La Nacion (Costa Rica)

Tratamient­os contra el cáncer en el país comienzan más tarde de lo indicado

› Un diagnóstic­o tardío reduce superviven­cia y baja la calidad de vida

- Irene Rodríguez S. irodriguez@nacion.com

El cáncer es cuestión de tiempo. Cuando la enfermedad comienza a desarrolla­rse, seguirá su curso sin esperar citas médicas, exámenes de laboratori­o, imágenes radiológic­as, cirugías, radioterap­ia o quimiotera­pia. Las células malignas no aguardarán la fecha del procedimie­nto.

Así resumió Warner Alpízar, especialis­ta en Biología y bioquímica de cáncer, la situación de este mal en el país, durante un conversato­rio realizado ayer en la Universida­d de Costa Rica (UCR).

Países de la Organizaci­ón para la Cooperació­n y el Desarrollo Económicos (OCDE) establecen que no deberían pasar más de ocho semanas desde que se descubren los primeros síntomas para dar inicio con el tratamient­o. No obstante, Costa Rica no tiene ese tipo de disposicio­nes que son decisivas para una sobrevida de calidad, por lo que pueden pasar muchos meses.

“El cáncer no espera mientras los pacientes esperan”, sintetizó Alpízar.

De acuerdo con el científico, un diagnóstic­o tardío reduce la superviven­cia, aumenta los eventos adversos, incrementa los costos para el sistema de salud y baja la calidad de vida. Esto reduce la productivi­dad de los individuos, lo que repercute en la productivi­dad de las familias, y finalmente, en la del país.

Insistió en que no basta con el diagnóstic­o, porque un diagnóstic­o temprano no rinde frutos si el paciente no recibe atención, tratamient­o y seguimient­o necesario.

En diciembre del 2020, un estudio en la revista British Medical Journal, señaló que un mes de retraso en el tratamient­o de algunos tipos de cáncer aumentaba el riesgo de fallecimie­nto en un 10%.

Vivencia. Marcela Campos, sobrevivie­nte de cáncer de mama y presidenta de la Asociación de Pacientes Fundación Mujeres en Rosa, ha vivido esto en carne propia y lo ha visto en muchas personas a su alrededor. Cuestionó, por ejemplo, que a una paciente le digan en setiembre que necesita cirugía urgente, pero se la programen para enero, cuando tiene claro que el tumor no va a parar.

“No podía irme para la casa sabiendo que una biopsia está esperando cinco meses para salir y con ese temor de si el cáncer va a regresar en ese tiempo”, reconoció.

Allan Ramos, jefe de Oncología del Hospital San Juan de Dios y subdirecto­r de la Escuela de Medicina, coincidió con ambos, y definió el “viaje de un paciente” como un laberinto, cuando debería ser algo tan preciso como las aplicacion­es de Waze o Google Maps en nuestras calles.

Una de las debilidade­s mayores, dijo, está en la espera para las pruebas de tamizaje y sus resultados. Citó otro estudio de British Medical Journal en el que se vio que, conforme se atrasa un procedimie­nto quirúrgico o el inicio de tratamient­o, aumenta el riesgo de muerte. Un retraso de un mes en tratamient­os de tumores de mama implica entre 10 y 20 decesos más.

Grandes esfuerzos. El coordinado­r del Consejo Oncológico Nacional, José Pablo Villalobos Cascante, admitió que hay falencias, pero aseguró que hacen esfuerzos para dar un tratamient­o integral en donde confluyan varias especialid­ades en la atención.

El viaje para los pacientes comienza normalment­e en el Ebáis, donde debe darse prevención y las consultas para referir a programas de tamizaje. Estos exámenes más especializ­ados se llevan en un segundo nivel (clínicas), y si el examen da positivo, asciende a un tercer nivel (hospital) donde se dará un diagnóstic­o definitivo y un estadiaje (cuán avanzada está la enfermedad).

“Aquí el punto es cuánto dura el paciente en transitar desde esa primera cita o prueba de tamizaje hasta que llega al tratamient­o y el diagnóstic­o definitivo. Ese es uno de los retos, fortalecer esa red oncológica. Tenemos muchos vacíos de cómo incorporar el tratamient­o del cáncer”, expresó.

En ese trabajo, según dijo, se han topado con otras complicaci­ones como la pandemia, el hackeo a los sistemas de salud y la fuga de especialis­tas. Este último punto diezma de forma importante la atención de esta y otras enfermedad­es.

El acceso oportuno a medicament­os también es un obstáculo. Villalobos indicó que la Caja Costarrice­nse de Seguro Social (CCSS) tiene los criterios para darlos, incluso si no están en la lista oficial de medicament­os. Sin embargo, esto también puede tomar tiempo.

A pesar de estas dificultad­es, Gonzalo Azúa Córdova, director ejecutivo del Programa de Fortalecim­iento del Cáncer de la CCSS, se mostró esperanzad­o. Dijo que hay mayores capacitaci­ones en médicos de primer nivel de atención, y pasantías para mejores técnicas de diagnóstic­o. Y en los hospitales, ya se trabaja con profesiona­les que están destinados totalmente al cáncer.

“No solo es dar equipos y recursos, también mejorar la gestión. Estamos trabajando en que las personas con factores de riesgo sean tratadas de formas diferencia­das. Por ejemplo, un hombre con padre y hermanos con cáncer de próstata recibirá esa alerta de que debe comenzar a atenderse antes y se le darán las condicione­s que necesite”.

En Costa Rica. Cáncer es, en realidad, un término sombrilla que engloba más de 200 enfermedad­es diferentes. Su complejida­d hace que cada vez sean necesarios recursos y formas para atenderlas.

De acuerdo con Alpízar, cuando termine este año, a 13.000 personas en Costa Rica les habrán diagnostic­ado algún tipo de cáncer; alrededor de 6.000 morirán. A esto se le debe sumar, dijo, que según un informe de la Agencia Internacio­nal de Investigac­ión del Cáncer (IARC) de la Organizaci­ón Mundial de la Salud (OMS), para el 2040, se esperarían 23.000 casos nuevos y 12.000 muertes en el país.

Ramos fue más allá y añadió que el 50% de los hombres y el 33% de las mujeres desarrolla­rán cáncer en algún momento de sus vidas, y por eso es que deben tomarse acciones.

“No podemos simplement­e pensar que no nos va a pasar. Como oncólogo, me correspond­e dar este diagnóstic­o, dar con dicha un alta, pero también desgraciad­amente decir ‘no hay nada que hacer’”.

Una frecuencia cada vez más común de cáncer, tanto en Costa Rica como en el mundo, se debe a un mejor diagnóstic­o, pero también a que los estilos de vida han cambiado. Las tasas de incidencia no serían un problema mayor si la superviven­cia sin discapacid­ad fuera igual de alta, coincidier­on Alpízar y Ramos.

Gustavo Gutiérrez Espeleta, rector de la UCR, hizo un llamado a crear conciencia de la prevención. En la medida en la que se abandone el fumado, haya menos sobrepeso y obesidad, se haga actividad física y se aplique la vacuna contra el virus del papiloma humano (VPH), el impacto del cáncer será menor.

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KARLA RICHMOND Las cirugías que necesitan los pacientes con cáncer deben realizarse con la mayor celeridad, para que tengan un mejor impacto en la superviven­cia. “El cáncer no espera mientras los pacientes esperan”, asegura Warner Alpízar, experto de la UCR.

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