julián Carranza en el 55’ destruyó anímicamen­te a la S.

Lo más increíble es que, con el 1 a 1, la serie para nada estaba perdida.

No obstante, los saprissist­as se perdieron y los cambios tampoco ayudaron.

En realidad, Javon East, Luis Paradela, Eduardo Anderson y Ariel Rodríguez hicieron poco y nada.

El principal problema de los ticos fue su pasividad y es que dejaron que el Union hiciera lo que quisiera, en especial Carranza, quien definió solo en el área pequeña en el 74’ y luego en el 78’.

Lo bueno para Saprissa es que Gerald Taylor le dio vida con su tanto en el 89’. El gol del lateral fue más de orgullo, que por buen fútbol, pero igual suma. *

 ?? JOHN DURAN ?? Warren Madrigal fue un dolor de cabeza para el Philadelph­ia Union en la primera parte, pero luego desapareci­ó.
JOHN DURAN Warren Madrigal fue un dolor de cabeza para el Philadelph­ia Union en la primera parte, pero luego desapareci­ó.

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